Prejuicios de colores
A menudo oímos hablar de discriminación, intolerancia y racismo. Actitudes que todos hemos visto alguna vez pero que al parecer nadie tiene. En pleno siglo XXI la pluralidad racial es un hecho y el respeto un derecho. O al menos en teoría. ¿Realmente es la gente tolerante? ¿Existe racismo en España? ¿Está extendido entre los jóvenes? Recientes encuestas muestran que los españoles consideran que la inmigración es uno de los grandes males del país; solo superada por el paro, el terrorismo y la situación de la economía. Los jóvenes no son una excepción, cada vez son más intolerantes. O eso dicen los datos.
Juventud, divino tesoro
No es la mayoría, pero hay un número considerable de jóvenes que perciben de forma excluyente a determinados colectivos. Especialmente a los que se asocian con estereotipos de riesgo. Pues la discriminación racista no es la misma para todos los colectivos étnicos. La peor parte se la llevan los africanos, los gitanos y los musulmanes. De hecho, tras los atentados del 11-SM aumentó considerablemente el rechazo a estos últimos. Según una encuesta de la European Union Agency for Fundamenta Rights (FRA) realizada a 23.500 personas inmigrantes o pertenecientes a minorías étnicas en los 27 Estados de la UE; una de cada cuatro personas encuestadas señalan haberse sentido discriminadas por dos o más motivos en el último año.
Pero la discriminación no es solo por cuestiones de raza, también existe hacia colectivos de personas que son simplemente diferentes. Se le preguntó a 5000 jóvenes si les importaría que su vecino fuese X , y esto es lo que contestaron:
Volviendo al racismo, los jóvenes sí que son conscientes y reconocen que las personas inmigrantes en España tienen unas condiciones de vida precarias y están peor en cuanto al ejercicio de los derechos básicos. Sin embargo, estas consideraciones no implican el reconocimiento de tales derechos de los inmigrantes.
Según el Informe de la juventud del pasado año 2012, la cuarta parte de los jóvenes encuestados (con edades entre los 18 y 24 años), opinan que los inmigrantes no deben tener derecho a voto en las elecciones municipales, obtener la nacionalidad o incluso traerse a su familia. Viendo estos datos podemos hacernos una idea del nivel de tolerancia de los jóvenes. De hecho, la cuarta parte de los participantes en la encuesta no está de acuerdo con que los inmigrantes puedan crear asociaciones para la defensa de estos y otros derechos. Desde SOS Racismo cuentan preocupados que no solo se extiende entre la población, sino sobre todo en las políticas de extranjería y en el trato que da el gobierno a los inmigrantes. “La expulsión del sistema sanitario de más de 800.000 inmigrantes sin papeles es sólo un ejemplo de que el racismo institucional está aumentando.”
Causas . Lo diferente asusta
Las cifras cuentan que sí existe discriminación hacia algunos colectivos. En mayor o menor medida, podemos hablar de racismo. Y no solo eso, si no que existe intolerancia hacia lo diferente. Según el Injuve (Instituto Nacional de Juventud), la juventud española y europea es precavida o intolerante en sus relaciones con los demás. Más de la mitad de los entrevistados cree que no se puede confiar en los demás. Esta desconfianza se muestra sobretodo hacia las personas ajenas a la familia y amistades. ¿De quién es la culpa?, ¿Cuáles son las causas?, ¿Miedo?, ¿Prejuicios?
Un profesor de Psicología en la universidad de Santiago opina que “la intolerancia a lo diferente se debe, en parte, al miedo a lo desconocido”. No olvidemos que el racismo es una manifestación más de intolerancia, y esta, es un rasgo del carácter. El desarrollo del carácter de una persona depende de su educación y también de las circunstancias de su entorno, entre otras cosas. Este psicólogo no vacila al decir que existe racismo, y para prevenir estas situaciones habla de “educar en valores”. Algo que tiene que venir tanto de los centros de enseñanza como de los medios de comunicación, que “no son conscientes de su gran influencia en los espectadores”. Este profesor cuenta que la pobreza o la riqueza también pueden incrementar el odio-miedo.“La pobreza porque piensas que, por ejemplo, los extranjeros te pueden sacar el puesto de trabajo, y la riqueza porque piensas que te van a arrebatar ese bienestar”.
Crisis económica. ¿Crisis de valores?
Entonces, según las palabras de este psicólogo, en una situación de crisis como la actual aumenta la intolerancia y la discriminación. Aumenta el racismo. Según fuentes de SOS Racismo los recortes sociales aumentan la exclusión, lo que acentúa las posibilidades de conflictividad. En un contexto de crisis económica el sentimiento de competencia en el acceso a los recursos es más exagerado. En esta organización creen que algunos sectores de la población caen en la trampa y piensan que el enemigo es “el otro” (el extranjero, el diferente…), “no se dan cuenta de que tienen los mismos intereses y sufren los mismos abusos”.
