Ricardo Vicente: “En el fondo todo el mundo quiere ser una rockstar”

Tras dos décadas en la música y en formaciones de cierto calado dentro del mundo independiente (Tachenko, La Costa Brava), Ricardo Vicente se estrenó en solitario a finales del pasado año con un disco-libro de impecable edición y personalísimo contenido: ¿Qué haces tan lejos de casa? (Marxphone-Bandaàparte, 2013), una novela acompañada de once sencillas canciones que harán las delicias de todos los amantes de la música de autor.

Han pasado ya varios meses desde el inicio de la gira de presentación. Como parte de la misma, el músico zaragozano recaló en Vigo el pásado sábado 5 de abril, donde interpretó, en el crepuscular e íntimo segundo piso de La Casa de Arriba, y en formato acústico, las canciones de su proyecto en solitario junto a clásicos de su etapa en La Costa Brava y Francisco Nixon. Después del concierto tuvo la deferencia de tomarse una con nosotros y charlar acerca de su nueva aventura, sus procesos creativos, inquietudes artísticas…

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¿Qué haces tan lejos de casa?

Bueno… Básicamente es la forma que tengo de no hundirme: el seguir viajando; viajando con un pretexto, ya que encuentro bastante absurdo viajar como forma de turismo. La única forma de hacer eso es encontrando una profesión que obligue a ello, y la de músico lo hace. Ahora estoy lejos de casa porque hay que buscar; es como una obligación. El libro habla un poco de todo esto. No es una cuestión de morriña, de nostalgia, de homesick… No. Es haber elegido estar lejos de casa como forma de vida. ¿Que qué hago? Pues seguir buscando.

¿Por qué crees que ahora es el momento de emprender una aventura en solitario?

No es que lo haya pensado yo; surgió. Yo llevo trabajando con discos y con grabaciones desde hace veinte años, más intesamente hace diez. No ha sido una cuestión de necesidad; lo que ocurre es que yo acababa de hacer hace cosa de año y medio algo muy personal. Tú puedes presentar un disco con alguien porque hay canciones de uno y de otro, pero no puedes presentar un texto sin más ni del mismo modo, ya que es más personal. Es la obra la que ha mandado. No sé, ha sido el propio trabajo.

Entonces, ¿la elección del formato libro-disco también ha sido fruto de la casualidad y el proceder natural de tu creatividad?

Sí, no ha sido algo deliberado. Ha sido cuestión de ir juntando material que yo tenía. El libro surgió de ir juntando ese material. La única forma de que tuviera crédito era darle este formato y, la verdad, estoy muy contento con el resultado final.

En la novela hay numerosos pasajes sustentandos sobre una obsesiva imaginería zoológica. ¿Qué significa? ¿Es un simple recurso literario o una forma de canalizar tus miedos más personales?

Es una obsesión mía. Desde siempre – y esto no lo he contado en ningún otro medio, o sea que deberías tenerlo en cuenta [risas] -, el caos, la frustración, o de alguna manera la violencia, siempre la he identificado con animales sueltos. Si tú ves películas como Underground de Kusturica… Obras como El Guernica, que es la expresión de una guerra mediante destrozos y animales sueltos…. Representan el fin de la civilización y el caos del mundo antropológico. Cuando me vuelvo loco, que suele ser cuando estoy trabajando con cosas muy sentimentales o muy frágiles, como lo es el estar de gira, me parece que en cualquier momento pueden aparecer los animales. Es un recurso muy típico. No lo hago desde un punto de vista surrealista o un planteamiento esquizofrénico, sino porque me parece muy coherente que cuando acabe la civilización los animales estén sueltos. Es el fin de los zoos; sería el fin de la cultura zoológica que es tener a los animales encerrados. Esa sería la idea.

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En el libro afirmas que eres de los que “quieren una tierra donde enterrar sus confesiones”. ¿Hay especulación urbanística en esa tierra?

Bueno, cualquiera que guarde un secreto es un secreto inflado. Es una burbuja que crece. Puede ser que a uno los secretos se le hagan muy grandes. Pero yo soy muy de respetar los secretos; para mí es la fuente de toda mi literatura. Pero bueno, tiene su peligro, y este peligro puede identificarse con una especie de especulación urbanística; sí.

