El Pico Sacro y sus leyendas
Dominante como el que más, el Pico Sacro se ensalza como el punto más alto en cincuenta kilómetros a la redonda. Situado en las cercanías del río Ulla, en el ayuntamiento de Boqueixón, este monte ha sido el referente visual durante miles de años para los gallegos que, sin embargo, desconocen su historia. La cumbre más bella y simbólica de Galicia, que decía Otero Pedrayo, está rodeada de magia, actos sagrados y coronaciones reales a las que, desde hace dos milenios, acompaña la leyenda del Apóstol Santiago:
“Flotando sobre el rizo de las aguas, una extraña nave se acercaba al arenal poco a poco, suavemente; no era como las que acostumbraban a surcar las aguas de Galicia, sino más bien del tipo de aquellas otras en que Jesucristo había navegado con sus discípulos. No llevaba remeros ni marinero al timón, pues la barca navegaba sin guía; sin embargo, cuatro hombres envueltos en blancos lienzos rodeaban un cuerpo sin vida, al parecer.” (Carré Alvarellos, L., Las leyendas tradicionales gallegas, 1977)
Esta embarcación llegaba, tras un largo viaje, a las tierras de la romanizada Iria Flavia. El cuerpo transportado era el de un hombre que, en vida, había predicado por el occidente del Imperio la palabra de su maestro. Efectivamente, Santiago.
El cuerpo transportado era el de un hombre que, en vida, había predicado por el occidente del Imperio la palabra de su maestro.
Al arribar, sus discípulos, depositaron el cuerpo en una roca que se automoldeó en sarcófago pétreo: el Pedrón. Unos se dirigieron al castillo de la reina Lupa, que estaba próximo, a pedirle un lugar donde sepultar a Santiago; otros se quedaron custodiando el cuerpo. La reina, desestimando la petición, decidió ceder el asunto a su hermano, el rey-sacerdote Regulus que vivía cerca del templo de Ara Solis (Fisterra), en Duio, localidad desaparecida en la actualidad. Pero las palabras de una reina no tienen por qué ser fiables, pues Regulus no era el hombre más afable con el que se podían topar y a la mínima de cambio encerró en una cárcel a los hombres. Esa misma noche, como por arte de magia, un ángel se apareció en la prisión y liberó a los discípulos. Esta fuga provocó la ira del rey, que mandó a unos soldados en su captura. En el momento de cruzar un puente sobre el río Tambre, este se derrumbó, y los soldados cayeron con él. Una versión de la leyenda dice que el rey Regulus acompañaba a los soldados y tuvo el mismo destino que aquellos…
En vista de lo sucedido, y de que no encontrarían sepultura para su maestro, los discípulos de Santiago volvieron junto a la reina Loba, nuevamente en busca de ayuda. Esta, manteniéndose fiel a su línea, los envió al Monte Ilicino o monte de las encinas, el actual Pico Sacro. Allí encontrarían unos bueyes que podrían utilizar para transportar el cuerpo del Apóstol. Al llegar allí un fiero dragón apareció ante sus ojos con intenciones asesinas. Pero los discípulos, con gran valor y sin dar un paso atrás, hicieron la señal de la cruz, y al momento el dragón reventó por la barriga. Continuaron un poco más y se encontraron con los animales que Lupa había pronosticado, pero en lugar de ser mansos bueyes eran toros bravos. Procediendo de la misma manera que con el dragón, los toros se volvieron mansos y se acercaron a los hombres para ser uncidos dócilmente. Entonces regresaron a Iria Flavia a buscar el cuerpo.
Procediendo de la misma manera que con el dragón, los toros se volvieron mansos y se acercaron a los hombres para ser uncidos dócilmente.
Una vez preparado el carro, los discípulos de Santiago se pusieron en marcha, tirados por los toros. No se sabe con exactitud el motivo de que su viaje finalizara en la actual Compostela. Unas fuentes cuentan que fueron guiados por una luz que brillaba en el cielo; otras, que Compostela era la localidad más grande y cercana; también se cuenta que dejaron a los toros caminar hasta que pararan, y allí sería el lugar de sepultura. Sea como fuere, los hombres llegaron a un lugar llamado Libredón (lo que ahora conocemos como Santiago) y allí decidieron dar sepultura, finalmente, al Apóstol.
Mas, como ya se ha dicho, el Pico Sacro tiene más historia que la del Apóstol Santiago. Autores como Benito Vicetto, en Los reyes suevos de Galicia, aseguran que la cumbre era el lugar de coronación de los reyes suevos que habitaron la antigua Gallaecia, el primer y más antiguo reino de España. Por otra parte, el Pico cuenta con dos cuevas, una antigua y otra posterior. La primera, A Cova do Pico, cuenta la leyenda que está conectada de manera subterránea con el río Ulla, desembocando en O Pozo de San Xoan da Cova, en Ponteulla. La segunda caverna fue perforada busca del supuesto tesoro que se rumoreaba que contenía su interior. Es la orientada hacia el Este. Todas las historias relacionadas con las cuevas han sido recogidas en el libro editado por el ayuntamiento de Boqueixón, A Cova do Pico.
A Cova do Pico, cuenta la leyenda que está conectada de manera subterránea con el río Ulla, desembocando en O Pozo de San Xoan da Cova, en Ponteulla.
Y esto no es todo. Existen fuentes que afirman que el Pico Sacro fue el primer sitio donde descansaron los restos de Santiago, es decir, su primera tumba, de ahí la sacralización del lugar. También proceden de ahí las versiones que citan que el ermitaño Pelagio vio unas luces sobre la cumbre. Desde allí, sería trasladado posteriormente a Santiago, ciudad de referencia de la que dista doce kilómetros. Fuese o no fuese la tumba original del Apóstol, la leyenda continúa…