La primavera la sangre altera
O el verano, porque el periodo estival se acerca a grandes trancos y nos revoluciona a todos. Es muy bonico eso de ver a las parejas paseando juntas, dándose la mano, demostrando afecto… pero antes de eso está lo complicado. La conquista. La lucha para conseguir que ella (o él) sepa que existes. La gran aventura que supone romper el hielo. O la epopeya épica que supone decirle que queréis ser más que amigos. De esto nuestros amigos, los pavos reales, saben un poco. Y por desgracia a veces, como en esta ocasión, la vida da calabazas. Ella se va. Él no es suficiente para ella, su plumaje no es lo bastante frondoso, no refulge como debería ante los rayos del sol de junio. Y ella se va, con un pavo más grande, más cachas, con más plumas en su cola. Y seguro que, además, está forrado.