La magia del carnaval en Uruguay
Es posible que usted nunca lo haya oído, pero a poco más de dos mil kilómetros de las playas de Río de Janeiro se celebra el carnaval más largo del mundo. Durante casi cuarenta días las calles de Montevideo, la capital del Uruguay, a ritmo de candombe, se tiñen de colores para honrar al dios Momo en un festejo cuya esencia mezcla tradiciones llegadas de Europa y África. El peso emocional de esta fiesta para el pueblo uruguayo es tal que en el año 2007 la presidencia del país nombró la celebración como máxima fiesta popular de interés nacional.
Es a partir de la segunda mitad del S.XIX cuando el carnaval uruguayo comienza a desarrollarse en su máximo esplendor. Enraizando su nostalgia al otro lado del océano, un grupo de gaditanos fundan en 1865 la primera murga a orillas del Río de la Plata y muy pocos años después, en 1874, ya se organiza el primer concurso oficial de comparsas en la ciudad. Una murga carnavalera uruguaya es un género musical-teatral compuesto por unos quince miembros que entona canciones y realiza cuadros musicales con personajes y línea argumental, la cual gira en torno a los acontecimientos más destacables del año. Fácil es de apreciar su lazo fraternal con las Chirigotas de la tacita de plata.
Un grupo de gaditanos fundan en 1865 la primera murga a orillas del Río de la Plata
“Desde que el mundo es mundo el trabajador siempre sintió la necesidad de divertirse y esto mismo es el carnaval uruguayo; la misma gigantesca necesidad de salir a bailar, saltar, pintarse la cara o ponerse una antifaz y hacer música y decir a viva voz lo que nos está pasando”. Así transmite su sentir el uruguayo Luis Tripicio, quien participa en murgas desde el año 2003 y actualmente forma parte del conjunto Los Diablos Verdes, murga que este año cumple sus 75 carnavales ininterrumpidos y posee siete primeros premios.
Tripicio entiende el carnaval en Uruguay como una fiesta del pueblo, hecha por y para la gente del país; un festejo popular que arrastra y se mete en el corazón de millones de personas. “Es una fiesta muy esperada durante todo el año. Todos aguardan ansiosos para ver qué tienen los carnavaleros que decir con respecto a lo acontecido en la sociedad durante el año, lo que da una gran responsabilidad a todos los conjuntos”. Este murguero entiende que es por esto por lo que cada vez se profesionaliza más la celebración, para poder cumplir con las expectativas que se generan en una ciudadanía que llega a dividirse en hinchadas de los distintos conjuntos, “siempre buscando mejorar, pero sin olvidar, eso sí, el verdadero objetivo: divertirse y crear un espacio donde todo es posible”.
“Cada vez más gente del teatro y bellas artes decide sumergirse en este ambiente”
Como es de esperar, crear la magia del carnaval en la capital lleva mucho tiempo de preparación. Tripicio asegura que los grupos encargados de armar el espectáculo en su totalidad, los llamados técnicos, comienzan a plantear las diversas ideas en los meses de junio o julio. Una vez que han tomado una decisión, reúnen a los componentes para dar comienzo a los ensayos, los cuales se realizan tras la jornada laboral en algún club de barrio donde la gente pueda acercarse a ver los progresos de los conjuntos, ya que son entendidos como parte del folklore de todo el carnaval. “La gente va a mirar los ensayos para ver un adelanto de con qué los va a sorprender ese conjunto este carnaval. Aprovechan a tener un contacto más cercano con los carnavaleros, sacarse una foto, demostrar su cariño, y hasta con un poco de suerte llegar uno de los días que están probándose los trajes nuevos”.
El carnaval en la capital se abre con el desfile inaugural en la avenida 18 de Julio, en la cual marchan las diferentes agrupaciones, entre las que se incluyen las murgas, los humoristas, los parodistas, las revistas y las agrupaciones de negros y lubolos; este espectáculo es seguido por decenas de miles de personas en la propia avenida y varios millones a través de los medios de comunicación.
De esta manera, durante los cuarenta días ya mencionados las agrupaciones actúan en escenarios de barrio llamados tablados y en el concurso oficial en el Teatro de Verano Ramón Collazo. Según afirma Tripicio, los tablados contratan a los conjuntos y ellos organizan su propia ruta para poder cumplir con todos a tiempo. “Un conjunto puede tener hasta cinco actuaciones en una noche, por lo que es muy habitual ver a las agrupaciones corriendo de un lado para otro, lo que genera una adrenalina muy linda y muy contagiosa”.
“Lo maravilloso de todo esto es que puedes encontrarte en una misma noche cantando en uno de los barrios de mayor poder adquisitivo y al rato estar en uno de los más humildes del país”
Pero, sin lugar a dudas, el apogeo del carnaval uruguayo llega con la exhibición y el concurso oficial en el Teatro de Verano Ramón Collazo –cuyo nombre es un homenaje a este personaje emblemático del carnaval. El certamen consta de tres ruedas, Primera, Segunda y Liguilla, de tal forma que aquellos conjuntos que consigan entrar en la Liguilla se aseguran la participación en el próximo carnaval. Tripicio asegura que ese día “tiras todo lo que tienes”; “es el día en el que te evalúa un jurado y eso despierta muchas pasiones porque es muy difícil evaluar y comparar el arte, así que nunca hay un acuerdo total”. Durante la competición los diferentes grupos son eliminados hasta llegar al ganador de ese año.
“Es el día en el que te evalúa un jurado y eso despierta muchas pasiones porque es muy difícil evaluar y comparar el arte, así que nunca hay un acuerdo total”
El peso del carnaval en Uruguay es tal debido, en gran parte, al valor simbólico que cumplieron los conjuntos durante la época de dictadura. El régimen de facto cívico-militar que se estableció tras el golpe de Estado de 1973 asoló al país durante doce años, es decir, durante doce carnavales. A lo largo de esta época los conjuntos en general y las murgas en particular jugaron un papel socio-político muy importante, pues llevaban sobre el escenario todo aquello que no podía ser dicho en la calle. El trabajo de los carnavaleros para burlar la férrea censura y evitar las represalias políticas era desmesurado y su resultado, formidable. Llevaban la retórica, la causticidad y la sátira hasta límites extraordinarios, consolidándose así, como una parte fundamental de la resistencia, del espíritu y del corazón de todo el pueblo uruguayo durante esos años aciagos.
El trabajo de los carnavaleros para burlar la férrea censura y evitar las represalias políticas era desmesurado y su resultado, formidable
“Que un trabajador, alguien común, tenga durante dos meses un espacio sobre un escenario para transformarse de golpe en artista y después volver a la normalidad, volver a compartir el día de trabajo con compañeros que pagaron entradas para ir a verle actuar. Eso es la magia del carnaval”