Grecia 2004: la selección que retó a su destino

Cuando hace unos días leí en la prestigiosa revista Jotdown la historia de Tim Tebow y como escapó a su default future, pronto recordé a Jeremy Lin y la magia del fenómeno Linsanity por sus grandes semejanzas. Sin embargo, tardé un poco en llegar a pensar en la selección de Grecia y su glorioso 2004. Pero antes de continuar y comprendiendo que estáis perdidos, explicaré un poco lo que es el default future. Sin tener una traducción muy clara, hace referencia al futuro esperado por la mayoría de las personas, aquellas que no creen poder cambiar el mundo y aceptan su destino sin más. Personas que aún creando su vida estudiando lo que desean y eligiendo a sus amigos y pareja van a ser uno más en el mundo y no alguien único. Por eso hay personas que aún teniendo todo perdido, siguen luchando por su sueño.

Así, el caso de Jeremy Lin sería uno más de los miles fracasados en la historia de la NBA si en su día no estuviese en New York, un equipo que achacado por las lesiones y en un bucle infinito de derrotas, le dio la oportunidad de jugar sus primeros minutos serios en la NBA. Otro habría tenido miedo, pero Lin, con pie y medio fuera de la liga en aquel instante, se desmelenó y echó el equipo al espalda por encima del mismísimo Carmelo Anthony. Tebow, ahora sin equipo, tampoco permanecería en el recuerdo de los aficionados si no superase la épica con su limitada técnica pero enorme pundonor, como demostró con un legendario touchdown de carrera en su etapa universitaria y remató con su pase de 80 yardas a Demaryius Thomas en una prórroga ante los Steelers.

Sin duda, visto esto, la historia de Grecia tiene mucho que ver con el default future y el sueño de un equipo que antes del campeonato sólo contaba menos en las quinielas que Letonia y Bulgaria. ¿O acaso Grecia estaba llamada a ganar aquella Eurocopa por delante de Francia, Alemania, Italia, Holanda, República Checa, España o la organizadora Portugal? Por muchas selecciones que fallaran, Grecia no habría sido sido tenido nunca en cuenta. Repasemos su equipo habitual durante la cita para darnos cuenta del nivel:

Fuente: elaboración propia desde Sharemytactics.com

Fuente: elaboración propia desde Sharemytactics.com

Antonis Nikopolidis: 32 años. Había llegado a la Eurocopa en un profundo malestar con su club de toda la vida, el Panathinaikos, y ganas de reivindicarse. A pesar de ser más conocido por su pelo canoso que por su virtuosismo en la portería, era un portero sobrio. Posteriormente triunfaría en el eterno rival, Olympiakos, donde ahora es entrenador de porteros.

Giourkas Seitaridis: 23 años. Antes de la Eurocopa fue firmado por el Oporto como uno de los laterales derechos europeos de mayor proyección, pero pronto se estancó. Decente defensor, sus constantes subidas por banda eran una de las mayores armas de la selección helena, pues bien centrando o provocando córners creaba peligro para el equipo rival.

Traianos Dellas: 28 años. Central suplente en la Roma, destacaba por su buen juego aéreo tanto en defensa como sumándose al ataque. Excesivamente lento, le benefició siempre la zaga tan cercana al área de la selección. Poco después de la Eurocopa fichó por el AEK Atenas, diminuyendo su nivel a la vez que iba faltando su velocidad.

Michalis Kapsis: 30 años. Acompañante de Dellas en la zaga helena, era el central más habituado a ir al cruce las pocas veces que Basinas y Zagorakis fallaban. Jugaba en el AEK Atenas en la disputa de la Eurocopa, fichando al terminar por el Girondins de Burdeos, sin embargo, dos años después del gran triunfo ya estaba en Chipre con el APOEL.

Takis Fyssas: 30 años. Tras triunfar recorriendo a gran velocidad su banda izquierda en el Panathinaikos, en 2003 fichó por el Benfica, donde su nivel bajó considerablemente. Tan sólo lo recuperó en la Eurocopa, donde cerró su banda a Nedved, Figo y Pirès y apareció en ataque cuál corredor de cien metros, siempre atento y apoyando. Un año después, fichaba por el Hearts escocés, una imagen de su descenso de nivel.

Angelos Basinas: 28 años. El calmante del juego y principal barredor de los ataques rivales en el centro del campo. Hacía el trabajo más sucio corriendo para que Zagorakis pudiese organizar el juego.. Gran lanzador a balón parado, jugaba en el Panathinaikos, donde también era el ancla, y posteriormente lo haría en el Mallorca.

