10 cosas que debe cambiar el fútbol moderno

Pocos dudan a día de hoy del crecimiento exponencial que el mundo del fútbol ha desempeñado en los últimos 20 años. La sentencia Bosman, la aparición de los derechos televisivos y la creciente economía de los equipos han convertido al balompié en el deporte rey con años luz de diferencia sobre los demás. Esto ha provocado que hayan aparecido tanto defensores como detractores de esta predominancia del fútbol sobre los otros deportes. Sin embargo, hay algo que chirría en esta afirmación, porque conforme estos deportes más minoritarios se han ido modernizando intentando crear un mayor espectáculo y favorecer el cumplimiento de las normas, el fútbol es hoy en día como era hace 50 años. Algunos defenderán este modelo con su clasicismo y polémica intrínseca, pero yo soy totalmente contrario a él. Porque si el fútbol ha captado tantos adeptos y ha llegado a tanta gente siendo como es, ¿por qué no mejorarlo para crear aún más pasión —y evitar del mismo modo horas de polémica infame—?

El gol de Lampard que nunca entró / Fuente: furborista.blogspot.com

El gol de Lampard que nunca entró / Fuente: furborista.blogspot.com

Aquí presento el decálogo de cosas que creo que el fútbol moderno debe modificar:

1) Cambio urgente de la norma que rige las manos: La ley actual dice que sólo se señalarán como manos aquellas que impliquen deliberación, no pudiendo ser punibles las que no la tengan. Y la pregunta que me hago yo es: ¿cómo sabemos que manos son intencionadas y cuáles no? ¿Un jugador sobre la línea de gol de espaldas que evita un gol con la mano extendida es o no penalti?

En mi opinión hay una forma mucho más fácil para determinar que jugadas son o no mano: si ésta corta la trayectoria del balón. Un balón que da en la mano de un jugador pero sino iría a su cuerpo, no es mano. Un balón que si no da en la mano seguiría su trayectoria natural, sí es mano. A partir de ahí, señalar con tarjeta amarilla las que sean claramente intencionadas. Puede que no sea la norma perfecta, pero desde luego, mejora la actual.

2) Instant replay para las jugadas polémicas: como en la NBA, la NFL o el ojo de halcón en el tenis, parar un partido uno o dos minutos (que serían posteriormente prolongados) para comprobar si un gol es o no en fuera de juego o si una jugada es penalti o piscinazo no acarrearía problema alguno. Si acaso acostumbrarse en un principio, pero la ventaja de un arbitraje con menos fallos garantizaría un mayor espectáculo deportivo (aunque le quitaríamos trabajo a las tertulias nocturnas).

3) Balón con chip: no queremos más goles fantasmas. No podemos volver ver a Lampard reclamar como su gol era legal y no se lo dieron. Un simple chip que pite cuando el balón salga del rectángulo de juego (no sólo los goles) facilitaría mucho la labor de los árbitros (y suprimiría posiblemente esa extraña figura de los jueces de área).

4) Mayor reparto televisivo: tanto a nivel internacional por parte de la FIFA, repartiendo mayores beneficios por participación que por triunfos (permitiendo así crecer a los países más pequeños a nivel futbolístico), como a nivel europeo de clubes por parte de la UEFA (fomentando el crecimiento de los clubes de ligas más pequeñas —tremendamente desfavorecidos tras la ley Bosman—), como lógicamente a nivel de las propias ligas y federaciones de cada país. El mejor ejemplo de reparto porcentual sería Inglaterra, mientras que el peor, como no, sería España, donde entre Real Madrid y Barcelona reciben el 50% de los derechos por retransmisión de los 42 clubs pertenecientes a las ligas profesionales (Primera y Segunda División). El objetivo de tal reparto sería sin ninguna duda obtener un mayor balance competitivo.

5) Recuperación del gol de oro: si el fútbol lleva implícita la palabra emoción es incomprensible que con los años hayan eliminado el gol de oro, un clásico sobre todo en Mundiales y campeonatos continentales, que si bien llenaba de dramatismo las prórrogas era un elemento de tensión inigualable en prácticamente ningún otro acontecimiento deportivo. Por si fuera poco, actualmente existen corrientes para eliminar también las tandas de penaltis. Se han cargado uno de los dos factores de mayor emoción del fútbol, y aún quieren terminar con el otro.

