No al debate de bote
Corría el año 2008 y me sentaba frente a la televisión para ver el primer debate de mi vida entre políticos. Zapatero y Mariano. Fue el día de la famosa niña de Rajoy. Nunca hasta entonces me había interesado oír a ningún estadista, estaba más preocupado del Pro, la Play y el vodka. Poco después de ver este debate mi creciente interés en ver a políticos hablar de “las cosas importantes” decrecía y me volvería a centrar en el Pro, la Play y el vodka. ¿Por qué?
Porque los políticos son (casi todos) absurdamente estúpidos, y logran transmitir esa inteligencia en cada uno de sus discursos enlatados. Llamar debate a lo que hacían Zapatero y Rajoy es como llamar zumo al Tang. Cuando empecé a estudiar en Santiago de Compostela me enteré de que existía un club de debate, como en las películas americanas. Dado que he crecido viendo a Lisa Simpson defendiendo su idealismo en los concursos de oratoria yankis, mi cuerpo me pidió ir a ver qué era aquello.
Conocí en 2009 al Club de Debate Compostela (por aquel entonces ni siquiera se llamaba así) y hasta que acabé mis estudios estuve en su regazo. Si bien puedo destacar como inolvidable toda la vida universitaria que uno puede realizar con esta actividad (al igual que pasaría en un club universitario de amantes de la golondrina pirenaica o en un club de catadores de Oraldine), lo que realmente he aprendido es que el debate es tan imprescindible para una persona como la necesidad que tenga por abrir la mente.

Este sábado en el salón de grados de la Facultad de Matemáticas | A.Lijó
Pero entonces, si estoy contento con lo que he conocido, ¿por qué me quejo de lo mal que lo hagan otros? Porque están violando el término. Ese es el problema. Es una desgracia que la población crea que un debate es lo que hizo hace meses Feijóo y sus dos rivales de la oposición (de cuyo nombre ni me acuerdo ni me interesa buscarlo en Google). Pero no sólo los políticos pecan de este debate enlatado. Todos los que hemos vivido la universidad sabemos que los profesores pecan de lo mismo: de vender un discurso único aderezado con especias de pluralidad.
Este fin de semana ha acabado la IV Liga Interna de la USC y hemos hablado con la capitana del equipo ganador, Lara S. Santos:
¿Por qué entraste en debate?
Comecei en debate por ter unha actividade extraescolar que me ocupara tempo e tamén porque sempre me atraeu o mundo dos discursos e a retórica. Cando vin de que ía a cousa aínda me gustou máis e… ata agora!
¿Qué aporta trabajar en equipo?
Permíteche abrir a mente e entender que, aínda que penses que a túa forma de plantexar un tema ou concebir determinadas situacións sexa boa, os demais poden aportarche un montón de cousas. Iso é moi positivo porque a maior parte dos traballos que poidas exercer no futuro requiren certa capacidade de traballo en equipo.
¿Qué es lo que más has aprendido?
Aprendín a separar o gran da palla no sentido de afondar nos argumentos, ver cales teñen máis forza e ser concisa. Tamén aprendín a escoitar e a ver máis alá da carreira.

