Gritándole al diablo
No volvieron a joderme y me sentí poderoso. En vez de arrugarme cada vez que se me aproximaba un chico mayor, me limitaba a pensar: ni se te ocurra buscarme las cosquillas porque te joderé la vida. (Nikki Sixx en Mötley Crüe: Los trapos sucios).
Nikki Sixx es ejemplo de lo que significa tropezarse y caer, una y otra vez. Muchas drogas y litros de alcohol. Broncas y peleas. ¿Mujeres? Alguna que otra hubo. Música, eso siempre estuvo presente. Su carácter rencoroso y resentido le viene desde pequeño. Constantemente se veía obligado a mudarse debido al trabajo de su madre, y eso implicaba tener que hacer nuevos amigos. Cada día más cansado, más sólo. Se fue haciendo un tipo duro. Durante una época fue el blanco de los matones de su colegio. Un día se hartó, llenó su fiambrera metálica de piedras y cuando los matones le pillaron empezó a agitar la fiambrera a diestro y siniestro, haciéndoles sangrar.
Dejó el colegio temprano, quizás porque por aquel entonces el sistema educativo no era como el de ahora. Antes de esto, ya se había empezado a interesar por la música. Estaba loco por entrar en un grupo y cuando se le presentó la oportunidad de entrar como bajista en uno, él, sin bajo, se acercó hasta una tienda de instrumentos con una funda vacía y robó uno. Al llegar al sótano dónde ensayaban les enseñó su adquisición. Se burlaron de él. Había cogido una guitarra pensando que era un bajo. Nadie nace sabiendo, ¿no?
Aquí empezó la gran aventura, la que le llevaría a la decadencia total y a la muerte, pero la misma que le devolvió la vida. Sus primeros intentos en grupos no funcionaron; fue Mötley Crüe lo que le condujo a la fama y a la completa autodestrucción. Pasaban los años y el consumo de drogas crecía. Y cuando llegó la heroína pudo ser el final. Sin embargo, tras sus años más caóticos (1986 y 1987) supo levantarse y viendo que el grupo necesitaba nuevas ideas decidió apartarse de los estupefacientes y se puso a componer, porque la música era lo más importante para él. Ella hizo que tuviese una salida tras dejar el instituto, que conociese a toda esa gente que estaba a su lado, que pudiese salir al mundo y que el mundo le conociese a él. Y quizás, lo más importante, la música siempre le devolvió la vida. Nikki siempre luchó para conseguir lo que quería. Su historia, aunque única, puede ser la de muchos artistas, personas que se hicieron a sí mismas, siempre con algo en común: amar a lo que se dedicaban por encima de todo.