6) Formato de las Copas Nacionales: el formato más antiguo del fútbol pasa mundialmente por su horas más bajas. Las ligas y, sobre todo, las competiciones internacionales han condenado a las copas a sus horas de seguimiento más bajas. Especialmente debemos destacar en este caso a España, donde se ha implementado el peor formato posible para crear afición. Con un torneo devaluado en muchos países, la solución pasa por copiar al país donde mejor funciona: Inglaterra. Una Copa española con 128 equipos (20 Primera + 20 Segunda + 88 Segunda B y Tercera tras 2 rondas previas entre ellos) a un partido único en campo del equipo de categoría más baja (o sorteo en caso de igual categoría) garantizaría sorpresas y una intensidad imposible de conseguir con el formato actual, pues es prácticamente imposible que un equipo de Segunda B elimine a un equipo de competición europea en un partido de ida y vuelta. Y sí, aún muchos recordamos al Mirandés.

7) Mayor relevancia de la Europa League: muchos recuerdan con añoro aquellos tiempos donde sólo el campeón de liga iba a la Copa de Europa y el resto de equipos se tenían que repartir entre UEFA y Recopa. Ahora, con el sistema de coeficientes, este sería un sistema imposible, pero sí que sería posible cambiar el formato de la segunda competición continental. El seguimiento ha caído a la par que el número de partidos y rondas ha crecido con los años, pues un campeón de Europa League debe disputar de media seis partidos más que un campeón de la Champions League para alzarse con el trofeo. Posiblemente la recuperación de los grupos de 5 y enfrentamientos “a cara de perro” a un sólo partido desde Dieciseisavos de Final mediante sorteo puro recuperase un poco la ilusión de muchos aficionados. Sólo es un ejemplo, pero el modelo está claro que debe ser cambiado.

8) Eliminación de las barreras a los límites de nacionalidad: el camino que abrió la sentencia Bosman a nivel europeo es francamente irrecuperable a pesar del añoro de la antigua Copa de Europa que muchos mantenemos. Por eso, en el mundo globalizado actual es una tontería mantener el número mínimo de jugadores nacionales y de cantera (UEFA) así como el número máximo de extracomunitarios (propias ligas). Un libre mercado de jugadores favorecería que muchos clubs de nivel medio pudiesen no sobrepagar a jugadores de determinadas nacionalidades y apostar por otros, así como por modelos alternativos que permitiesen competir deportivamente y ganar dinero (siguiendo el modelo Oporto, muy beneficiado por la apertura de aranceles Portugal-Brasil).

9) Potenciación del fútbol en los Juegos Olímpicos: conllevaría el cambio de la celebración de la Eurocopa a año impar y posiblemente la eliminación de ese invento llamado Copa Confederaciones. Aún así, disfrutar de los mejores futbolistas del mundo en los Juegos Olímpicos sería algo difícilmente descriptible.

10) Echar a los ultras del fútbol: palizas, fascismos, violencia e incluso amor por otros colores. Los ánimos que por regla general pueden profesar la mayor parte de aficiones ultra no compensa el mal que causan. Porque incidentes como los del pasado domingo entre Atlético Paranaense y Vasco da Gama no se deberían volver a repetir. Los ultras son un mal deportivo casi propio del fútbol (en otros deportes, salvo el baloncesto griego, no se conoce prácticamente la violencia extrema), y cuanto antes actúen presidentes y directivas mejor funcionará todo para el verdadero aficionado al deporte.

Este decálogo de quejas con sus posibles soluciones ha sido ideado desde tres puntos de vista fundamentales: si mejoraría el espectáculo, si se facilitaría la labor del colegiado, o la más importante, si el espectador disfrutaría más con los cambios. En fin, un mix de quejas habituales de muchos aficionados al fútbol que ha tenido como simple motivo recoger las más importantes, obviando desde luego aquellas medidas absurdas planteadas por la UEFA con fines puramente económicos y sin pensar en el espectador, como sería la creación de una Liga Europea o la aparición de los tiempos muertos en Brasil 2014 (con vistas a poder realizar ese tan ansiado y que tantos cuartos dará Mundial de Catar).