Al noveno, Wenger resucitó

Si hace algo más de una año parecía que el Arsenal afrontaba los últimos momentos de la era Wenger. El siempre caprichoso esférico le ha concedido una última bala al preparador alsaciano.

Volviendo a los últimos compases del curso pasado. El club gunner realizó un excepcional final de temporada que les sirvió para lograr la clasificación a la Champions League y a Wenger para conservar su asiento en el banquillo del Emirates Stadium al menos un curso más.

Tras pasar por el filo de la navaja, el técnico francés decidió dar un cambio de timón en su política de fichajes. Llegaba el fin de la austeridad por sistema, era el momento de fichar cracks en lugar de venderlos. Fue dicho y hecho: Mesut Özil, más de 40 millones de euros mediante, dejaba Madrid para formar parte del nuevo y ambicioso proyecto londinense.

Ozil

Özil en un partido con el Arsenal

A pesar de Wenger siempre ha recelado de este tipo de fichajes caros, y más con los precios inflados de los últimos años, era inevitable subirse al carro, con equipos como Totenham o Liverpool gastando mucho más y logrando menos resultados en el último lustro, el ahorro ya no valía. Era el momento de invertir para intentar acercarse competidores en la competición doméstica y presentar una candidatura firme a campeón de la Premier League.

Un buen comienzo

Y lo cierto es que hasta diciembre el plan salió a las mil maravillas. Özil comenzó el curso de forma prometedora, aportando su calidad y asistencias, especialmente a un Olivier Giroud que poco a poco iba cogiendo el nivel que se esperaba de él. Con Mertesacker-Koscielny dando seguridad en el centro de la zaga y con un Ramsey que iba cogiendo galones y dejando de ser conocido por sus goles mortales (sus primeros tantos coincidía de forma casual con la fecha del deceso de personajes famosos de todo tipo como Osama Bin Laden, Steve Jobs, Gadafi o Whitney Houston), mejorando sus cifras de anotación hasta los 16 goles en esta campaña, lo cual puede no impresionar mucho, pero quizás lo hace un poco más al comprobar que es sus cinco temporadas en el club londinense, lesiones mediante, había anotado 11 dianas. Un buen rendimiento colectivo que dejaba al Arsenal vivo en todas las competiciones y como líder de la liga a mitad de temporada.

“hasta diciembre el plan salió a las mil maravillas”

Pero llego el año nuevo y Arsenal se desplomó, la lesión de Ramsey debilitó y mucho el mediocampo. Özil comenzó a pasar inadvertido en sus apariciones y el resto del equipo, especialmente en ataque, pegó un bajón de rendimiento enorme. Manchester City, Liverpool y Chelsea se escapaban en la lucha por la Premier League. En Champions el Bayern Munich lograba, con ciertos apuros, apear a los londinenses y solo el un itinerario bastante asequible en la  F.A. permitía a los Gunners seguir soñando con dejar atrás una sequía de casi un decenio.

El catalizador galés

El Arsenal de Wenger siempre ha sido conocido por primar la labor de conjunto por encima de las individualidades. A pesar de haber contado con jugadorazos con Henry, Viera, Pires, Van Persie, Cesc etc. El conjunto Gunner siempre ha dado prioridad al juego de asociación, a pesar de contar con grandes estrellas, estas siempre supieron sumar al equipo. Pero este año los grandes momentos londinenses tienen un nombre propio, Aaron Ramsey.

Ramsey

Aaron Ramsey controlando el esférico

No solo por lograr su mejor temporada en anotación. No solo por sus goles en momentos claves, como el logrado en el Signal Iduna Park para derrotar al Borussia Dordmund. O por el tanto logrado en el minuto 109 de la final de la F.A. Cup que daba a los gunners su primer título después de nueve temporadas.  Sino porque todo cambia con el galés en campo. Su presencia da al equipo un plus de calidad y de carácter que ningún otro jugador puede aportar, una chispa capaz de dar alas a sus compañeros y hacerles mejores. El galés parece destinado a ser el líder que el Arsenal buscaba tras la marcha de Van Persie y la primera muesca en su revolver es una F.A. Cup cuyo valor es incalculable, ya que además del prestigio del título sirve para que su club vuelva a saborear las mieles del triunfo la friolera de nueve años después.

Pero también por haber dado a su míster la posibilidad de levantar una copa tras nueve largas temporadas de insatisfacciones, sin duda un trofeo que bien podría servir para resucitar el Wengerismo en el seno del Emirates Stadium.

Imágenes sacadas de zimbio.com