Paco Jémez, otra forma de entender el fútbol
Hace algunas semanas, llegó a mí una columna escrita por Martí Perarnau. En ella, este periodista y exatleta catalán hablaba sobre un fenómeno acontecido durante los últimos años en el mundo de la prensa deportiva: la equiparación entre táctica y ética. En el fútbol las variantes sistemáticas son cuantiosas, existen varias formas de afrontar un partido y diversas maneras de intentar ganarlo. Pues bien, en los últimos años, esta tendencia ha crecido peligrosamente hasta el punto de llegar a una conclusión casi tan absurda como consolidada: discernir entre el bien y el mal en función de la táctica utilizada. Frecuentemente el silogismo responde a un parámetro de una sencillez aberrante: un estilo ofensivo es jugar bien, un estilo defensivo es jugar mal. Evidentemente, hay matices, porque el fútbol al fin y al cabo está lleno de ellos, pero en líneas generales esa es la conclusión.
Se ha llegado a una conclusión casi tan absurda como consolidada: discernir entre el bien y el mal en función de la táctica utilizada
Esto responde a otra relación de conceptos: llevar el peso del juego conlleva valentía, cederlo implica cobardía. Esta designación de comportamientos y actitudes morales dependiendo de la táctica seleccionada son mucho más frecuentes desde la convulsa época en la que Guardiola y Mourinho coincidieron en los banquillos del Barcelona y del Real Madrid, respectivamente, con dos estilos de juego opuestos en muchas de sus características. Pero como dije, todo son matices, porque el fútbol ante todo es un deporte profundamente resultadista. El tema del que habla Perarnau es puro alpiste que la prensa da a los aficionados para que se entretengan, pues al fin y al cabo de la ejecución de la táctica depende el resultado final, y no exclusivamente del planteamiento de ésta. Si un fútbol basado en la fortaleza defensiva y las transiciones rápidas consigue su propósito, será un buen fútbol. Al igual que también lo será si un equipo consigue sus objetivos basándose en un juego de posesión.
El caso es que, cuando Perarnau hablaba de todo este mejunje de tácticas, estilos de juego e identidad de equipo poniéndolo en relación con un código moral, leí algunos comentarios que decían que el estilo muchas veces depende del presupuesto de dicho equipo, que un equipo humilde no puede llevar a cabo un fútbol ofensivo, que era antinatural.
Y a mí, claro, se me dibujó en la mente la imagen de Paco Jémez. Porque de hecho, los tres párrafos que preceden a este eran sólo una excusa para hablar del técnico grancanario. Y es que el actual entrenador del Rayo Vallecano es quien mejor expresa en el fútbol español actual que el hecho de que dirigir a un equipo humilde no lleva implícita la necesidad de llevar a cabo un fútbol defensivo. Hablo de Paco Jémez porque es un caso especial, el entrenador que se atrevió a inculcar un estilo de fútbol basado en la posesión y el juego combinativo en un equipo con unas limitaciones presupuestarias y de plantilla que probablemente no son las más propicias para desarrollar dicho estilo. Porque es evidente que no es lo mismo jugar a tener el balón teniendo en la plantilla a jugadores de primer nivel que teniendo a los jugadores que se puede permitir el Rayo Vallecano, teniendo en cuenta su limitada capacidad económica.
Una vez finalizada su etapa como futbolista profesional (llegando incluso a jugar con la selección española), Paco tuvo claro que quería ser entrenador. Tras su paso por Alcalá, Córdoba, Cartagena, UD Las Palmas y de nuevo Córdoba, consiguió llegar a la Primera División para hacerse cargo de las riendas del conjunto vallecano. La entidad rayista, que en su temporada de regreso a la máxima categoría del fútbol español había sufrido hasta el último minuto para certificar la permanencia, apostaba por un técnico con un estilo de juego claro y definido, pero con una experiencia nula en Primera.
Pese a contar con una de las plantillas con menos presupuesto de la categoría, desde el principio de la temporada 2012/2013 el Rayo Vallecano se erigió como una de las grandes revelaciones de La Liga, finalizando en una muy meritoria octava posición que le daba el derecho a jugar competiciones europeas en la siguiente campaña. Sin embargo, debido a los problemas económicos del club, la UEFA no permitió que el conjunto madrileño disputase la Europa League.
Ya desde principios de dicha temporada, Paco Jémez sentó las bases del juego que quería para el Rayo: posesión, elaboración y combinación como medios para llegar a la portería rival, un estilo vistoso que le dio un magnífico resultado, además de hacerle ganar la simpatía de muchos aficionados neutrales. El estilo de juego del Rayo no variaba en función del rival que tuviese delante, algo que en algunos momentos de la temporada se le achacó al entrenador grancanario: la previsibilidad, la carencia de un plan B en caso de que fallase el A. Este sistema basado en llevar la iniciativa también tiene sus riesgos, ya que se dejan muchos espacios atrás, por lo que le das al rival la posibilidad de que sus llegadas casi siempre lleven cierto peligro. Así, en algunos partidos, el Rayo recibió varias goleadas, dando una imagen de equipo débil y con demasiadas carencias defensivas como para cargar con el peso del partido. Muestra de esto es que el cuadro franjirrojo, pese a finalizar octavo, fue el tercer equipo más goleado de la categoría.