En tu repertorio musical, tanto en ¿Qué haces tan lejos de casa? como en tu producción anterior, canciones como Todos tus caballos de carreras, Museo británico, Henry Darger… Presentan armonías sencillas, basadas en tres acordes pero sostenidas por melodías solventes y texturas muy variadas. ¿Cómo logras extraer tanto de tan poco? ¿Es una postura estética premeditada o un mero resultado de la inspiración?

Creo que hay un probleman con la técnica hoy en día y es que cualquiera pueda grabar loops y cualquiera puede complicar una canción con un ordenador en su casa; esto acaba superando la creatividad. Yo caí, como caemos todos, en la fantasía de ponerte a componer en casa y… Pero justo en el disco de El problema de los tres cuerpos tomé una decisión técnica, que fue que nunca más iba a mandar la técnica en la composición, sino que en ella iban a mandar tan sólo los textos y las armonías. Me puse entonces, como trabajo de estudio, el intentar hacer la mejor canción de tres acordes que yo pudiera. Esa fue Todos tus caballos de carreras, que es complicadísima de tocar; no por mí, que me la sé [risas], sino porque, por ejemplo, hablando el otro día con Javi, el bajista de Maga, que es impresionante y ha tocado conmigo, me dijo: “yo toco las que quieras menos esa” [risas]. Es una canción complicada; cada estrofa, si quieres hacerlo bien, empieza distinta y con diferente ritmo… Pero sí, son tres acordes.

La satisfacción de hacer una canción buena la puede tener cualquiera, lo realmente complicado es dar con lo que yo entiendo por dignidad, que te identifiquen.

Algo parecido ocurre con A Joni Mitchell con todo mi amor. La estrucutra es siempre igual, sin embargo el ritmo y la melodía varían a lo largo del corte. Es como si hubiera varias canciones dentro de la misma, pero siempre sin alejarse de la sencillez.

Sí… Esa es una cosa, además, que es fundamental para directos en acústico: la dinámica. Si tú intentas brillar durante todo el concierto con la misma textura al final nadie te va a prestar atención; es pura retórica. Tú no puedes estar todo el rato enseñando el juguete. Es algo que cuesta mucho porque es pura coordinación, pero muy útil. Esto es algo que aprendí mucho con Ramón [The New Raemon]. Ramón es un grandísimo intérprete y domina como pocos la técnica. Grabando con él aprendí muchísimo, porque al final todos cogemos vicios y acabas sintiéndote demasiado seguro con ciertos giros y, si te acomodas en ellos, es malísimo porque te enganchas y corres el riesgo de aburrir.

Sin embargo, creo que algunos vicios pueden convertirse en sellos de identidad, en algo personal e intransferible, en una virtud. Pienso en Bob Dylan o, hablando de músicos patrios, Nacho Vegas; sus timbres y sus dejes son reconocibles de inmediato. Creo que contigo sucede algo similar; eres de esos artistas que uno escucha y dice: ¡este es Ricardo Vicente, no hay duda! Eso también es difícil de conseguir.

Sí, esto esto es algo muy importante. Lo más difícil es que la gente te identifique. Esto lo aprendí con Fran [Fancisco Nixon]. Un hit lo puede hacer cualquiera; los hits son matemáticos. De hecho, hablando con el de los Jayhawks, que vivía en el Puerto de Santa María la mitad del año… Ya sabes, la industria americana funciona muy así; él grababa para las Dixie Chicks, unas tías americanas de country que allí venden veinte millones de discos. Ahí lo tienen todo muy organizado, son muy pros. Pues tenían a Gary Louris, que es uno de los mejores tipos que hace puentes entre estrofa y estribillo, en el estudio de grabación. Él estaba allí, sentado, leyendo el periódico; cobraba por día y cuando le llamaban le decían: “bueno, haz un puente para este estribillo”… Y el tío hacía una cosa súper buena. Hacer un hit es eso. Lo difícil es que la gente te identifique; eso es lo complicado. La satisfacción de hacer una canción buena la puede tener cualquiera, lo realmente complicado es dar con lo que yo entiendo por dignidad, que te identifiquen. En el fondo todo el mundo quiere ser una rockstar y para eso hay que tomarse muy en serio lo de trabajar en tus giros.

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En la novela hablas, además, de que lo único que esperas de la música es que en ella ganen los buenos. ¿Crees que en el panorama español actual se cumple esta premisa?

