Héroes sobre ruedas
Los gigantes rompen barreras que parecen no tener fin,
Conquistan montañas que parecen insuperables,
Se imponen al miedo, triunfan sobre el dolor,
Se presionan a sí mismos e inspiran a otros.
Ser un gigante,
Hacer cosas de gigantes,
Dar pasos de gigante,
Para mover el mundo hacia adelante.
Celebrate Humanity, campaña publicitaria del COI (2000)
Un balón. Dos canastas. Diez jugadores. Dos equipos. Un banquillo en ebullición. Las órdenes de un entrenador. Gritos de alegría. Lágrimas de frustración. En definitiva, baloncesto. Eso es lo que se vivió en los polideportivos Dehesa de Navalcarbón y Entremontes entre el 2 y el 4 de mayo. Concretamente, la Copa de Europa de Baloncesto en Silla de Ruedas. Deporte puro: entrega, superación, juego en equipo… Sin embargo, las hazañas de estos luchadores pasarán desapercibidas para el gran público. Ninguna rotativa abrirá con la imagen de unos deportistas que no sólo han competido para superar a sus rivales: se han superado a sí mismos.
Ocho de los mejores equipos de Europa se disputaron el trofeo que acredita la supremacía en esta disciplina en el continente: el español Fundosa ONCE, subcampeón y organizador del torneo, el Galatasaray turco (el ganador), los germanos Lahn-Dill y Rollis Zwickau, el Santa Lucía y en Unipol Briantea 84 desde Italia y, finalmente, los dos franceses: csMbf y Hyeres Handiclub.

Los jugadores del Fundosa ONCE disputan un balón en la final ante el Galatasaray | © jomamaramiPhotos
El equipo español que participó, el Fundosa ONCE, es el único equipo de nuestro país que logró alzarse con la Copa de Europa, en 1997. También es el equipo español más laureado a nivel nacional, con 13 Ligas y 13 Copas del Rey, después de haber ganado ambas competiciones este mismo año. Llegaban a esta Copa de Europa con la intención de triunfar en su propia casa, después de haber finalizado terceros el año pasado.
Tuvieron que conformarse con el segundo puesto, pero pueden volver con la satisfacción del trabajo bien hecho. No cayeron hasta que se encontraron con el poderoso Galatasaray, campeón en cuatro de los últimos cinco campeonatos. En la fase de grupos dieron buena cuenta del Santa Lucía (64-60) y del Lahn-Dill (más holgadamente, 50-62). Para certificar su clasificación como primeros de grupo tuvieron que vérselas con el csMbf, de Meaux (Francia). Después de un igualado encuentro, que terminó el tiempo reglamentario con un 84-84, el Fundosa ONCE acabó alzándose con la victoria (94-91) y consiguiendo ser líder de grupo.
Los locales estaban en la final, pero aún quedaba el escollo más duro: el Galatasaray
En semifinales se enfrentaron al Unipol Briantea 84, de Italia. Gracias a una gran defensa y una remontada en el último cuarto, el Fundosa logró vencer por un ajustado 59-57. Las soberbias actuaciones individuales de Alejandro Zarzuela (21 puntos) y Terry Bywater (20) tuvieron gran importancia a la hora de conseguir esta victoria. Los locales estaban en la final, pero aún quedaba el escollo más duro: el Galatasaray.
Este partido definitivo fue, sin duda, el más competido de todo el campeonato. No hubo ninguna ventaja clara en la primera mitad, aunque el Fundosa se fue al descanso con una ventaja de cinco puntos (52-47) que inundaba de esperanzas tanto al equipo como a los aficionados que llenaron el pabellón para la ocasión. En una segunda mitad de poca anotación, el Galatasaray dejó claro por qué es el mejor equipo del mundo actualmente. El equipo turco fue más sólido en defensa y mantuvo la cabeza fría en los instantes finales, cosa que el Fundosa ONCE fue incapaz de hacer. Un triple de Terry Bywater a falta de 48 segundos dejaba la diferencia en tan solo tres puntos a favor del Galatasaray, pero el vigente campeón supo sobreponerse y concluyó el encuentro (y el campeonato) con un 64-71.
A nivel individual el Fundosa ONCE también destacó, consiguiendo que su alero, Pablo Zarzuela, fuese elegido para el quinteto ideal de la competición. El cinco lo completaron el también español Jordi Ruiz (Unipol Briantea 84), Ahmed Raourahi (Santa Lucía), Michael Paye (Lahn-Dill) y Mateusz Filipski (Galatasaray).
No siempre se puede conseguir la victoria, pero estos héroes, a pesar de perder la final, ya han ganado. Plantaron cara hasta el último minuto y compitieron de igual a igual contra una gran potencia de su disciplina. Consiguieron que, aun practicando un deporte minoritario, un pabellón se llenase de la energía de la afición.