Paco Jémez sentó las bases del juego que quería para el Rayo: posesión, elaboración y combinación como medios para llegar a la portería rival, un estilo vistoso que le dio un magnífico resultado, además de hacerle ganar la simpatía de muchos aficionados neutrales
Para la siguiente campaña (esta 2013/2014 que llegó a su fin este domingo), Paco Jémez tuvo que afrontar un problema recurrente en los equipos pequeños, pero agravado todavía más en el caso del Rayo. De los 25 jugadores con los que contaba la primera plantilla, 18 se fueron o acabaron contrato en el periodo estival. Los problemas económicos del conjunto madrileño provocan dos cosas: la primera, que los jugadores firman únicamente un contrato de un año (lo que conlleva, además, que de cuajar una buena temporada pueden irse libres); y la segunda, que no haya dinero para fichar, lo que evidentemente perjudica la reconstrucción de la plantilla.
Así, el Rayo se vio obligado prácticamente a recomponer todo el plantel fichando extraordinariamente barato, pidiendo cesiones y tirando de jugadores jóvenes. Esto provocó un problema importante: no hubo continuidad con respecto al año anterior, el equipo tuvo que empezar prácticamente de cero, por lo que se necesitaba de nuevo un periodo de adaptación para adecuarse a un sistema de juego que, de entrada, era ciertamente desconocido para los recién llegados. La temporada comenzó con un 3-0 a favor frente al Elche, pero en la segunda jornada el Rayo encajó un contundente 5-0 en el Vicente Calderón, momento en que Paco Jémez dio una de sus ruedas de prensa más memorables. El técnico canario estaba visible y comprensiblemente enfadado por la imagen dada por su equipo, pero también se le notaba molesto por la expectación creada tras el primer partido. Era un equipo que todavía se estaba haciendo a sí mismo, así que Paco, con la naturalidad y la sinceridad que le caracterizan, no se mordió un pelo: ‘Somos el más pequeño, el más mierda de la categoría. Cuando sepamos eso podremos competir con cualquiera’.
Así, la temporada no fue fácil para el conjunto vallecano. Un inicio complicado con varias derrotas le puso desde las primeras jornadas flirteando con los puestos de descenso, incluso cayendo esporádicamente en ellos. En la undécima jornada se instaló en esas posiciones, y muchos pensaban que lo haría definitivamente. Estuvo varias jornadas en la penúltima plaza, con largas rachas sin conseguir ninguna victoria, sólo por delante de un Betis que cuajó una temporada nefasta. La primera vuelta la finalizó con unos escuetos 16 puntos y la sensación de que habría mucho que mejorar en la segunda mitad de la campaña para lograr cambiar el rumbo que estaba tomando el equipo. Llegó a rumorearse la destitución de Paco Jémez, pero la directiva confío en él, y el tiempo le dio la razón. En la vigésimoquinta jornada, el cuadro rayista estaba a cinco puntos de la salvación. Pero el cambio que se necesitaba llegó y el equipo comenzó a funcionar. Después de ganar al Valencia en casa en la jornada siguiente, al Rayo le tocaba visitar el estadio de Anoeta, donde la Real Sociedad se había hecho fuerte durante toda la temporada. Se dice que en el viaje hacia San Sebastián, Paco Jémez comentó que si ganaban en Anoeta se salvarían con bastante margen. Palabras que pueden denominarse, como poco, atrevidas, teniendo en cuenta que el club se encontraba en una situación poco menos que crítica.
Pues bien. El Rayo Vallecano no sólo consiguió la victoria en el feudo de la Real Sociedad, sino que además, de los ocho siguiente partidos únicamente perdió uno, dejando su salvación finiquitada con bastante más antelación de la prevista por todos, a excepción, claro está, de Paco Jémez. El cuadro franjirrojo finalizó la campaña en duodécima posición, asegurando su permanencia en Primera División por cuarta temporada consecutiva.
Con el equipo en puestos de descenso, Paco comentó que si ganaban en Anoeta se salvarían con bastante margen. Pues bien. El Rayo Vallecano no sólo consiguió la victoria en el feudo de la Real Sociedad, sino que además, de los ocho siguiente partidos únicamente perdió uno, dejando su salvación finiquitada con bastante más antelación de la prevista
Tras estas dos últimas temporadas, no es de extrañar que la afición vallecana esté contenta con el técnico canario, que todavía tiene un año más de contrato. Sin embargo, resultó sorprendente su reciente anuncio en el cual afirma que quiere desvincularse del club. El motivo es que este verano va a suceder lo mismo que ocurrió el último: la práctica totalidad de la plantilla abandona el equipo, por lo que Paco se enfrentaría a tener que construir el equipo desde la nada por tercer año consecutivo, algo quizás demasiado frustrante para alguien a quien le ha costado tanto hacer que el engranaje funcionase esta temporada. Es obvio que novias no le van a faltar, y más de una vez muchos aficionados han preguntado aquello de “¿Qué sería capaz de hacer Paco entrenando a un grande?”. Creo que lo comprobaremos más pronto que tarde. Sin embargo, hacer conjeturas, como en todo lo relacionado con el fútbol, es absurdo. Ya sabéis, los matices.