Jaume Sanllorente: “No sé por qué me consideran un líder”
Hace casi un año, os hablaba de la historia de Jaume Sanllorente (Barcelona, 1976), un periodista español que en 2.005, tras una primera toma de contacto con las zonas más marginales de la India, decidió dejar su cómoda vida en la capital catalana para fundar la ONG “Sonrisas de Bombay”. El proyecto, que comenzó ayudando a cuarenta niños de un orfanato, acoge hoy a miles de personas: niños de la calle y adultos a los que se les ofrece educación, sanidad, trabajo y asesoramiento.
Sanllorente parece vivir en un avión entre Bombay y Barcelona, especialmente en los últimos meses debido a la promoción de su último libro, “El Poder de las Sonrisas”. Pero, pese a ser un hombre ocupado donde los haya, gracias a las nuevas tecnologías he tenido la oportunidad de ponerme en contacto con él y con su equipo para traeros una entrevista en la que el barcelonés nos habla un poco de sus libros, nos acerca un poco a la ONG y nos cuenta cómo ha vivido los últimos nueve años.
He visto verdaderas atrocidades en nombre de una determinada religión, pero también he visto la quintaesencia de la tolerancia a las religiones
Año 2005, Jaume Sanllorente entra en una agencia de viajes y se va de vacaciones a la India. Poco después, vuelve decidido a quedarse. ¿Qué pasó entre medias?
Pues un viaje en el que me impactó enormemente la injusticia social que viven millones de personas en Bombay y tantos otros lugares de la India, privados de sus derechos humanos más elementales. El último día de viaje conocí un pequeño orfanato que estaba atravesando una situación financiera difícil y decidí mudarme a India y apoyarlo, creando la ONG Sonrisas de Bombay.
Decidió “sacrificar” su cómoda vida en Barcelona en favor de la de otros…
Los compromisos —y el mío en pro de la justicia social en la India es un compromiso vitalicio— siempre comportan sacrificios.
Su trabajo lo llevó a convertirse en uno de los objetivos de las mafias de la ciudad, y al final tuvo que aceptar moverse con guardaespaldas. ¿Tuvo miedo?
Afortunadamente aquello duró tan sólo dos años y desde hace mucho tiempo ya puedo gozar de total libertad en este sentido. Sentí preocupación lógicamente por los míos y porque amo la vida, pero algo así jamás me frenaría de seguir con mi trabajo.
Le he oído decir en varias ocasiones que cuando decidió marcharse a Bombay se le alinearon el corazón y la cabeza…
Sí. Es que nunca he entendido, ni compartido, que se suela separar tanto el corazón y la cabeza cuando la gente habla de cambios y sentimientos en la vida. La cabeza y el corazón pueden estar perfectamente alineados. Es más: creo que todo lo que se hace con el corazón se debe hacer con la cabeza y en todo lo que se hace con la cabeza se debe tener en cuenta el corazón.
Lo ideal es que no existiera la ONG, porque querría decir que el Gobierno (…) ya está asumiendo sus derechos y cumpliendo con su compromiso
No puedo evitar pensar que también se alinearon una serie de circunstancias: el apoyo incondicional de su familia y amigos, y el hecho de tener cierta amistad con determinada gente influyente. ¿Es así?
Sí y no. Lo de la familia y amigos sí, sin duda. Este tipo de apoyo es básico. Sin su apoyo no habría sido posible. Y el factor suerte, que nunca debe ser menospreciado. Pero la gente influyente ya forma parte de trabajarse unos contactos. ¡No se nace con ellos! Cuando inicié Sonrisas de Bombay trabajaba como redactor en una revista y sentaba a personas en mesas en un restaurante, ya me dirá. Los contactos uno los consigue con trabajo y mano izquierda. No vienen solos, hay que trabajárselos.
En la India hay un 12% de musulmanes, 3% de cristianos, 2% sikhs (sin contar con todas las religiones minoritarias). ¿Sonrisas de Bombay tiene algún tipo de religión oficial?
Sonrisas de Bombay respeta total y absolutamente la religión de cualquiera de sus trabajadores y beneficiarios. El respeto a la pluralidad es el primer paso hacia la libertad. No hacerlo sería muy poco coherente en una organización que defiende las libertades humanas en su máxima expresión. De hecho esta premisa, la del respeto a todas las religiones y la no discriminación, está incluida en los valores de la organización.
¿Qué opina de la labor que lleva a cabo la Iglesia con sus misioneros?
Hay de todo, no podría generalizar. He visto verdaderas atrocidades en nombre de una determinada religión, pero también he visto la quintaesencia de la tolerancia a las religiones y creencias en numerosas religiosas y sacerdotes que trabajan desde hace años en Bombay. Pienso que quien comprende que apoyar a un ser humano significa abrazarlo como lo que es, sin tener en cuenta su religión, etnia, género, etcétera, sabe que el respeto es una prioridad.
No se puede permitir que se publiquen artículos partidistas y claramente tendenciosos en nombre de la objetividad y la imparcialidad.
