Louis CK: Hipocresía a la americana

There are two types of people in the world: People who say they pee in the shower and dirty fucking liars

“Hay dos tipos de personas en el mundo: Personas que reconocen mear en la ducha y putos mentirosos de mierda”
Louis CK

Divorciado, padre de dos niñas, gordo, proyecto de calvo y fenómeno de masas. Parece un chiste, ¿no? El frustrado hombre del metro (porque, no nos engañemos, no parece caminar demasiado) toma el micrófono en un teatro abarrotado de gente que  saca fotos con sus móviles última generación y aúlla como grupies de los Beatles. Camina con parsimonia y torpeza, como el último bolo que nunca cae, y, ante mi asombro, lo primero que hace es insultar al público. Llamarlos imbéciles. Y, aunque me duela reconocerlo, sólo puedo estar de acuerdo con Louis CK: El poeta de los cómodos.

En un mundo donde la filosofía es una mera anécdota y la literatura hace tiempo que enseña muslo en una esquina, estamos acostumbrados a recibir nuestra dosis de cultura recién masticada, véase en forma de series, best sellers, videos de facebook y demás. Louis CK ha sabido aprovechar muy bien esa corriente, con un lenguaje soez y, muchas veces, gratuito, tratando temas de actualidad con rimas fáciles, insultos desternillantes y todos los tacos de la lengua inglesa, que, la verdad, son pocos. El poder del escenario convierte chistes racistas de medio pelo en una carcajada descomunal, mientras que una broma así a la hora del café podría terminar en despido (o en claro rechazo como mínimo), sobre todo en un país tan conservador como los Estados Unidos. El señor CK es un reflejo de las opiniones reprimidas del hombre blanco estadounidense medio, que rosma cuando una vieja se le cuela por el supermercado o debate a grito pelado temas tan peliagudos como el uso de células madre, la contaminación o el aborto en un bar que cierra a las diez. Es un monstruo creado por ellos mismos, una consecuencia obvia de la oferta y la demanda. Y lo peor, es que es ingenioso.

Hay que aclarar, antes de hablar sobre él, que tiene una amplia experiencia en el mundo del espectáculo, siendo guionista de muchos de los más importantes Late Shows de Estados Unidos,como el de Connan O’Brie o David Letterman, además de tener su propia serie, “Louie”. Cada capítulo de la serie resulta ser una transición entre el monólogo del principio y el del final, con historias planas, surrealistas, y, francamente aburridas.

La primera vez que lo vi me indigné bastante cuando empezó el espectáculo con un chiste antisemita, además de algunos otros sobre su abuela muerta y de sugerir la idea de eyacular en la cara del vecino como método de defensa personal en las incómodas conversaciones de ascensor. Esa misma tarde quedé con un amigo y le puse el vídeo, todavía cabreado, y si algo me sorprendió más que ver cómo se partía la caja era sentir cómo se dibujaba lentamente una sonrisa de idiota en mi cara. Me sentía otro más del público; un tipo cualquiera que cuelga en twitter su actuación y se ríe cuando me interpela en medio del show para llamarme zombi sin personalidad y tío mierdas en general. Todo regado generosamente con Fuck and shit and fuck you and asshole.

 Es un monstruo creado por ellos mismos, una consecuencia obvia de la oferta y la demanda

El problema es que debajo de esa capa muy gruesa de banalidad y mal gusto hay mucho más. Hay una denuncia clara de la hipocresía de la sociedad americana. Louis CK es, ante todo, un tipo cabreado con su público. Él es un conglomerado de todo lo malo, de todos los tópicos de una sociedad mórbida y anoréxica en demasiados sentidos, desde éticos a sociales, pasando por temas religiosos, económicos y políticos. Es un Mr. Hyde colectivo, concentrado en un solo hombre que le grita a una estatua de la libertad que está a punto de licenciarse en una universidad privada: “sí, imitadme, acabad como yo. Soy feliz, ¿no? Al menos gano más pasta que tú, perdedor”.

En definitiva, odio a Louis CK. Es un ser humano despreciable. Es un humor escatológico, políticamente incorrecto y sencillo. Pierde su valor como cómico sobre todo al compararlo con un humor más elegante y preciso como puede ser Les Luthiers, Berto Romero  o Wyoming en sus tiempos de Caiga Quien Caiga. El problema es que me hace gracia, y, supongo que en el fondo me convierte en otro espectador de su terrible show. Probablemente al fondo de la sala y apoyado en la pared, pero, al fin y al cabo, otro más del público. Estoy confundido, porque, la verdad, me tomaría una cerveza con él. Y tú, ¿lo harías?

Si te atreves a conocerlo, haz clic en la imagen.