El delicioso jardín de los deleites: De lleno en el caos (II)
Para entender el significado del Jardín de las Delicias, los estudiosos siempre recomiendan echar la vista atrás y tener constantemente presente la Biblia y a sus glosadores más importantes. Dado el propio mensaje de la pintura, ningún referente le hará mayor justicia en su justificación. Como paso siguiente a la entrada en el laberinto, a continuación empieza el análisis de ese mismo laberinto.

La Creación | orlando-kokoro.blogspot.com
El único texto que nos dejó el Bosco como introducción al mundo de los deleites se encuentra en el lugar que ofrece menos dudas: la parte exterior. Está pintada a la grisalla, técnica pictórica que produce la sensación de ser un relieve escultórico. Lo ocupa casi en su totalidad una visión cósmica esférica, con una imagen de la tierra, plana y rodeada de agua. La tierra tiene los perfiles irregulares y sobre ella se distribuye desigualmente la vegetación, en la que algunas plantas son conocidas y otras extrañas. Hay una luz que baña unas zonas y deja otras en la sombra, que hace que nos encontremos ante una esfera cristalina y translúcida con reflejos luminosos. De este modo se logra un efecto de relieve mediante el claroscuro propio de la técnica grisalla. En la zona superior de la esfera, por encima de la tierra, se despliega un manto de nubes.
Ya fuera de la esfera, arriba a la izquierda está Dios en un tamaño muy reducido. La imagen de Dios parece surgir de un círculo de luz. Está sentado, lleva una corona, va vestido con un manto y su mano apoya un libro abierto al que señala con la mano derecha. Resulta extraño verlo representado en unas dimensiones tan pequeñas, y más contemplando su basta creación. Sin embargo, está compensado con los dos fragmentos que lo acompañan y que aluden a su poder. Siguiendo la dirección de su mano nos encontramos el único texto presente en esta pintura. Son dos frases en latín sacadas del Libro de los Salmos: “Ipse dixit et facta sunt” e “Ipse mandavit et creata sunt”, que traducidas al castellano significan “Él mismo lo dijo y todo fue hecho” y “Él lo mandó y todo fue creado”. Cuando El Bosco se refiere al versículo que está escrito en la pintura insiste en una idea: todo el poder viene de Dios, nada de lo que sucede en el mundo es posible sin que Él lo permita. No sólo el hombre está bajo sus designios, sino que mismo diablo tampoco actúa sin su autorización. Al sostener en libro abierto, es de suponer que se trate del libro de la Revelación del texto bíblico, en que se narra precisamente la creación.
“Él mismo lo dijo y todo fue hecho. Él mismo lo mandó y todo fue creado”
En este caso hay consenso entre los estudiosos, que afirman el universo que se nos presenta corresponde al tercer día de La Creación. ¿En qué se basan? En la propia Biblia. Según esta, el primer día surge la luz y se separa de las tinieblas, el segundo se hacen el firmamento y las aguas, que se separan unas de otras, y durante el tercer día Dios distingue los mares de las zonas áridas y puebla la tierra de árboles y plantas. Todavía no han aparecido la estrellas en el cielo, que serían creadas al día siguiente. La pista definitiva nos la aporta el autor y teólogo medieval Pedro Lombardo, que en su Libro de Sentencias establece que “el hombre fue colocado en un paraíso terrestre que comenzó a ser plantado en el momento en que, habiendo comenzado las aguas a evacuar la tierra, aquella recibió la orden de producir hierbas y árboles”. Es decir, el tercer día.
El Paraíso terrenal
El contraste del tríptico abierto es notorio entre las tablas izquierda y central, y la derecha. Las luces de la Creación mencionadas anteriormente resultan ser el primer estadio las primeras tablas. Estas luces iluminarán el día y de este modo el mundo de la Creación quedará eclipsada. Además de haber unificado el color, en las dos primeras tablas se ha elegido el mismo punto de vista alto, con lo que se puede observar una gran extensión del terreno. En la tabla de la izquierda se encuentra el Paraíso terrenal y su centro geométrico coincide exactamente con el pequeño círculo abierto en la base de la Fuente de los Ríos del Paraíso.
Dios presenta a la recién creada Eva, mientras que Adán la mira sorprendido y satisfecho

Parte inferior de El Paraíso | copepodo.wordpress.com
A pesar de no estar en el centro, la escena principal es la de Dios, Adán y Eva, que se encuentran en la parte inferior. Es destacable que la acción representada no corresponde a ninguno de los momentos que se representan habitualmente del Génesis, como la creación de Eva a partir de la costilla de Adán o el aviso del modo de comportamiento en el Jardín. En la pintura, Adán está echado en el suelo y mira a Eva. Ella está de rodillas y de la mano la sujeta Dios, que extrañamente no lleva ningún elemento distintivo que deje clara su identidad. Todo indica a que El Bosco pretendía reflejar la creación de Eva y el prosterior matrimonio paradisíaco. Dios presenta a la recién creada Eva, mientras que Adán la mira sorprendido y satisfecho.
Una explicación de la elección de este momento es que aquí Eva cobra un protagonismo básico. Es la única vez en que se demuestra interés en ella, quien será la verdadera responsable del mal que está próximo a llegar. Destaca en esta primera tabla la Fuente de la Vida, con cuatro canales que simbolizan los cuatro ríos que nacen allí, según el Génesis. Sin embargo, no acaban convirtiéndose en corrientes de agua, sino en una zona acuática de la que salen a la derecha animales y monstruos, mientras que en la zona izquierda beben otros animales, entre ellos un unicornio.

