En la trinchera
“Para ser campeón de cualquier cosa basta con ganar un partido, un solo partido, ninguno más: el siguiente”
Alfredo Relaño, Diario As
La mayoría de ellos no pudieron elegir. Como herencia transmitida de generación en generación, desde niños deben aceptar su condición sin que su mente curiosa encuentre una explicación lógica. Fue aquel famoso spot publicitario el que mejor supo representar la experiencia. “¿Por qué somos del Atleti?” pregunta el niño a su padre, obteniendo silencio como respuesta. El padre no encuentra una justificación racional simplemente porque no existe. Seguramente también comenzó su experiencia por tradición familiar pero los éxitos y especialmente los fracasos han labrado su fe con el paso de los años. Con el tiempo el niño aprenderá que no se necesitan explicaciones cuando se tienen toda una vida de recuerdos imborrables en la memoria. Ambos, padre e hijo, viven en la trinchera.
En la trinchera vive toda una generación de aficionados al Atlético de Madrid que han tenido que afrontar decepción tras decepción durante más de una década. Es una comunidad que ha sobrevivido a burlas y desprecios en oficinas y colegios tras más de trece años sin una victoria colchonera en el derbi madrileño. Ninguneados, los aficionados atléticos se han visto obligados a reafirmarse a base de ensalzar las cualidades que les hacen diferentes a sus vecinos de la Castellana. Se han convencido de que su resistencia ante la adversidad y la fidelidad absoluta hacia sus colores les hacen mejores que su eterno rival. Sintiéndose mejores en la derrota, es la fe indestructible la que ha mantenido unida a una trinchera siempre alerta, esperando el momento en el que volver a la senda del triunfo. Y como en toda buena religión, desde la parroquia rojiblanca han aguardado la llegada de un mesías, un líder que señale el camino que debe seguir el club para elevar su categoría competitiva. En definitiva, un hombre que sepa como arreglárselas en una trinchera. Nadie encaja mejor con esa definición que Diego Pablo Simeone.
Y como en toda buena religión, desde la parroquia rojiblanca han aguardado la llegada de un mesías, un líder que señale el camino que debe seguir el club para elevar su categoría competitiva
El Cholo Simeone comenzó su etapa como entrenador del Atlético de Madrid en un momento delicado. En el ecuador de la temporada 2011-2012 los rojiblancos se encontraban más cerca del descenso que de los puestos de liga de campeones. Desde su llegada, para el técnico argentino la prioridad fue recuperar la confianza de sus futbolistas. De hecho, durante sus primeros días parecía actuar más de psicólogo que de entrenador. Algo debió hacer bien cuando en pocos meses el equipo parecía otro y los buenos resultados y la intensidad con la que encaraban cada encuentro señalaban al Cholo como máximo responsable. Fue entonces cuando la afición colchonera comprendió que su nuevo entrenador era uno de los suyos. Además de vestir la camiseta rojiblanca en el pasado, Simeone conoce mejor que nadie la ética del esfuerzo y el trabajo. Como futbolista se había forjado toda una reputación en Argentina, España e Italia. Nadie le había regalado nunca nada. Toda una vida entre trincheras.

Jugadores del Atlético de Madrid manteando a Simeone tras vencer en la Copa del Rey | Vía deportes.terra.es
Tras aquella primera media temporada exitosa (que finalizaría con el triunfo en la Europa League) Simeone afrontaba la que sería su primera temporada completa. En esa temporada 2012-2013 durante algunos momentos el Atlético consigue lo que parecía imposible: plantar cara a Barcelona y Real Madrid (con un saldo positivo: una Copa del Rey). Es en esta tarea en la que Simeone ha demostrado más inteligencia. El Cholo no engaña a nadie, sabe que los dos colosos del fútbol español poseen unos recursos inigualables que les otorgan una clara ventaja. Sabe que si el Atlético quiere tener una oportunidad de competir, deberá esforzarse más que nadie y no permitirse ni un segundo de relajación. Se debe dar por supuesto que el Barça y el Madrid van a ganar todos sus partidos y que por lo tanto el Atlético deberá hacer lo mismo. Aunque tras analizar el razonamiento parezca de lo más trivial, la filosofía de ganar cada partido es el mayor éxito de Diego Simeone como entrenador colchonero. El mensaje del “partido a partido” ha calado hondo en toda la comunidad atlética, convirtiendo a la plantilla en un bloque compacto y a la afición en el aliento que da alas a unos jugadores con hambre de victoria. La trinchera está más unida que nunca y ha encontrado un camino que seguirá ciegamente.
El mensaje del “partido a partido” ha calado hondo en toda la comunidad atlética, convirtiendo a la plantilla en un bloque compacto y a la afición en el aliento que da alas a unos jugadores con hambre de victoria
Llegamos entonces a la temporada actual. Los resultados son magníficos y el dogma predicado por Simeone se ha extendido. El mundo entero observa la lucha constante del Atlético de Madrid, que no parece dispuesto a abandonar los puestos de cabeza. El Cholo nos ha enseñado a todos que su pelea si rendición ha dejado de ser una locura para convertirse en toda una realidad. Y es ahora cuando los rojiblancos, con sus jugadores en un nivel que parecía inimaginable hace unos años y los aficionados confiados ante su gran oportunidad, reciben al Barcelona en el Vicente Calderón. Los culés saben que el Atlético se les ha acercado mucho, pero pueden dormir conscientes de su superioridad y su confianza reforzada tras superar varios compromisos sin su estrella de mirada asesina. A su vez en la trinchera se impone un pensamiento: “Mientras otros duermen, nosotros soñamos”.