El PSOE y la edad del pavo

Decía Erik Erikson en su teoría sobre el desarrollo de la personalidad que a lo largo de su vida una persona tenía que pasar por distintos procesos de crisis o conflictos. Éstos suponían un reto para ella y debían de ser superados si se buscaba madurar o de lo contrario uno se quedaría estancado. El resultado de no avanzar sería una personalidad más inmadura y poco adaptada a las necesidades que acompañan su edad. En definitiva poder quedarse estancado en la edad del pavo.

Incluso con poca edad todos pasamos por varias crisis, ese proceso que etimológicamente significa cambio y que se ha visto injustamente plagado de connotaciones negativas. Sin embargo, de la misma forma que un reto puede ser visto como una oportunidad, una crisis puede serlo de igual medida y constituir el estímulo necesario para avanzar y madurar porque, de una forma o de otra, nada es permanente.

Las personas no somos las únicas que tenemos nuestras crisis de personalidad, otras entidades también la sufren. Nada es permanente en nuestra manera de ser y por lo tanto nada lo es en aquello de lo cual formamos parte. El mejor reflejo que podemos encontrar de estas crisis de personalidad son nuestros partidos políticos. Especialmente aquellos que por su propia ideología son más propensos a sufrir críticas, puesto que está en su naturaleza. En España existe un ejemplo de lo que es una crisis de personalidad en un partido político. Ese ejemplo es el PSOE. Casi como un adolescente que no sabe cuál es su lugar en el mundo, el PSOE vive inmerso en un maremágnum de acontecimientos, entre internos y externos que, según el día, podrían hundirlo o relanzarlo en la política española. Casi como si de una auténtica revolución hormonal se tratara, el partido todavía no ha encontrado su lugar en este Nuevo Orden que parece emerger tras las últimas elecciones generales y europeas; que según más de uno ha acabo con el bipartidismo en España. Si bien esto último puede ser matizado, al menos es una buena muestra de cómo la población española es más crítica al mostrar su malestar con los que se suponen son sus representantes.

El mejor reflejo que podemos encontrar de estas crisis de personalidad son nuestros partidos políticos.

Así pues, como un adolescente que es continuamente regañado por sus padres, la gran alternativa política y máximo exponente de la izquierda española en las últimas décadas, no hace más negar la evidencia y desoír las llamadas de atención de sus padres, la sociedad española; quienes están cansados de darle llamadas de atención y van pensando en echarle de casa. En los últimos días empezamos a ver, y en esto debemos ser cautelosos, respuestas por parte de este joven adolescente que indican que va madurando. Primarias, críticas directas al funcionamiento de la organización y nuevos nombres en la que será la futura directiva, muestran algo de esperanza de que este adolescente no terminará como una oveja descarriada y con malas compañías. Más de uno que le critica cómo ha callado en varias contrarreformas del actual partido en el gobierno, el PP, y de modificaciones constitucionales echas de prisa y corriendo para la que la gente no se queje durante demasiado tiempo. A fin de cuentas, como dice el refranero popular, “dime con quién andas y te diré quién eres”.

PSOE

La directiva del PSOE ha estado ciega ante la crisis de su partido. |Fuente: elmundo.es

Sin embargo, dejando de lado este halo de esperanza para un partido que está a la deriva y bastante hundido en comparación con épocas anteriores, una de las mayores incongruencias es el autoproclamarse como progresista pero luego funcionar como el partido más conservador y caciquil que podamos encontrar, con permiso de Baltar el patriarca ourensano. El mayor lastre en este sentido, y reflejo de la crisis de personalidad y madurez por la que pasa el PSOE, es la disciplina de partido. Cualquiera que esté leyendo esto argumentará que es una práctica habitual en nuestro sistema político y que, por ende, es lógico su uso dentro del partido. A fin de cuentas, el mayor período de estabilidad política y democrática de España se ha asentado sobre ese principio. Estas pueden ser palabras de un votante del PP, VOX, o cualquier partido socialmente conservador. Por el contrario, nos son aceptables para un partido considerado la punta en lanza de la izquierda española. Especialmente cuando presume de haber sido el partido que más avances sociales ha alcanzado en España en los últimos años. Dicho esto, más de uno pensará: es cierto, ha sido el partido que ha garantizado un mayor número de libertades, como el matrimonio homosexual o la reforma del aborto. Entonces, nos encontramos ante una curiosa incongruencia. El PSOE está a favor de la libertad, menos en su propio seno. Hacia fuera, se muestra una cara amable, progresista y combativa por los derechos de la ciudadanía. Sin embargo, de puertas a dentro la democracia interna se asemeja más a la democracia orgánica que dejamos después de 1978. El mejor reflejo ha sido la votación en el Congreso de la reciente ley de sucesión, donde un partido,  en teoría republicano, votó en bloque a la continuidad de la monarquía en España.  El problema es que ese mismo partido prohibió a sus diputados votar en contra y hacer uso del derecho al voto que se supone le pertenece al diputado. Un partido progresista que se precie debe permitir las voces críticas y otorgar la legítima libertad a los representantes electos, puesto que la ciudadanía vota a la lista cerrada de un partido, no al aparato del partido. De lo contrario más económico un representante por partido y que tuviera un poder proporcional al número de votos obtenidos.

La edad del pavo es algo que dejamos atrás hasta que llegamos a otras crisis de identidad. El PSOE está en su particular edad del pavo pero ni siquiera puede escuchar dentro de él aquellas voces que pueden hacerle superar la crisis, como un partido que abandere un cambio en la mentalidad política de la ciudadanía. Si optara por devolverles el voto a los electos representantes recuperaría parte de la credibilidad que perdió y maduraría no solo un partido, sino también nuestro sistema democrático.

Foto de portada: psoe.es