De California a Santiago, soul añejo de Nick Waterhouse
Decía la surfista Sage Erickson que Galicia era como ella se imaginaba California hace 100 años. Pues precisamente desde allí, el joven artista Nick Waterhouse, procedente de Huntington Beach pero sin rumbo fijo, aterrizó este jueves en la capital gallega, primera parada de su gira por España. Y lo hizo acompañado de seis vibrantes músicos norteamericanos que consiguieron quitarle protagonismo en algunos momentos de la noche.
Parece haber salido de una máquina del tiempo, transportado desde los años 50. Pero Nick Waterhouse es de la hornada del 86. Compositor, cantante, guitarrista y ya ha ha sido productor, concretamente de los Allah-Tell, que recuerdan a The Beatles y a The Beach Boys. Waterhouse es un chico del sur de California, repeinado, con pantalones de tiro alto, y con un estilo muy a lo Buddy Holly. Gustoso de lo retro, para muchos. Nada que no se haya dicho, algo nuevo para el que no lo conozca. Pero aunque en una primera capa de lectura, en audio y fotos, Nick pueda parecer un muchacho sobrio y seco, de estilo y música old-fashioned, en escena es un artista encendido.
Él y su música son R&B, jazz, soul añejo, pero con tintes renovados. De esta forma, algunos lo tildan de neosoul, o revival soul. Holly es su segundo álbum, presentado por primera vez en España en este espectáculo. El primero, Time’s all gone, fue aclamado por la crítica, considerándolo en algunas revistas musicales como el mejor disco revelación de soul del 2012. En la Sala Capitol de Santiago, el primer destino de su gira por España, interpretó junto a su espectacular grupo instrumental, los dos álbumes al completo, llenando la sala, por si no lo estuviese lo suficiente, de ritmo y pasión durante casi dos horas. Y es que Waterhouse tiene una voz penetrante, bien perfilada, de buena técnica y coherente a su estilo musical. Los giros en la entonación a veces rasgada, y sobre todo su veloz vibrato, fueron la guinda del potente y heterogéneo tejido musical que lo acompañó, aunque no en todo momento. Porque el saxo y el tenor, pasaron a ser los protagonistas en muchas ocasiones. Lo mismo se puede decir de la percusión, el bajo, el teclado y por último la armoniosa y gran voz de la corista.
Y sobre todo su veloz vibrato, eran la guinda del potente y heterogéneo tejido musical que lo acompañaba
En ese conjunto musical de tan buena calidad, también había cabida para una fundamental guitarra eléctrica a manos del joven rey de la velada. Los momentos de improvisación, y no podía ser de otra manera, fueron de los mejores trances de la performance. Entonces, era cuando uno desde el público disfrutaba viendo y escuchando cómo la música brotaba vigorosamente de cada uno de los instrumentistas. Casi se podría asegurar que el más vergonzoso o torpe de la sala, acabó bailando, o al menos, intentándolo. Y más en los momentos en los que Nick terminaba de cantar y de acariciar su guitarra, para luego concentrarse en el solo y dedicarse al instrumento.
Al finalizar, salieron de nuevo al escenario y ofrecieron a su público una última actuación de propina. Después, Nick estuvo presente en el hall de la sala para firmar CD’s, vinilos y bolsos. Muy cercano y activo, a pesar de haber derrochado bastante energía durante la actuación.
Nick Waterhouse es un artista que gana sobradamente en el directo frente al CD. Su música está hecha para eso. Además, lejos de proyectar a priori una imagen de niño comedido, en el escenario se deja llevar y lo transmite. Es cercano con el público. Pero no de la misma forma a la que podemos estar acostumbrados, pues no es expresivo con las palabras de agradecimiento. De hecho, apenas las hubo. Sin embargo, es expresivo con su público a través de su mirada y sus gestos. Es joven y sabe explotar con elegancia su carga sexual en el escenario. Los músicos que lo acompañaron son la otra razón principal por la que el concierto merece la pena. Ayer ha actuado en Madrid, hoy actúa en Valencia y mañana, domingo 30, finaliza su gira por España en Barcelona.
Foto de portada: Irene Picallo Doce.