Un equipo preparándose para debatir | A.Lijó
Ahora continuaré debatiendo conmigo mismo.
El debate es bueno, pero con límites:
¿Cómo puede alguien creer que todo es debatible? No. Hay cosas que son como son. Intentar implantar una duda en determinados aspectos es la destrucción de los valores que han hecho progresar a la humanidad. El debate tiene unos límites, y estos son las líneas rojas de nuestra democracia. Hay que definir un marco en el que uno puede contraponer argumentos, y ese marco es básico para mejorar nuestra capacidad de oratoria y de argumentación.
El debate es bueno, siempre, sin matices:
¿Es que acaso el marco inamovible al que me refiero en el párrafo anterior no es completamente distinto hoy que hace 500 años? Si los marcos son inamovibles entonces es cuando Galileo acaba siendo juzgado por la Santa Inquisición. Los que defienden límites en el debate son los ultras, los radicales y los fanáticos, los que tienen miedo de que se dude, de que se replantee lo establecido, de que uno, al fin, piense por sí mismo.
Este vídeo es del último día de la Liga Interna de la USC, que fue el sábado pasado:
Pero no todo acaba aquí. Una vez que uno entra en este mundo, existe múltiple variedad de formatos de debate de competición, y una creciente diversidad de torneos nacionales e internacionales.
Los que defienden límites en el debate son los ultras, los radicales y los fanáticos, los que tienen miedo de que se dude, de que se replantee lo establecido, de que uno, al fin, piense por sí mismo.
Atenea L. Martínez llegó ayer de participar en un torneo en Córdoba, y hablamos con ella hoy mismo para saber cómo ha sido la aventura:
¿Cómo es la experiencia de un torneo nacional?
Ser convocado para representar a la asociación a la que se pertenece en un torneo nacional es algo a lo que todos aspiramos, sin embargo, no nos damos cuenta de lo que realmente supone hasta que finalmente ocurre. Supone aprender a debatir, supone compartir vivencias con personas con la misma afición que tú y además en este caso hizo que nos diésemos cuenta de que existen injusticias contra las que no podemos luchar.
¿Que diferencias habéis encontrado en comparación con los debates que se hacen en Santiago?
Nosotros practicamos un enfrentamiento más directo: tratamos siempre de dar la vuelta a los argumentos del equipo rival para utilizarlos en su contra, añadimos un toque de humor (nuestra famosa retranca) y hacemos que las evidencias jueguen un papel clave en el discurso. Es una forma de debatir que en mi opinión hace que los oradores y el público disfruten mucho más de la experiencia.
¿Qué habéis aprendido?
Hemos mejorado increíblemente nuestra capacidad oratoria y hemos aprendido que no hay una única escuela. Es por ello que nos sentimos orgullosos de pertenecer a CDC: de nuestra forma única de debatir y de los valores que presiden la asociación. Por otro lado hemos sido conscientes de que la victoria muchas veces no depende de la calidad del debate.
¿Repetiríais?
Repetiremos y volveremos a dar lo mejor de nosotros, siempre que se garantice la objetividad de las valoraciones y la igualdad en el trato a todos los equipos, porque si algo podemos afirmar es que nuestros compañeros estaban en lo cierto cuando hablaban de los torneos nacionales como experiencias inolvidables.
Adrián Fernández Tojo llegó este verano a cuartos de final del Campeonato Mundial de Debate Universitario en Español (CMUDE), y también nos contesta a algunas preguntas:
¿Qué se siente al llegar tan lejos en un torneo internacional?
Una gran alegría. Lo cierto es que no esperábamos llegar tan lejos en un torneo internacional y menos aún con un formato al cual aún no estábamos habituados. También uno se siente reconocido por el trabajo y esfuerzo realizados para llegar allí. Antes del Torneo conseguimos traer a Santiago a un campeón mundial de debate (Ary Ferreira, de la Universidad de O Porto) para que nos ayudase con la preparación. Todo cuenta a la hora de participar en un torneo.
¿Cuál es el nivel como oradores de los universitarios de otros países?
Supongo que nos restringimos a aquellas personas que de algún modo se dedican al debate, no podría hablar sobre el estudiante universitario medio de otros países. El nivel medio en este tipo de torneos (como el CMUDE) es alto, pero es un nivel con el que podemos competir los debatientes de la USC como bien hemos probado en el último torneo. Luego hay unos cuantos equipos que están por encima de la media y que se podrían calificar de excelentes. Aún así, el nivel de los mejores equipos en las competiciones de debate en inglés es incluso superior. Hay una gran tradición en los países de habla inglesa por el debate y en eso nos llevan ventaja. Universidades como Oxford o Monash no sólo alcanzan la excelencia en el debate sino que incluso llegan a influir el transcurso social o político de su país.
El año que viene es en Méjico, ¿volverás?
Eso aún está por ver. Lo cierto es que me gustaría. Se está intentando organizar una “delegación española” para dicho torneo, pero por supuesto hay que superar antes varias dificultades técnicas. Desplazarse a Méjico durante una semana no es algo que todo estudiante pueda hacer y lamentablemente las universidades no financian este tipo de iniciativas como deberían.
¿Qué le dirías a un lector que no haya hecho nunca debate y que esté leyendo esto ahora mismo?
Sin lugar a dudas, que pruebe y se deje sorprender. Yo nunca creí que me fuese a gustar tanto, que fuese tan apasionante y me brindase la oportunidad de conocer a tanta gente interesante y con ideas. Te hace una persona distinta, más crítica, más informada y a la vez más abierta a nuevos puntos de vista. Te aporta algo que parece haberse perdido en el mundo desenfrenado que vivimos hoy: la capacidad de escuchar. Para ser honestos rechacé durante varios años la propuesta de una amiga de entrar en debate por parecerme algo “marginal”. Ojalá no lo hubiese hecho. Ahora intento compensar mi error participando en cuentas actividades puedo relacionadas con el debate, promocionándolo y disfrutando de él todo lo que puedo.

La presidenta de CDC, Laura Placer | A.Lijó
Y hasta aquí el acercamiento al Club de Debate de la USC. En el nivel personal, esta actividad me ha cambiado la vida unos 180º, grado arriba, grado abajo. Desde encontrar trabajo gracias a tener esto en el currículum, hasta conocer a mi pareja. Si quieres descubrirte a ti mismo y comprender mejor el mundo que te toca patear cada día, quizá sea el momento de que te unas a la secta.