Thodoris Zagorakis: 32 años. Designado mejor jugador del torneo, en el momento de la cita jugaba en el AEK tras haber pasado sin pena ni gloria por Inglaterra. Era el capitán y medio centro más posicional, el arma ideal para motivar a los suyos y la pieza que hacía funcionar el engranaje. En definitiva, la extensión de Rehhagel en el campo. Tras la cita fichó por el Bolonia.

Kostas Katsouranis: 24 años. Sin casi experiencia en la selección, su capacidad de sacrificio y polivalencia, bien jugando como volante pegado a la banda o en el medio centro, hicieron de él un hombre clave en el sistema de Rehhagel. Tras Karagounis era el hombre de mayor calidad, virtud que le permitió jugar con éxito posteriormente en el Benfica tras dejar el AEK. Hoy aún juega, reconvertido a central en el PAOK.

Giorgios Karagounis: 27 años. Aún activo en el Fulham, este medio centro organizador era el alma ofensiva de Grecia. Por cuestiones de guion comenzaba los partidos pegado a la cal, pero cuando la selección helena se desperezaba, Karagounis siempre aparecía comandando el timón en el centro y permitiendo la oleada ofensiva de los suyos. En la disputa del torneo calentaba banqueta en el Inter, triunfando luego en Benfica y Panathinaikos.

Zisis Vryzas: 30 años. Punta peleón y poco goleador al estilo Heskey o Walters, su trabajo era bien valorado por Rehhagel pese a que en la final ante Portugal fue reemplazado por el rápido Giannakopoulos. Molestaba en la presión y se vaciaba en dificultar la salida de balón de los rivales, unos intangibles que tras el torneo bien le valieron una cesión al Celta, pues la Fiorentina, donde jugaba, no contaba con él.

Angelos Charisteas: 24 años. Delantero alto y fuerte que sólo ha rendido como revulsivo y en la selección. Será recordado por marcar el gol de la Eurocopa a Portugal con un soberbio testarazo, la mejor arma de su escaso repertorio técnico y de remate. Jugaba en el Werder Bremen y posteriormente pasó por Ajax o Feyenoord antes de su última aventura en Arabía Saudí.

 

Panathinaikos, AEK y Olympiakos no eran ejemplos de clubs que dominasen en Europa. Tampoco Zagorakis, Seitaridis y Vryzas unos prodigios técnicos. Con una táctica trabajada, las ideas claras y el formato del torneo en la cabeza sabían que podían lograrlo. Con Francia ya lejos del nivel de 1998 y España aún sin aparecer, el vacío de poder europeo parecía llamar por nivel de juego a la República Checa. Incluso por historia a Alemania, Italia u Holanda, sin embargo, unos gladiadores creyeron que su futuro era dar al país un premio previo a los Juegos Olímpicos y lo lograron.

De esa forma, el equipo venció a Portugal con un gol de penalti en el partido inaugural, empató contra España con un melón bajado del cielo por Charisteas y se dejó ir ya clasificado ante Rusia. En cuartos de final Zagorakis puso un balón medido de nuevo en cabeza de Charisteas y el remate sorprendió a Barthez. Triunfo ante Francia. En semifinales, la defensa, los palos y un cabezazo de Dellas dejaban fuera a la sensación del torneo, la República Checa. En la final, Charisteas era mejor que Cristiano al aprovechar su única oportunidad y el triunfo se fue para Grecia.

Grecia celebra la Eurocopa | Fuente: lahinchada.com.ve

Grecia celebra la Eurocopa | Fuente: lahinchada.com.ve

Con tan sólo una aparición anterior en la Eurocopa de 1980, Grecia logró lo imposible. El trabajo de un seleccionador curtido en Alemania mezclado con un catenaccio obligado por el limitado nivel de sus jugadores permitió vencer. Un grupo unido que funcionó y jugó como un equipo. Once jugadores que unidos derribaron su default future. Porque el conjunto es mayor a la suma de habilidades y un equipo también puede escapar a su destino.

Diez años después Grecia quizás lamenta los gastos en las celebraciones de una selección triunfal y, sobre todo, la celebración dos meses más tarde de los Juegos Olímpicos, viviendo en una inestabilidad social que ha pasado al fútbol a tercer plano. Sin embargo, su triunfo siempre será recordado con fecha y autores, porque lo extraño y que desafía a la lógica es al final lo que muchos, aun de vez en cuando, queremos ver.