Crónica de un Balón de Plomo

El primer culebrón del año en el mundo futbolístico ya ha llegado a su fin, pues tras copar casi toda la atención de la prensa española desde finales del pasado año ha tenido que esperar hasta la llegada del 2014 para tener una resolución. No se trata ni de un fichaje, ni de la convocatoria para la selección nacional, ni tan siquiera las elecciones de algún club, una vez más el Balón de Oro ha tenido el privilegio de ostentar la categoría de primer gran acontecimiento del año en el mundo del balompié.

Creo que ningún futbolero pueda discutir el prestigio de este galardón que justifica por sí mismo una importante cobertura mediática. El premio al futbolista más destacado del año 2013 es una cuestión de gran calado sin discusión. El reconocimiento al mejor jugador de un año natural concedido por la revista France Football, desde el 2010 lo hace junto a la FIFA debido a la fusión de este premio con el FIFA World Player, es sin discusión el reconocimiento individual más importante del gremio. Una figura cuya simbología es muy reveladora. Por una parte el balón, indiscutible protagonista de este deporte y por la otra el oro, desde la antigüedad la materia prima más apreciada y siempre considerada como una de las más bellas. Ambos unidos en un prestigioso trofeo que engrandece a varios de los grandes de este deporte, generador de interminables debates y uno de los grandes hitos que cualquier jugador sueña con alcanzar al menos una vez en su trayectoria profesional.

“¿Qué le ha podido suceder a este premio para que su importancia mediática, al menos en España, se haya multiplicado, mientras su valor parece estar perdiendo quilates?

O eso era hasta hace un par de años. La pregunta es la siguiente. ¿Qué le ha podido suceder a este premio para que su importancia mediática, al menos en España, se haya multiplicado, mientras su valor parece estar perdiendo quilates?

Con todos los altibajos que un galardón que se entrega de forma subjetiva puede tener, en forma de decisiones controvertidas y polémicas diversas, el Balón de Oro ha gozado de la fama de ser coherente durante más de medio siglo, todos los jugadores elegidos por la revista francesa se aseguran casi de forma automática el entrar en la historia de los elegidos de este deporte. El problema es que sus mejores años parece que ya son cosa del pasado.

Si en su momento France Football supo adaptar esta distinción a los tiempos, en sus comienzos solo podían recibirlo los jugadores europeos.Ahora todos los jugadores del mundo pueden lograr este galardón, debido a que en 1995 se permitió que pudiera optar a él cualquier jugador de un club europeo y en 2007 se amplió a los clubes del resto del mundo. También se incluyó el reconocimiento a mejor entrenador en categoría masculina y femenina además de un premio a la mejor futbolista del año. Por el medio también se aumentó el número de periodistas implicados en la votación de 53 europeos a 96 de todo el mundo. Pero después de una importante cantidad de medidas coherentes con la nueva globalidad del fútbol actual, con su última gran decisión ha llegado el desastre, la fusión con el FIFA World Player no ha traído más que malas noticias para el niño bonito de la revista francesa.

El niño bonito venido a menos. Sacada de fapuestas.com

El niño bonito venido a menos. Sacada de fapuestas.com

La primera causa de la perdida de lustre del Balón de Oro es sin lugar a dudas el sistema de votación. De un jurado formado por periodistas con unas pautas claras y un sistema de selección definido se pasa a un método en el que el voto se fragmenta, los periodistas mantienen sus criterios, pero los seleccionadores y capitanes, en muchos casos, prefieren votar en a base a sus opiniones que poco o nada tienen que ver con lo que sucede en el rectángulo de juego.

Mientras que los votos de los periodistas tienden a dar mayor importancia a los títulos colectivos que a los logros individuales, tienen en consideración el año natural anterior y no la trayectoria de un jugador, califican el mundial como el título con más peso en la votación seguido por los trofeos continentales, dejando en un segundo plano los registros goleadores e incluso si fuera necesario quién es realmente el jugador más determinante a nivel individual. Todo esto con la premisa de que se reconociera el rendimiento dentro del conjunto, no a la individualidad más fulgurante, aunque existieron excepciones con mayor o menos justificación, e incluso alguna pifia histórica, las pautas anteriores se fueron cumpliendo de forma razonable durante más de 50 años.

