Inside Llewyn Davis: El fracasado que fracasó
“If it was never new, and it never gets old, then it’s a folk song”
Oscar Isaac, Inside Llewyn Davis
Puede resultar sorprendente el hecho calificar como fracaso una película que ha sido galardonada con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cine de Cannes. Esta teórica decepción es más discutible aún si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de la crítica ha valorado el filme de forma positiva. Pero claro, ésta es la semana previa a la entrega de los Oscar y ahí sí que se puede considerar Inside Llewyn Davis como un fracaso. El último largometraje de los hermanos Coen se presenta a la gran cita con dos nominaciones menores, a mejor sonido y mejor fotografía. Tampoco parece que esto preocupe mucho a los dos cineastas que, poseedores ya de tres estatuillas, dirigen una película muy personal con rasgos muy reconocibles en su cine. Para ganar premios ya estaba su penúltimo trabajo, Valor de Ley, que optaba a diez galardones en 2010 y concluyó la gala de vacío.
El último largometraje de los hermanos Coen se presenta a la gran cita con dos nominaciones menores, a mejor sonido y mejor fotografía.
Joel y Ethan, en un irónico capricho del destino, comienzan el proyecto en busca de un Oscar. El problema es que ellos todavía no lo saben. Su idea consiste en relatar la historia de un cantante folk de escaso éxito situado en el Greenwich Village de principios de los años 60 (el film contendrá innumerables referencias al legendario Dave Van Ronk, famoso cantautor neoyorkino). Para el papel protagonista los Coen deben encontrar a un actor de garantías capaz de interpretar varios temas musicales de forma creíble. Cuando llegan a plantearse si realmente existirá un actor así aparece en escena Oscar Isaac. Aunque el guatemalteco presente un modesto curriculum como actor, sus habilidades para tocar la guitarra y las sensaciones que produce al entonar canciones folk lo convierten en el candidato perfecto. En palabras del productor musical T-Bone Burnett (asesor musical durante el rodaje): “en cuanto escuché cantar a Oscar lo tuve claro: probablemente los hermanos Coen sean las personas más afortunadas del universo”.
Llewyn Davis es un antipático cantante que mendiga un sofá en el que dormir mientras espera su gran oportunidad. La enésima odisea de los Coen, esta vez sin necesidad de comenzar la historia con versos de Homero como ya hicieron en O Brother, Where Art Thou?. Llewyn emprende un camino de vuelta, solo que aún no ha encontrado un hogar al que regresar. El guión juega con el desdichado músico al incluirle como compañero de viaje a un gato atigrado que emprende su propia odisea y cuyas intervenciones guiarán el camino del protagonista y marcarán el ritmo de la obra.
La película en sí goza de una personalidad inconfundible. Ese estilo Coen que se palpa en el ambiente desde las primeras escenas con diálogos incómodos que rozan la tragedia sin abandonar nunca su dosis de humor. Porque si se debe asignar un género al filme sería el de comedia dramática, como en tantas otras creaciones de los geniales cineastas (Fargo, Un tipo serio) salpicadas de escenas y referencias surrealistas en trasfondos funestos. Tampoco faltan los siempre memorables secundarios que dan sentido a la obra (entre los que destacan el gran papel de John Goodman y la disparatada participación de Justin Timberlake). La maestría en la puesta en escena no admite discusión y es de los pocos aspectos que han sido reconocidos con una nominación en los Oscar a la mejor fotografía. La otra nominación es para el mejor sonido en una película de temática predominantemente folk, con una banda sonora que hará las delicias de los aficionados al género y que encumbrará a Oscar Isaac, protagonista y principal intérprete.
La crueldad de los Coen es infinita cuando sitúan en el mismo escenario al protagonista desahuciado y al cantautor que revolucionará el panorama musical
Y es que es Oscar Isaac quien alberga el talento de Llewyn Davis. Un Llewyn que lo tiene todo para triunfar y que incluso se encuentra en el lugar preciso en el momento indicado. Porque es en el Village en el duro invierno que asoló la costa este en 1961 donde se produjo el conocido como renacer del folk americano. Allí donde otros triunfarán Llewyn fracasará. Y la crueldad de los Coen es infinita cuando sitúan en el mismo escenario del Gaslight de Nueva York al protagonista desahuciado y al cantautor que revolucionará el panorama musical y se convertirá en líder de toda una generación. La cara y la cruz de una misma moneda. Y mientras se muestran los créditos al son de una balada de despedida (entonada por una misteriosa sombra) sólo queda pensar: que les den a los Oscar. Con uno es suficiente. Aunque sea un fracasado.