Resulta llamativo que entre los jóvenes, con todos los avances y tecnologías , no se produce un incremento del sentido de globalidad, independientemente del lugar de nacimiento o residencia; si no que ocurre todo lo contrario. En los últimos 16 años, ha aumentado considerablemente el sentimiento de pertenencia territorial en España. Entre la juventud, el sentimiento mayoritario es el localista, seguido de cerca por el nacionalista. Que no me quiten lo que me corresponde es una frase común y que lo que me corresponde es lo que está en mis fronteras es una postura arraigada.
Que no me quiten lo que me corresponde es una frase común y que lo que me corresponde es lo que está en mis fronteras es una postura arraigada.
Racismo en las aulas
En pocos años la tasa de alumnos de origen extranjero matriculados en centros educativos españoles se ha cuadriplicado. Pero, ¿es escolarización sinónimo de integración? Según un estudio realizado por El Instituto Universitario Ortega y Gasset y la Universidad de Princeton en la mayoría de los casos sí. La encuesta se realizó a 6.900 hijos de inmigrantes de 180 centros y menos del 10% admitió sentirse discriminado. Estos datos, curiosamente, resultan contradictorios a los mostrados anteriormente. Habíamos llegado a la conclusión de que, si no la mayoría, al menos una parte considerable de jóvenes es intolerante. Racismo, discrminación, llámale X,; el caso es que las cifras no coinciden. Sarah Soyei, portavoz de la organización británica benéfica contra el racismo ‘Show Racism the Red Card’, recuerda que “a menudo las víctimas de intimidación racista en las aulas tienen miedo a contarlo y que la situación empeore”. Debemos recordar que las matemáticas son una ciencia exacta, pero las encuestas no. Muchas de ellas incluyen información interesada, o preguntas ambiguas. Además, no olvidemos que los datos se obtienen de las respuestas que dan personas, y que estas pueden mentir, ya sea consciente o inconscientemente. Como dice Sarah Soyei, una de las causas puede ser el miedo.
Una visión optimista, una historia real.
Aún conociendo las cifras y la opinión de los expertos, siempre hay lugar para las interpretaciones. Realismo y pesimismo a menudo se confunden, y hay quien tiene una visión más optimista. Muchos opinan que no se puede generalizar. Por supuesto, no todos los españoles son racistas o intolerantes; como hemos visto, ni siquiera la mayoría. Existen personas que opinan que el racismo en España no es preocupante. Depende de cada uno donde establecer la barrera de lo que es o no es preocupante. Las cifras ahí están, si es que decidimos fiarnos de ellas. También encontramos la postura de quienes se consuelan con que el racismo en España es menor que en otros países europeos. Y es cierto, en países como Bélgica o Austria existe una mayor discriminación y se registran más casos de agresiones por motivos de raza. Dependiendo de su situación, sus experiencias o sus conocimientos, cada español tendrá su opinión al respecto. Lo mismo ocurre con los inmigrantes que vienen a España. No todos reciben el mismo trato y no todos tienen la misma suerte. Muchos pensarán que los españoles son racistas y habrá otros tantos que opinen todo lo contrario.
En este segundo grupo está Libbas Thiem, un joven que hace más o menos un año llegó de Senegal y ahora reside en Lugo. Afirma que por lo que a él respecta, no tiene motivos para calificar a los españoles de racistas.
P: ¿Tuviste algún problema cuando llegaste a España?
Libbas: La verdad es que no. Al menos nada grave. El único inconveniente fue que yo ya tenía mi título de Bachillerato en Senegal, y en España no es válido. Pero ahora ya me lo estoy sacando aquí.
Y en clase, ¿Te ha sentido discriminado, o has tenido algún trato diferente?
La verdad es que en ese aspecto estoy muy contento. Los profesores, como saben que este no es mi idioma emplean más tiempo en explicarme. Y los alumnos son muy simpáticos. La gente es muy abierta en general.
Entonces, ¿Tú crees que en general los jóvenes son racistas?
Yo creo que no, la verdad es que no he tenido ningún problema por eso. Yo pienso que la mayoría no son racistas, al menos la gente que yo conozco no lo es. Pero bueno, hay de todo.
Conclusión
Sigue resultando complicado afirmar si la sociedad en que vivimos es racista y si los jóvenes también lo son. Lo que es innegable es que una parte de la población en general, y de los jóvenes en concreto, discrimina por uno u otro motivo. Esta actitud está extendiéndose, es posible que debido a la crisis. Quizá solo es una cuestión de prejuicios, o de egoísmo. Quizá no hay solución y el rechazo a lo diferente es algo innato. O quizá la solución está simplemente en educar a estos jóvenes correctamente. Como dijo Nelson Mandela “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o su religión. Para odiar, las personas necesitan aprender, y si pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar”.