Ayrton Senna: el hombre y el mito

Vía mclaren.com/formula1

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“Durante el año 1993 se lo veía cabreado por tener un motor Ford en su McLaren. Quería luchar por el campeonato y sabía que esa temporada no lo haría. Lo único que podía hacer era esperar circunstancias especiales que le permitieran mostrarle a todo lo el mundo de lo que era capaz. Aquel día se produjeron esas circunstancias especiales y antes de empezar se le metió en la cabeza que tenía que colocarse líder desde la primera vuelta y así dejar a todos como unos estúpidos. Eso fue exactamente lo que hizo.”
Gerhard Berger, ex piloto de F1, sobre Ayrton Senna en el Gran Premio disputado en Donington Park en 1993

Posiblemente el uno de Mayo representa la fecha más trágica en la historia del automovilismo. Ese día señalaba el calendario cuando en 1994 el piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna perdía la vida en el circuito de Imola (San Marino) a los 34 años de edad. El suceso sacudió al planeta, que pudo ver como una de las más brillantes estrellas deportivas moría ejerciendo su profesión. Desde entonces la fecha se utiliza para recordar al piloto brasileño y rememorar desde la admiración y el respeto sus múltiples hazañas. Se ha repetido en muchas ocasiones que aquel uno de Mayo murió el hombre y nació el mito pero lo cierto es que el misticismo acompañó a Senna desde sus primeros años en la F1.

Su exigencia a la hora de competir sentó las bases de la Fórmula 1 moderna

Es una opinión bastante extendida la que eleva a Ayrton Senna como el mejor piloto de F1 de todos los tiempos. Las estadísticas pueden debatir esta creencia (los triunfos de Senna se vieron cortados bruscamente con el accidente que puso fin a su vida) pero el talento y la ambición del brasileño están fuera de toda duda. La habilidad que poseía para manejar monoplazas en cualquier circunstancia (su especialidad eran las carreras bajo la lluvia y las vueltas de clasificación) solo era superada por el incasable deseo de batir a todos sus rivales (en especial a Alain Prost, cuatro veces campeón del mundo). Fue esta exigencia a la hora de competir la que sentó las bases de la Fórmula 1 moderna, en la que los pilotos tratan de alcanzar la perfección a nivel físico y mental. La obsesión de Senna por ganar le llevó a explorar todas las posibilidades que le ofrecieran ventajas sobre sus competidores, que debieron adaptarse al brasileño para poder plantarle cara.

“Yo dedico el 90% de mi tiempo a la Fórmula 1, y el resto a mi familia y asuntos personales. Para Ayrton la competición es el 110%”
Alain Prost

No se puede entender la personalidad de Senna sin la influencia de sus creencias religiosas. Como devoto católico dedicó todas sus victorias a Dios, al que siempre agradeció la oportunidad de convertirse en piloto de carreras. Ayrton creía firmemente que todo su esfuerzo y dedicación le concedían una aprobación divina que le guiaba hacia la victoria. Tal era su compromiso religioso que tras completar alguna de sus prodigiosas vueltas de clasificación llegó a asegurar que sus niveles de concentración le permitían alcanzar un estado de trance en el que se sentía más cercano a Dios.

Ayrton creía firmemente que todo su esfuerzo y dedicación le concedían una aprobación divina

Sin embargo, dentro de la pista Ayrton Senna no era precisamente un santo. Su feroz competitividad lo convirtió en uno de los pilotos más duros de la época. Con su pilotaje agresivo ponía contra las cuerdas a todo piloto que se pusiera en su camino y sus excesos costaron más de un abandono en carrera. La intensa rivalidad que mantuvo con Alain Prost no estuvo exenta de polémicas, con maniobras más que discutibles por parte de ambos pilotos. No obstante, tras varios años de encarnizada lucha, la relación entre Prost y Senna se basó en el respeto mutuo e incluso ofreció destellos de amistad en los últimos años de la misma.

“Un saludo especial para nuestro querido amigo Alain Prost, te echamos mucho de menos”
Mensaje de radio emitido por Ayrton Senna el día de su muerte

Y es que es en las distancias cortas donde Senna se ganó el aura que le acompaña hasta nuestros días. Su carisma no dejaba indiferente a nadie y, si bien era principalmente conocido por su fuerte determinación, su forma de entender los fundamentos de la vida y el ser humano le convirtió en un personaje irresistible para todo aquel que tenía la ocasión de conocerlo. Solo así se explica que veinte años después del terrible accidente de Imola, el legado de Ayrton Senna haya sobrevivido al paso del tiempo. El mismo tiempo que ha convertido una fecha trágica en la ocasión perfecta para recordar a un hombre excepcional.

“Hay un gran deseo en mí de mejorar. Ser mejor es lo que me hace feliz […] y eso se aplica no solo profesionalmente como piloto, sino también como hombre. Pero claro, tengo mucho más que aprender como hombre que como piloto porque mi carrera no durará muchos años más y mi vida espero que siga por mucho tiempo. Quizás esté a mitad de camino en mi vida ahora. Hay mucho por seguir, mucho que aprender, mucho que hacer en la vida. La felicidad vendrá cuando me sienta realizado en todos los aspectos y no siento que esté en ese momento de mi vida hoy, pero todavía tengo mucho tiempo para alcanzarlo” Ayrton Senna, 1991