Las verdaderas tardes de fútbol

No he venido aquí para analizar el final de liga. No pretendo opinar sobre esos nervios que atenazan y que quitan puntos, ni de esos goles que hacen llorar a la vez de tristeza y de emoción. Tampoco vamos a sacar la calculadora para saber si es más probable que las luces de primera dejen de alumbrar en Pucela, Pamplona o Granada. Y por supuesto tampoco no vamos a decir que los grandes, como todos, también tienen miedo. Hoy he venido a hablar simplemente de fútbol, del fútbol de verdad.

A mí me gusta el fútbol por tardes como las de este domingo. Con siete partidos de primera, cuatro de segunda y de postre dos partidos de baloncesto. Todo a la vez, con un ojo en el campo y el transistor pegado a la oreja. Tardes de emoción, de goles, de polémica…..condensadas en un frasco pequeño. Un frasco capaz de mantener toda la esencia. Esa esencia que se escapa cada vez que perfumamos una jornada en cuatro días a todas horas. ¿Es qué alguien se puede enterar de eso?

Un frasco pequeño, bien envasado, aporta más que un frasco grande donde se pierde la verdadera esencia

Cuando era pequeño, mi madre me decía que si tocaba la misma canción toda la tarde la acabaría aburriendo. Y yo lo hacía, de tal forma que mi madre dejó de ir a mis conciertos. Con el fútbol supongo que nos pasa algo parecido. Si lo tenemos a todas horas, nos acaba aburriendo. Y eso que algunos suponían que lo del cambio de horario atraería a más aficionados, pero el resultado, crisis mediante, son solo más butacas vacías (con honrosas excepciones, por supuesto).

El fútbol en el campo, y el transistor pegado a la oreja -  ©El Diario Montañés

El fútbol en el campo y el transistor pegado a la oreja – ©El Diario Montañés

Es que vivir el fútbol con otros partidos en juego aporta un extra. ¿Quién no ha recurrido a la radio en el estadio cuando tu equipo pierde? Quizás tu rival del alma haya perdido y puedas recurrir al consuelo de tontos. O, ¿quién no ha celebrado más un gol de otro campo que el del suyo? Porque a veces un tanto en la otra punta de España puede cambiar el estado de ánimo de miles de aficionados.

Cuando tenemos algo a todas horas nos acabamos aburriendo. Y con el fútbol supongo que me pasa algo parecido

Y si lo ves en la tele, más de lo mismo. Si el partido te aburre, siempre tienes la opción de cambiar de estadio o de colores. Porque a fin de cuentas, señor Tebas, muy pocos son capaces de ver diez partidos por fin de semana y completar su dieta futbolística con Champions, Europa League o Copa del Rey. Hay otras obligaciones por delante del fútbol, que gracias a los horarios acaba por convertirse en un deber antes que en un placer.

Por último, todos hemos crecido con la radio echando humo como este domingo. Con un gol en un campo, que no sabemos de quién es porque llega un gol en otro, mientras la otra punta del país encoge el corazón ante un disparo al larguero. Eso es el carrusel, con la emoción de verdad, la que se comparte cuando todos los equipos luchan por un sueño a la misma hora. Donde no existen pequeños, ni grandes. Donde solo existe el fracaso o el éxito. Y donde da igual el objetivo, porque lo importante es el fútbol. Eso que algunos nos quieren hacer olvidar.

Todos hemos crecido con la radio echando humo los domingos por la tarde. Con gritos, goles y mucha emoción

Sin embargo, volver atrás no es una opción y es imposible que todas las jornadas vuelvan a ser así. Nos tendremos que conformar con disfrutar de la última jornada y esperar a que llegue otro final de liga con unificación de horarios. Disfrútenlo, porque las cosas fáciles nunca pueden llegar a ser maravillosas.

*Foto de portada: Blog The Catalán Ground Houper