El estigma de la enfermedad mental
Bajo títulos como El mito del enfermo mental violento, La voz callada o La Lucha contra el estigma, la Universidad de Santiago de Compostela organizó un curso de formación de voluntariado en salud mental. A través de la colaboración de diversas asociaciones gallegas, los participantes pudieron disfrutar de conferencias y actividades vinculadas al papel de la sociedad respecto a las enfermedades mentales. La violencia, la discriminación, los convencionalismos, los medicamentos, las terapias psicológicas o la rehabilitación fueron algunos de los temas tratados durante los cuatro días del curso.
El coordinador de la asociación Itínera, Carlos Martínez, fue el organizador principal y el encargado del discurso de apertura. Analizó la tarea de las asociaciones en su labor de ayuda a los usuarios, la cual entiende como rehabilitadora y no de entretenimiento. Aquí dio su particular aviso a todos esos familiares que pretenden que el enfermo acuda a actividades simplemente ociosas: “la estancia máxima en una asociación debería ser de dos años, ya que no pueden convertirse en un cajón desastre”. Las asociaciones serían entonces puentes hacia una vida más satisfactoria y plena.
“Estadísticamente las personas con enfermedad mental no tienen más tendencia a delinquir ni a la peligrosidad”
¿Es peligroso un enfermo mental? “Estadísticamente las personas con enfermedad mental no tienen más tendencia a delinquir ni a la peligrosidad”, esta fue la respuesta de Rodrigo Blanco, miembro del departamento jurídico de FEAFES Galicia (Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Galicia). Jorge Sobral, catedrático de Psicología Social, insistió en que tenemos que aceptar la maldad en la sociedad. Recordó que los soldados, los fanáticos políticos y los religiosos matan siendo conscientes de lo que hacen. “¿No será la maldad por sí misma una enfermedad?”, Sobral intentó así desterrar el mito del enfermo mental como sujeto peligroso. Para él, esa leyenda se compone de tres partes: el temor generado cuando alguien pierde la razón, el miedo producido por las enfermedades mentales al ser desconocidas y la percepción de que la gente “normal” no mata.

Jorge Sobral y Carlos Martínez durante la conferencia sobre peligro y enfermedad mental | © Andrea Oca
De la institucionalización de los pacientes en centros médicos habló el psiquiatra Ramón Area. A partir de la idea de que rehabilitar es más que dar fármacos, criticó los métodos de los psiquiatras actuales: “se está abusando de los medicamentos. Para los psiquiatras es una forma de aliviar la angustia y dormir mejor por las noches. Es más fácil que estar preocupándose por qué le pasará al paciente”. Los fármacos nuevos no han cambiado la situación y él no espera que lleguen medicamentos con efectos secundarios mínimos. Detrás está la industria farmacéutica. Esa industria que Emilio Gutiérrez, catedrático de Psicología Clínica, considera la auténtica responsable de la formación farmacológica de los psiquiatras y la culpable de poseer una gran influencia a través de los visitadores médicos, congresos, regalos… En las enfermedades físicas existen unos patrones de restitución, pero en las mentales no se sabe exactamente qué es estar sano, esto conduciría a pensar erróneamente que tener un diagnóstico es tener una enfermedad. Esa idea de Emilio Gutiérrez se puede enlazar con la de Carlos Martínez sobre la cronificación del trastorno mental severo, la cual provoca que la medicación domine la vida de una persona. Para evitarlo, se crean iniciativas como la Unidad de Viernes Clínicos de la USC. Emilio es su responsable debido a su firme creencia en trabajar con la parte sana del paciente. Se manejan programas de recuperación cuyo objetivo final es la reinserción laboral, propósito que se ha alcanzado en algunos casos.
Los cambios en los criterios utilizados para los diagnósticos han provocado un aumento de trastornos. Los síntomas podrían afectar a cualquier persona en algún momento, sin que esto implique un problema mental
Gutiérrez aprovechó para dar su opinión en contra de la quinta edición del DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), el manual psiquiátrico de referencia mundial. Los cambios en los criterios utilizados para los diagnósticos han provocado un aumento de trastornos. Los síntomas podrían afectar a cualquier persona en algún momento, sin que esto implique un problema mental. El cuestionamiento del DSM está también presente en el vídeo La falacia de la psiquiatría – El marketing de la locura, un documento que no debe ser entendido como dogma pero que sí ofrece una clara panorámica sobre el excesivo afán de medicar a los pacientes. La cantidad de publicidad sobre fármacos que se puede ver en las televisiones estadounidenses, la incorrecta praxis de los profesionales del sector y la manipulación psicológica del paciente son las claves del vídeo. Allen Frances, jefe del grupo de tareas del DSM-IV, escribió un artículo para Psychiatric Times en el que opina sobre el DSM-V. Introduce una larga lista de nuevos trastornos muy controvertidos entre los que se encuentran el trastorno de atracones o el síndrome de riesgo de psicosis.
“Sí, los medicamentos son caros pero eso demuestra lo que son. Además, nuestros costos de investigación y desarrollo son enormes, y necesitamos cubrirlos de alguna manera”, estas líneas pertenecen al libro The truth of the drug companies de Marcia Angell. Esta obra narra historias de falsas investigaciones, médicos sobornados por las compañías, prescipciones de medicamentos para usos no incluidos en los prospectos… Con la cita anterior, Marcia refleja el mensaje que transmiten las farmacéuticas. No es de extrañar que haya casos como el del psiquiatra Loren Mosher, un experto en esquizofrenia que decidió abandonar la Asociación Americana de Psiquiatría. Lo hizo mediante el escrito I want no part of it anymore, donde denuncia los beneficios de los clientes de las farmacéuticas y el desprecio existente en el gremio hacia las terapias psicológicas.