Desde el punto de vista del licenciado en periodismo, ¿cree que hay futuro para la profesión, o la digitalización, la información al alcance de un click, terminará con este oficio?
Quiero pensar que es todo lo contrario: la oportunidad de contar con nuevas plataformas, formas de comunicar, expresar, es una plataforma que hace más fácil la verdadera esencia del periodismo. Porque uno puede comunicar más fácilmente. Hoy en día hay blogs detrás de los cuales hay más trabajo de investigación que en muchos periódicos y revistas donde se limitan a hacer un “corta y pega” de las informaciones que les llegan de agencias de noticias. Sin embargo, a veces internet se ha utilizado con la finalidad de dañar o injuriar refugiándose en el anonimato y eso es muy peligroso. Y, por lo tanto, debería estar más regulado.
¿En qué situación diría que se encuentra el periodismo en la India? ¿Y en España?
Yo diría que el problema actual es general a muchos países. Mucho del periodismo que se hace hoy en día está muy vendido, no sólo a partidos políticos, sino a marcas y grupos empresariales —que, a la vez, en muchos casos, también están vinculados a grupos políticos—. Pero, como siempre, lo más peligroso de la cuestión es la incoherencia. A mí que un periódico tenga una determinada tendencia política me parece muy bien, cada uno es libre, pero que lo reconozca. Lo que no se puede permitir es que se publiquen artículos partidistas y claramente tendenciosos en nombre de la objetividad y la imparcialidad.
Creo, y no sé si estará de acuerdo conmigo, que el papel de los medios a la hora de dar a conocer proyectos como el suyo, es básico. ¿Están poco apoyados en este sentido?
Estoy totalmente de acuerdo. Es básico a la hora de dar a conocer el trabajo de una ONG. Y sí, me encantaría que se publicaran más noticias acerca del trabajo que realizan muchas organizaciones. Estaría bien que, como norma, los informativos y periódicos incluyeran siempre algo de buenas noticias. Además, creo que eso sería también una buena manera de hacer lo que hacen pero de otra manera. Me explico: explicar lo que hacen las ONG es también, en parte, una manera de decir lo que no hacen las “OG”, es decir, el gobierno al que le toca realizar aquella gestión o cobertura. En el caso de Sonrisas de Bombay, sin embargo, debo reconocer que hemos tenido muy buen trato siempre por parte de la prensa, nacional e internacional.
Estoy convencido de que sí quedan políticos con buenas intenciones y que se acuerdan de que su verdadera vocación debe ser la de servicio
Desde la ONG Sonrisas de Bombay defienden ser lo más transparentes posible al respecto de lo que se lleva a cabo dentro de la organización. Habría que llevar a los tesoreros de algunos partidos políticos a hacer un cursillo con ustedes, ¿no le parece?
La verdad es que la transparencia no abunda hoy en día en ciertas esferas, es verdad. Aún así, estoy convencido de que sí quedan políticos con buenas intenciones y que se acuerdan de que su verdadera vocación debe ser la de servicio, no la de acumulación de ingresos y poder. También es verdad que cada vez se publican mucho más ciertas irregularidades, aunque uno —hablo como miembro del pueblo— a veces se horroriza pensando “¡¿cómo debe ser lo que no sabemos?!” Y si, efectivamente, la transparencia es una de las principales premisas de Sonrisas de Bombay.
En su último libro, El Poder de las Sonrisas, es usted muy crítico con la manera en la que se enfoca la cooperación al desarrollo. ¿Queda mucho por mejorar?
¡Muchísimo! Estoy convencido de que cada vez nos acercamos más a la necesidad de recomponer el sector y crear un nuevo modelo, porque se está viendo que el actual a veces perpetúa necesidades e incoherencias. Creo que se deben intensificar dos líneas: la de hacer de una ONG una entidad totalmente autosuficiente y la de hacer más lucha e incidencia política. Es decir, presionar a los gobiernos en cuestión para recordarles que cumplan su deber, a veces asumido por las ONG.
¿Ve posible que España termine por alcanzar a los índices de mendicidad que existen hoy por hoy en India?
¡Quién sabe…! Desde luego yo sólo estoy viendo retrocesos. En todos los aspectos, no sólo el económico. Los cambios en el mundo son, hoy en día, muy rápidos y hay cosas que suceden hoy en día que nunca nadie las hubiera imaginado diez años atrás. Así que nunca nada se puede dar por seguro.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice en su libro sobre llevar a cabo campañas basadas en los resultados positivos, y no apelando a la lástima. ¿Se consiguen mejores resultados de este modo?
Sin duda. Las personas buscamos alimentarnos del positivismo, de la alegría, de la esperanza. Nunca el desánimo. No he visto estadísticas de si se consiguen más socios o no y también debe variar por países, porque las apelaciones y el público objetivo suele variar mucho.
Noto algunas diferencias de “estilo” entre Sonrisas de Bombay y El Poder de las Sonrisas. El segundo habla de la parte más técnica del proyecto, ¿verdad?
