La falta de hambre y otros cuentos chinos

Seis días. Ése fue el tiempo que transcurrió desde la inauguración de este Mundial de Brasil 2014 hasta que se confirmó la eliminación del combinado español tras dos esperpénticas derrotas frente a Holanda y Chile. El país que se había alzado con las dos últimas Eurocopas y con el último Mundial ponía el punto y final a su etapa más gloriosa cayendo en primera ronda y dejando unas sensaciones francamente nefastas.

La caja de los truenos empezó a crujir y a resonar cuando Xabi Alonso achacó la eliminación a la falta de hambre, que luego matizó refiriéndose a la falta de intensidad, algo mucho más coherente y probablemente más cercano a la realidad. Sin embargo, gran parte de la afición sigue afirmando, a mi entender de forma errónea, que la falta de motivación fue la principal razón que explica el mal papel de la selección española en Brasil. Que como ya habían ganado el Mundial hace cuatro años, a éste venían con menos ganas. Que como ya fueron campeones del mundo en Sudáfrica, no se esforzaron lo suficiente para conseguir lo mismo esta vez. Quizás habría que recordar a estas personas que, de ser así, tendría poco sentido que hubiesen ganado la pasada Eurocopa en 2012 cuando ya en 2008 hicieran lo propio en tierras austriacas.

Gran parte de la afición sigue afirmando que la falta de motivación fue el principal motivo que explica el mal papel de la selección española en Brasil, que como ya habían ganado el Mundial hace cuatro años, a éste venían con menos ganas

Los motivos que explican la eliminación de la selección española son múltiples, pero no creo que la falta de motivación sea uno de ellos. Tampoco creo que haya nada de razón en aquellos que personalizan la eliminación, pues está claro que, aunque ha habido errores individuales graves y futbolistas que han rendido muy por debajo de su nivel habitual, el problema es más bien genérico, más del conjunto que de un jugador concreto.

Casillas, cabizbajo tras uno de sus errores contra Holanda | Prensalibre

Casillas, cabizbajo tras uno de sus errores contra Holanda | Prensalibre

Es cierto, por ejemplo, que Casillas ha cometido errores gravísimos, pero no creo que su suplencia hubiese hecho mejor el juego del combinado español. Tampoco creo que la presencia de Xavi, otro de los más criticados tras el partido frente a Holanda, fuese el único punto negativo de España, ni que convocar a Negredo o a Llorente antes que a Torres o a Villa hubiese arreglado demasiado. Y tampoco creo que si Silva hubiese marcado el 2-0 en aquella ocasión errada ante Cillessen España fuese a ganar el Mundial.

El problema es más complejo, y por tanto, encontrar una solución tiene también una mayor complicación. Es difícil explicar por qué una selección compuesta por jugadores de primerísimo nivel ha hecho el ridículo mostrado en Brasil. Pero ha sucedido, e identificar las causas es el primer paso para intentar solucionar esos errores en el futuro.

La selección española se ha mostrado irreconocible en sus dos primeros encuentros de este Mundial. Si por algo había destacado el combinado de Del Bosque, había sido por el control del partido. El dominio, la calma y la paciencia. España era un equipo que tenía el balón, e intentaba llegar con él al área intentando no asumir riesgos en la creación, obligando al rival a echarse atrás y aprovechando la calidad técnica de los centrocampistas españoles para crear ocasiones de gol. Sin embargo, en los últimos torneos, el equipo nacional no ha brillado precisamente por su capacidad goleadora, pero sí por encajar muy pocos tantos. El Mundial de Sudáfrica se ganó anotando ocho goles en siete partidos, una cifra baja en relación a la media de goles anotados por el campeón mundialista en otros años.

Así, parte de la fortaleza de España ha estado en los pocos goles encajados. Pero no en la defensa, aunque suene poco coherente. La selección nacional ha sido la máxima exponente internacional de aquello de ‘defender con balón’. Los altos porcentajes de posesión, unidos a la calma y a la precisión en la circulación del esférico implicaban que España concediese muy pocas ocasiones a sus rivales, pues el equipo se caracterizaba por su pronta recuperación y por perder muy pocos balones en el centro del campo. Eso provocaba que se evitase, en gran medida, que el rival pudiese realizar transiciones defensa-ataque muy veloces. La base estaba en tener el balón, madurar las jugadas, buscar el gol, y tener que defender poco pero hacerlo eficientemente cuando se requería. Pero en Brasil, la selección ha sido todo lo contrario. La mayoría de los jugadores eran los mismos que contribuyeron a que España consiguiese los grandes éxitos de los últimos años, pero las sensaciones que transmitían eran totalmente diferentes.