El resto de los votos presenta una serie de objeciones claras. ¿Qué entrenador en su sano juicio votaría en contra de los intereses de alguno de sus pupilos? ¿En serio algún capitán querría agraviar a uno de sus compañeros espetándole que sus rivales son mejores que él? Parece lógico pensar que nadie votará en contra de sus intereses, el motivo es entendible, evitar que los vestuarios de las selecciones nacionales se puedan convertir en polvorines..

Cristiano Ronaldo recibiendo el Balón de Oro. Sacada de zimbio.com

Cristiano Ronaldo recibiendo el Balón de Oro 2014. Sacada de zimbio.com

Otras objeciones al nuevo método de votación se centran en la multitud de polémicas que han surgido en tan poco tiempo. Una de las más flagrantes, la protagonizada por los votos en la edición anterior por el capitán de Macedonia, Goran Pandev, que terminó con el  la organización reconociendo que no todos los votos los terminaba realizando el capitán o el seleccionador del país o que algunas de las papeletas no se cubren de la forma correcta. Dejando para este año la muy sospechosa y propia de república bananera decisión de aumentar en dos semanas el plazo de votación.

El ingrediente que falta para explicar la perdida de prestigio que los españoles percibimos tiene mucho que ver con la Marca España. Que en los últimos años gran parte de los grandes favoritos a recibir esta distinción vistieran los colores blaugrana o blanco ha provocado que el tradicional duelo de trincheras y bufandas de la prensa madrileña y catalana se desplace de las polémicas arbitrales y los lances en el verde hacía los votos de los más de 150 seleccionadores, capitanes y periodistas de otros tantos países.

En los últimos años hemos tenido que contemplar como los periodistas de las grandes cabeceras sacaban su artillería pesada para defender a capa y espada a los jugadores de sus equipos afines. Messi y Cristiano Ronaldo se han visto envueltos en eternos debates sin sentido, con la particularidad de que en los dos últimos años sus trayectorias de títulos y registros personales hayan sido opuestas. Lo que provocó que los argumentos esgrimidos por cualquiera de los periodistas defensor a ultranza del peso de los títulos, cambiará de forma sospecha a afirmar que lo realmente importante son los goles y viceversa. En un vergonzoso cambio de acera que ha dejado por los suelos los argumentos y cualquier debate al respecto del Balón de Oro que se produzca en la prensa deportiva “seria”.

Messi acompañado por su novia y su "traje". Sacado de tendenciahombre.com

Messi acompañado por su novia y su “traje”. Sacado de theguardian.com

Lo sucedido este año muestra perfectamente el ínfimo nivel de estos supuestos debates. Ambos bandos se empeñaron en repetir a los cuatro vientos que si el ganador no era de su conveniencia el premio sería inmerecido e injusto, pero no dudan en lohar las virtudes del mismo cuando el ganador es de los “suyos“. Un descrédito más a una profesión ya denostada.

Pero lo peor es que no solo eso, el mismo día de la gala, los grandes medios españoles han considerado más importante la vestimenta de Messi, que por sorprendente que resulte, no puede justificar una mayor cobertura mediática que la que recibió la portera alemana Nadine Angerer, ganadora del premio en categoría femenina. O que el galardón recibido por Heynckes haya pasado casi de puntillas cuando los cosechados por Mourinho o Guardiola en ediciones anteriores fueron cacareados a los cuatro vientos en sus medios afines.

“En unos años hemos pasado de contemplar el brillante baño dorado del galardón a sufrir con el grisáceo reflejo de un sarao que ha hecho méritos de sobra para recibir el Balón de Plomo”

Todo esto ha provocado que por estas latitudes hayamos pasado de contemplar el brillante baño dorado del galardón a sufrir con el grisáceo reflejo que deja tras de sí la última entrega de un sarao que ha hecho méritos de sobra para recibir el Balón de Plomo.