La Fuente de la Vida | ayay.co.uk
Estos animales se dice que los producen las aguas de la Fuente de la Vida. En la zona superior vemos todo tipo de bestias, desde elefantes o jabalíes, hasta un león, un elefante o gacelas, todas ellas en actitud agresiva. Apreciamos que, por ejemplo, arriba a la derecha un león ha derribado a un ciervo y se dispone a comérselo. También alrededor del estanque un ave se dispone a devorar una rana, y un leopardo lleva en la boca un ratón. La respuesta al comportamiento de estos animales no es sino su propia naturaleza. Unos han sido creados para ser alimento natural de otros, lo que explicaría el leopardo comiendo el ratón o el león con el ciervo.
Un pequeño búho se guarece en el círculo central de la Fuente de la Vida, en el centro de esta primera tabla. A pesar de que en la cultura grecorromana la presencia del mochuelo estuviese estrechamente relacionada con Minerva y la sabiduría, en la mayor parte de los bestiarios medievales se le consideraba un ser de tinieblas y pecado. Estudiosos establecen un vínculo entre el búho asomando y el ojo de Dios en Los Siete Pecados Capitales, obra también realizada por El Bosco. Otras teorías apuntan a que en Paraíso reinaba la paz, y que el ambiente de tensión era un avance de lo que se avecinaba.
Resulta destacable la presencia de los dos árboles, uno en el medio y hacia la derecha, y otro abajo a la izquierda. El primero de ellos es el Árbol del Bien y del Mal. Enraizada en unas rocas irregulares podemos ver a la serpiente tentadora enrollada en su tronco. El de la izquierda de Dios, Adán y Eva es un drago, una especie exótica en aquel tiempo y procedente de Canarias, que se identifica con el Árbol de la Vida.
Enraizado en unas rocas irregulares podemos ver a la serpiente tentadora enrollada en su tronco
El paraíso imaginario
La tabla central es, sin duda, la que más miradas acapara a primera vista. Es fruto de multitud de interpretaciones, fantásticas o reales, y realmente complicada de describir, dado la ingente cantidad de seres humanos y animales que lo ocupan. Muy importante es saber que el tamaño de animales, frutas o plantas no se corresponden con los reales ni con los seres humanos que los rodean, siempre de menores dimensiones. Los colores ayudan a concebir este paraíso como un paisaje atractivo en el que se le da rienda suelta al esparcimiento y la libertad. No obstante, el mundo paradisíaco y optimista en que habitan los hombres es un engaño. Los estudiosos afirman que nos encontramos ante Jardín de las Delicias carnales y pecaminosas después de la Caída y la traición de Adán y Eva.
Hombres y mujeres, blancos y negros, siempre completamente desnudos salvo en un caso, pueblan la tabla a lo largo y a lo ancho. Cabe preguntarse, ante tal situación, cuál es el orden idóneo para su lectura. Pese a una primera impresión caótica, se puede apreciar que se ha cuidado la composición hasta en el más mínimo detalle. La confusión inicial no es sino fruto de la incapacidad del espectador, que no es capaz de reconocer nada con claridad. Sin embargo, se puede explicar la pintura más extraña que se hizo por aquel entonces en Europa separándola en tres niveles.
El primer nivel se corresponde con los suelos verdes en primer término, que acaban en un límite curvilíneo más oscuro. Aquí se multiplican los grupos de humanos en posturas y actitudes muy diversas. Algunos de ellos están conversando, pero otros están en una clara actitud carnal, tanto homosexual como heterosexual. Ninguna escena sobresale por encima de otra, y esta premisa se puede aplicar a la totalidad de la tabla central. Es una figura curiosa la de un hombre abajo a la derecha. Extiende el brazo y señala a una mujer negra algo que sucede fuera de la tabla, que indica a Eva en la primera tabla. En el lado contrario se encuentra el único humano vestido de toda pintura. Asoma desde la entrada a una cueva y apunta con el dedo a una muchacha que se encuentra en un tubo de cristal. Mucho se ha especulado sobre quién es el hombre o a quien puede representar, pero sea quien sea, goza de un protagonismo especial. Mujeres desnudas bañándose y hombres curiosos hacen acto de presencia, adelantándonos qué nos encontraremos en los otros niveles y mismo qué consecuencias acarrearán sus actos: El Infierno.
Foto de portada: wikipedia.org