Varios jugadores, lamentando una ocasión errada contra Chile | Guillermo Valls

Varios jugadores, lamentando una ocasión errada contra Chile | Guillermo Valls

Los errores defensivos de bulto fueron abundantes, especialmente en la segunda parte frente a Holanda, pero también en el partido contra Chile.  Ni Sergio Ramos ni Piqué, dos de los centrales más valorados del planeta, ofrecieron las garantías habituales, y los dos laterales, tanto Azpilicueta como Jordi Alba, se mostraron poco solventes en labores defensivas y poco participativos en el apartado ofensivo. Sergio Busquets y Xabi Alonso, aquellos que eran definidos como ‘el equilibrio’ de La Roja, se vieron sobrepasados en todo momento por los centrocampistas rivales, a quienes no pudieron frenar cuando el balón era del contrario, y quienes se encontraron con diversos problemas para iniciar el juego creativo del conjunto español. En el centro del campo, los ‘pequeños bajitos’, véase Xavi, Iniesta, Silva o Pedrito, tampoco ofrecieron una de sus mejores versiones, y en ataque Diego Costa no fue capaz de casar con el estilo de juego del combinado nacional.

Ha habido errores individuales en defensa que han costado goles, especialmente de los dos centrales y del portero Iker Casillas (el de Móstoles, uno de los héroes en Sudáfrica, ha realizado posiblemente el peor torneo internacional que se le recuerda), pero España ha presentado lagunas en todos los apartados. Por eso mismo creo que es absurdo achacar la eliminación a errores individuales, cuando en ambos partidos la selección ha ofrecido una imagen nefasta y marcada por la impotencia de los jugadores ante el hecho de no conseguir imponer su juego. España ha tenido, en ambos partidos, la posesión del esférico, al igual que en los últimos años… pero a diferencia de éstos, ha sido un dominio estéril e inocuo. Un tener el balón pero sin saber del todo bien qué hacer con él. Tener el balón en zonas en las que no creas peligro, básicamente porque al rival le importa cuatro rábanos que lo tengas ahí. La posesión apenas se ha reflejado en las ocasiones de gol, el esférico se perdía con mayor facilidad de la habitual y la selección estaba absolutamente irreconocible.

España ha tenido la posesión del esférico, pero ha sido un dominio estéril e inocuo. Un tener el balón pero sin saber del todo bien qué hacer con él

Uno de los cambios más evidentes pudimos verlo en la ausencia de esa pausa y esa paciencia que caracterizaba a la selección española. Antaño, los de Del Bosque podían mover el balón por la zona de tres cuartos, de un lado al otro, con calma, buscando la forma óptima de intentar penetrar en la zaga rival. Sin embargo, en Brasil (aunque es algo que ya pudimos ver en la última Copa Confederaciones) se veía a los jugadores con más prisas de las habituales, más indecisos, sin esa seguridad que les permitía madurar las jugadas y elegir la mejor opción. En muchas ocasiones hemos visto a los españoles precipitándose en exceso, perdiendo balones demasiado cerca de la línea del medio campo y provocando a su vez contraataques rivales de gran peligro.

Es también muy obvio que la selección española es un equipo al que le cuesta hacer gol. Sólo hace falta ver que en el pasado Mundial, los cuatro últimos partidos se vencieron por resultado de 1-0. Así, es también coherente pensar que España no es un equipo hecho para remontar, y que si empieza perdiendo, el partido se le puede poner muy cuesta arriba. De hecho, en las tres últimas fases finales (las tres ganadas por La Roja), España sólo comenzó perdiendo en tres ocasiones: el intrascendente partido en la fase de grupos contra Grecia en 2008 (única ocasión en que logró remontar), el debut mundialista contra Suiza en 2010 (derrota) y el debut en la Euro del 2012 frente a Italia (empate). Así, España no es una selección acostumbrada a verse por debajo en el marcador. Tanto contra Holanda como contra Chile, el momento en que ambos se adelantaron en el luminoso (2-1 y 1-0), España se fue del partido. La capacidad de reacción brilló por su ausencia y ambas victorias fueron relativamente sencillas.

Xavi, Alonso y Villa, tres de los veteranos de la selección española

Alonso, Xavi y Villa, tres de los veteranos de la selección española

Es de imaginar que éste es el batacazo que precede al cambio, y es de esperar que en los próximos meses algunos de los veteranos no acudan más con la selección (Xavi, Xabi Alonso, Villa) y que entren algunos jóvenes, pues la cantera española se encuentra en una forma realmente buena. Sin embargo, es difícil explicar este descomunal tropiezo, pues la mayoría de los jugadores están en su época de madurez futbolística; y muchos de ellos vienen incluso de realizar una temporada fantástica con sus clubes… pero en Brasil la tónica dominante ha sido la de un equipo insípido dominado por la impotencia: fallos individuales, errores tácticos, falta de claridad con el balón en los pies, carencia de intensidad, una imprecisión impropia de estos jugadores, etc. Y, aunque suene a tópico, que los rivales también juegan, y que tanto Holanda como Chile plantaron cara francamente bien a la selección española.

Ellos, mejor que nadie, sabrán en qué han fallado y cuál es el modo de cambiarlo. Por suerte, a la mayoría de estos jugadores todavía les quedan varios años de fútbol en las piernas. Ya habrá más oportunidades para reivindicarse tras este fiasco, empezando por la Eurocopa en Francia 2016.