¡Sin lugar a dudas! Sonrisas de Bombay retrata el alma del proyecto, El poder de las sonrisas, a pesar de estar escrito también con el alma, habla del cuerpo de la entidad y de todos los “entrenamientos” por los que ha pasado.
El poder de las sonrisas me ha dado la oportunidad de describir el trabajo entre bambalinas de la organización, porque a veces me ha dado la impresión de que si uno se queda sólo con el contenido de mi primer libro puede pensar equívocamente que se trata de un proyecto ñoño o paternalista. Y eso es lo último que es Sonrisas de Bombay. ¡Es todo lo contrario! Así que escribir este libro ha sido una maravillosa oportunidad para dar a conocer la parte más técnica de la organización.
Por otro lado, era importante también insistir en que Sonrisas de Bombay no soy sólo yo, sino un gran conjunto de personas que, desde sus posiciones de trabajo, voluntariado o apoyo de todo tipo, la hacen posible. Eso era muy importante.
Debemos re-enamorarnos cada día de lo que hacemos para saber apreciar de verdad.
En la solapa de El Poder de las Sonrisas, lo describen como una persona con una capacidad de “liderazgo natural”. ¿Se considera un líder?
¡Es que no tengo ni idea de por qué lo dicen, de verdad! [risas] Eso dicen y le prometo, desde la más sincera humildad, que no sé muy bien ni por qué dicen que me consideran un líder. He leído en algún sitio que soy capaz de involucrar a muchas personas en esta lucha y que de ahí lo del liderazgo. Pero es que es la lucha en sí, la legitimidad de querer un mundo justo donde todas las personas tengan sus derechos humanos garantizados, la que es capaz de mover a otras personas y hacer que se unan a nuestra lucha.
Lo que sí soy una persona muy entusiasta y tal vez eso es lo que hace que otras personas se animen. ¡Pero es que todo lo que hacemos en esta vida nos debe entusiasmar! Debemos re-enamorarnos cada día de lo que hacemos para saber apreciar de verdad.
Y hablando de líderes, usted parece tener muy presente al líder espiritual Mahatma Gandhi. ¿Es una buena fuente de “consejos”?
Lo que me interesa mucho de Gandhi es su mensaje de no violencia fuera un constante en su vida y lo aplicara con una extraordinaria coherencia. Pero tengo presentes también a muchas otras personas que a lo largo de la historia han logrado grandes o pequeños cambios a través de una actitud coherente.
Han abierto salones de belleza gracias al proyecto SEED de Sonrisas de Bombay y son verdaderas líderes —¡ellas sí que son líderes!— en sus comunidades
Haciendo un repaso por los últimos ocho años, ¿cuál diría que ha sido el momento de mayor satisfacción y/u orgullo?
¡Ha habido tantos! Sobre todo en los últimos años, porque uno va viendo los frutos del trabajo y cómo tantas personas con las que trabajamos han conseguido ser seres libres y tener una vida digna. ¡Eso es maravilloso! Yo siempre estoy muy orgulloso —y siento una enorme admiración— con la capacidad de lucha de tantas personas de las comunidades. Contamos con mujeres de la comunidad incluso que en los últimos años han abierto salones de belleza gracias al proyecto SEED de Sonrisas de Bombay y son verdaderas líderes —¡ellas sí que son líderes!— en sus comunidades, promoviendo una verdadera transformación social para sus entornos y, en consecuencia, toda la ciudad.
Es usted un firme defensor de las sonrisas. ¿En qué momentos diría que fue más difícil mantenerla?
¡Pues en muchos! Actualmente, por ejemplo, estamos implementando desde los últimos años el proyecto HOPE de Oncología Pediátrica y, como es lógico, a pesar de poner todo lo que está en nuestras manos, hay casos en los que el tratamiento no es efectivo. Hace muy pocos días hemos perdido a Vignesh, uno de los beneficiarios del proyecto que tras tres ciclos de quimioterapia finalmente el cáncer ha podido con él. Le organizamos una gran fiesta pocos días antes de su muerte, con regalos, todos los compañeros y miembros del equipo. Lógicamente debíamos sonreír todos delante de él, porque era una fiesta, pero costaba mucho, sabiendo que era su despedida. Este fue el último momento que recuerdo en el que me ha sido muy difícil mantener la sonrisa.
En ocho años, Sonrisas de Bombay ha pasado de ayudar a 40 niños huérfanos, a prestar ayuda a más de 5.000 personas. ¿A este ritmo, dónde se imagina que estará la organización en diez años?
Pues mire, la verdad es que lo ideal es que no existiera la ONG, porque querría decir que el Gobierno municipal de Bombay, el del estado de Maharasthra —del que Bombay es capital— o el de la India ya está asumiendo sus derechos y cumpliendo con su compromiso, ratificado hace más de 60 años, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero mucho me temo que no será así en 10 años. A pesar de ello, el camino que recorremos es para que algún día, y tampoco tan lejano, sea verdaderamente así y todos los ciudadanos de la India puedan tener las mismas oportunidades para acceder a una vida digna.