Gente VintAGE: el rostro de toda una vida

Vivimos en una sociedad marcada por estereotipos en los que numerosos grupos sociales se ven discriminados. Sin duda, uno de estos grupos, el más vulnerable me atrevería a decir, es el de las personas de edad más avanzada.

En contra de esto surge el proyecto Imagen y envejecimiento, al cual pertenece la colección fotográfica de Gente VintAGE, de acceso gratuito en la facultad de Ciencias de la Comunicación de Santiago de Compostela. Un proyecto en el que se seleccionó a 12 personas, la más joven de 67 años y el más longevo de 103, con el fin de mostrar a la sociedad la diversidad de modelos de gente mayor. Pretenden acabar de este modo con los estereotipos marcados por la publicidad, presente en cada esquina de nuestro mundo.

Los 12 rostros de gente VintAGE || Galería SEGG

Los 12 rostros de gente VintAGE | Galería SEGG

El formato de las fotografías –tamaño carnet— quiere recordar a las fotografías de Virxilio Viéitez, famoso por capturar con su cámara a la gente de su tierra natal y mostrar a la sociedad las actividades cotidianas del pueblo gallego de finales de los 50.

“Tenemos la idea de que los viejos son otros, pero llega un momento en que no son otros, somos nosotros mismos.”

La exposición ya ha circulado por Ontinyent, Gandía, Manresa y Teo; ahora es el turno de Santiago de Compostela.

Encarna Álvarez, secretaria de la Sociedad Gallega de Gerontología, acudió el pasado lunes 10 de febrero a la facultad de Ciencias de Comunicación de la capital gallega. Allí ofreció una charla en la que numerosos estudiantes de periodismo tuvieron la oportunidad de intervenir y conocer qué está invadiendo su cafetería desde hace unas semanas.

Lo primero que hizo fue explicar el motivo de la exposición: denunciar e intentar acabar con la desvirtuación de la tercera edad, ya son tratados por los medios como una parte de la sociedad que no puede contribuir en nada. La portavoz ponía como ejemplo los anuncios de cremas para arrugas. Exponían que siempre son representados por mujeres de no más de 40 años, en lugar de ancianas que sí tienen arrugas y sí pueden ofrecer veracidad, ¿o acaso es creíble que una mujer de 35 años, sumamente maquillada, tiene tantas arrugas como para necesitar la crema que oferta?

“La gente estaba encantada de prestarse para la exposición. Nosotros buscábamos diversidad, gente distinta. Lo difícil era decirles que no.”

Fueron varias las curiosidades que surgieron en ese improvisado coloquio, pero una de las más sonantes fue por qué se seleccionaron a esas personas y no a otras.

Exposición en la faculta de CC. Comunicación de Santiago de Compostela | Andrea Pérez

Exposición en la faculta de CC. Comunicación de Santiago de Compostela | Andrea Pérez

“La gente estaba encantada de prestarse para la exposición. Nosotros buscábamos diversidad, gente distinta. Lo difícil era decirles que no.” Explicaba Encarna, quien no pudo evitar mostrar un especial afecto hacia una de las fotografiadas, la señora Elvira. Nos la presentó como una mujer de 68 años, natural de Padrón, que dedica su vida al campo y a acompañar a su hija al mercado en donde vende los grelos que ella misma recoge de su finca.

“Un día fui a la Plaza de Abastos de Santiago en busca de una señora para la exposición. No podía ir directamente preguntando a las señoras mayores si prestarían su rostro para una exposición, así que creé un gancho. Fui a un restaurante que había por allí y hablé con el encargado. Él me facilitó el camino hacia Elvira”

La señora Elvira | Galería SEGG

La señora Elvira | Galería SEGG

Sin embargo, tal y como decía Encarna, se buscaba a gente distinta, gente con historias en su rostro. Así, la exposición cuenta la historia de una antigua feminista en Martineda (Empar Pineda), un cura (Tomás Colmenero Jiménez) y hasta una ex fotógrafa (Rosalía Camps Compaño).

La alegría con la que hablaba Encarna cristalizaba en un gran conformismo con el trabajo que habían realizado. Así, declaraba que el punto más positivo de esa exposición había sido que el público se volvía más atento con la tercera edad. Además, añadía que una de las razones por las que quiso exponer la colección en la facultad de Ciencias de la Comunicación era sembrar una semilla para que los periodistas fueran conscientes del estereotipo que han creado y no cometer el error de secundarlo.

“Tenemos la idea de que los viejos son otros, pero llega un momento en que no son otros, somos nosotros mismos.” Así terminaba el coloquio, ofreciéndonos una reflexión al tan temido, pero inevitable, paso del tiempo.

Tomás Colmenero, otro de los rostros de la exposición. | Galería SEGG

En nuestras manos está que seamos nosotros, en un futuro, las marionetas apartadas de la sociedad, despojadas de nuestra voz en todo lo referente a la actualidad. Títeres oxidados con opiniones formadas a lo largo de toda una vida que serán ocultadas por culpa de estereotipos que nosotros mismos hemos creado.

La sociedad busca una imagen renovada, joven y llena de vitalidad. No obstante, ¿no debería buscar representar lo que de verdad existe? No podemos obcecarnos en querer apartar de la vida pública a una parte de lo que en un futuro, más próximo o más lejano, nos convertiremos. Al fin y al cabo, las personas con una historia a sus espaldas, siempre van a hablar con más criterio que los jóvenes que aún estamos en proceso de madurar y de observar las vueltas que puede dar la vida.

Así pues, dejemos que la semilla de la que Encarna hablaba, crezca y amplíe la visión que, hoy día, muchos tenemos nublada.