El Aula Magna de la Facultad de Matemáticas, donde se celebró el curso de formación | ©Andrea Oca
No fue la psiquiatría el tema que levantó más polémica durante las cuatro jornadas de formación. El gran debate lo abrieron Carina Fernández y Ana Escrigas, trabajadoras de FEAFES Galicia. Se centraron en la lucha contra el estigma, haciendo hincapié en que suele ser más difícil la ruptura de prejuicios que hacer frente a la propia enfermedad. La polémica surgió cuando dieron nociones sobre el lenguaje que recomiendan para los medios de comunicación, los cuales nunca deberían usar términos como “enfermo mental”, “los bipolares”, “los esquizofrénicos” y otras expresiones por el estilo. Al finalizar su intervención, numerosos miembros del público estuvieron de acuerdo en que ellas mismas caen en discriminación al defender usos rebuscados como “personas con enfermedad mental” o “personas que padecen un trastorno bipolar”.
Los entrevistados cambian el discurso cuando se enteran de que los interlocutores tienen un trastorno mental
Defendieron la necesidad de ofrecer una imagen positiva de los enfermos mentales, cayendo en una idealización muy reprochada por los asistentes. La voluntaria de Itínera Fátima Díaz, salientó el hecho de que no hay que mostrar utopías. Una de las dinámicas de grupo realizadas trataba precisamente de desechar tanto imágenes de los psiquiátricos del pasado, como imágenes actuales fomentadas desde muchas asociaciones. Fue muy comentada una fotografía de una mujer saltando con globos de colores en la mano. “Los enfermos mentales viven días buenos y días malos, momentos de alegría y de tristeza como el resto de seres humanos”, concluyó la supervisora de la dinámica de grupo Violeta Núñez. La lucha contra el estigma pasa por normalizar y en eso la sociedad tiene mucho que caminar. Como ejemplo, este vídeo en el que pacientes convertidos en reporteros hacen un experimento social en un centro comercial. Los entrevistados cambian el discurso cuando se enteran de que los interlocutores tienen un trastorno mental.

El cartel oficial del curso plasma la metáfora de la camisa de fuerza desabrochada | ©Andrea Oca
Los afectados tuvieron voz gracias a Carlos Mañas, Iván Torres y Carla Riande. Carlos es publicista, sus continuos episodios de euforia le hicieron darse cuenta de que tenía un problema. Desde aquella, habla abiertamente de su enfermedad y elabora campañas publicitarias de concienciación en colaboración con famosos. Iván estudia Medicina y escribe poemas en los que convierte su trastorno en arte, describiendo sus momentos de delirios. Carla es la secretaria de ASBIGA (Asociación de Bipolares de Galicia), eso sí, “yo no soy la bipolar, soy simplemente Carla”.
Nadie está libre de romperse una pierna o de tener dolor de cabeza. Nadie está libre de pasar por un quirófano o de ingresar en un centro médico. De igual forma, nadie está libre de ser invadido por un trastorno obsesivo compulsivo o por uno de personalidad. La enfermedad mental forma parte de la vida y del complejo cerebro. El rechazo y el temor son fruto de una sociedad que prefiere desintegrar por comodidad.