Mira, yo del panorama español sólo escucho a gente que conozco y que conozco personalmente. Creo en la posibilidad de un trabajo comunitario, por eso sigo a este tipo de gente con la que puedo colaborar o tiene de algún modo relación conmigo. Por lo demás, no tengo ni idea, la verdad. Muchas veces le pregunto a Fran… Vamos a un concierto y cuando veo a la gente le digo: y estos… ¿quiénes son?. No tengo una visión. Lo que sí tengo es la obsesión de pensar que todos vamos en una misma dirección y que me puedo fijar en la gente que lo hace bien. Y por eso digo que para mí lo importante es que ganen los bueno;. porque los hay que ganan y no son buenos sencillamente porque no son de mi mundo. O sea, en el mundo en el que trabajamos nosotros desde hace muchos años, llámalo independiente o como quieras, lo importante es que todos tengamos dignidad. Esa es la idea.

Pienso en gente como Quique González, Nacho Vegas o León Benavente, que tú conoces bien y que nos ha deslumbrado con todo un discazo homónimo el año pasado.

Sí, son gente que admiro. Estarían dentro del leitmotiv de que ganen los buenos. Los tres son gente que lleva mucho tiempo trabajando en esto, además de muchos lados. Tú ves a Edu [Tachenko, León Benavente], que lleva en la industria muchísimo, como técnio o como músico, y notas que entiende perfectamente cómo es esto, que tiene un respeto por la profesión absoluto. Son gente que lo mismo tocaría para treinta que para trescientos, y eso es ser bueno, es tener dignidad.

Dado que has mencionado a Edu de Tachenko, grupo con el que trabajaste durante un tiempo… ¿Qué han supuesto para tu educación sentimental y musical las diferentes etapas de tu carrera, ya sabes, Pulmón, Tachenko, La Costa Brava…?

Yo tengo como dos bloques. Una primera época hasta 2000, cuando acabé la carrera y empecé a viajar durante cuatro años. Digamos que fue una etapa de aprendizaje; tocaba por ahí pero sin tomármelo de manera muy profesional. Después comenzó lo de Tachenko en 2004 y en 2005 lo de La Costa Brava. Más tarde, en 2006, vino Fran y el trabajo con The New Raemon. Bueno, Tachenko quizá supuso el encuentro con todo lo que es este trabajo. La Costa Brava una felicidad absoluta y, el trabajo con Fran, una especie de volver a empezar. El posterior proyecto junto a The New Raemon fue el trampolín que faltaba para poder embarcarme en solitario. Este sería más o menos el argumento de cada etapa.

Tengo la obsesión de pensar que todos vamos en una misma dirección y que me puedo fijar en la gente que lo hace bien; por eso digo que para mí lo importante es que ganen los buenos.

En el otro lado está la literatura, ¿cuáles son tus influencias literarias?

Bueno, yo soy alguien que lee cosas muy clásicas. Casi no leo cosas contemporáneas, sólo cuando se trata de ensayos o biografías. Por lo demás, lo más cerca que estoy de lo contemporáneo son los años setenta y la generación beat. En general soy mucho de literatura norteamericana. Me he criado con una base americana; tengo una tradición de iconos y fetiches americanos. Soy muy anglosajón, muy british en política y en estética muy americano.

Si Ricardo Vicente fuera un libro, una película o una canción, ¿qué sería?

Complicado… Si yo fuera una película sería una tragedia. Sería una tragedia tanto en película, como en canción, como en libro. Sería la historia de alguien que arriesga lo personal. Tal vez Robinson Crusoe, sin duda, es como mi tendencia a la soledad; es el libro que leí con nueve o diez años; me impactó muchísimo y nunca he dejado de pensar en él.

Por último: ¿ya no “vuelves los domingos y quieres hasta mañana”? ¿Hay planes de futuro, de que esto siga?

Bueno, ahora ya no tengo ni concepto de domingo ni concepto de lunes. Tengo muchísimo trabajo. Lo que quiero es terminar esta etapa. En junio termina la gira como tal y luego tengo algún festival; pero lo que de verdad pretendo es recapitular a final de gira y ya veré. Pero de verdad, ahora mismo estoy superado por el trabajo.

Os dejamos con una interpretación de Henry Darger durante el concierto del sábado 5 de abril en La Casa de Arriba, Vigo:

Colaborador en la entrevista: Xácome González Soto.