La historia de un joven campeón llamado Marc Márquez

1993. Año de nacimiento de Marc Márquez. Año de nacimiento de Aarón Cabado. En octubre de 2012, cuando el piloto ilerdense se alzó con el campeonato del mundo de Moto 2 – que viene siendo lo que hasta hace poco se conocía como 250 c.c. – mi padre me comentó este dato, aunque yo ya fuese sabedor de ello. “Las comparaciones son odiosas”, le respondí yo. Porque yo soy muy de utilizar clichés cuando me conviene y muy de rechazarlos y desacreditarlos cuando estos están en mi contra.

Y me ha parecido coherente comenzar el artículo contándoos esta breve anécdota, principalmente porque si las comparaciones eran odiosas en este momento, pues todavía lo son más ahora, apenas dos semanas después de que Marc Márquez se haya coronado como campeón mundial de Moto GP.

Márquez, llegando a boxes en Cheste tras proclamarse campeón del mundo | Fuente: marca.com

Márquez, llegando a boxes en Cheste tras proclamarse campeón del mundo | Fuente: marca.com

El caso es que la victoria del motociclista catalán ha sorprendido a propios y a extraños, pese a que prácticamente cualquier aficionado al deporte de las dos ruedas tenía claro que Marc era uno de los pilotos más prometedores del panorama internacional. Incluso se podría decir que prácticamente todos afirmaban que Márquez sería algún día campeón del mundo de Moto GP. Pero creo que muy pocos —y ahora aparecerán los ventajistas a decirme lo contrario— podrían augurar que su coronación como mejor motociclista del planeta llegaría en su primera temporada en la máxima categoría de este deporte.

Marc Márquez se llevó un mundial que comenzó sin ser uno de los principales favoritos, pero su falta de experiencia en la categoría reina fue sustituida por su habilidad sobre la Honda.

Ni siquiera el propio Marc, humilde y sensato, pronosticaba tal resultado a principio de temporada, allá por el mes de marzo. Año de transición. Periodo de aclimatación. (Carcajadas de fondo). Es evidente que en la pretemporada, aunque Márquez demostraba que tenía potencial y talento suficientes para estar arriba, no entraba en las quinielas para alzarse con el campeonato. Tras la sorprendente retirada de Casey Stoner, el que se postulaba como candidato principal para obtener el título era el mallorquín Jorge Lorenzo, bicampeón del mundo en la categoría. Tras él, Dani Pedrosa, y como tercer candidato un Valentino Rossi del que se esperaba que pudiese dar guerra al dúo de españoles una vez consumada su vuelta a Yamaha. Y luego, venía Marc Márquez. Escondido, detrás de los favoritos. Dejando claro que en su primer año, el único objetivo era aprender, que no se imponía ningún reto más allá. Una temporada para madurar como piloto.

Donde no se escondió el joven ilerdense fue en la pista. Y ya desde la primera carrera demostró que iba a dar mucha más batalla de la anunciada, con una meritoria remontada en su prueba de debut, duelo frente a su referente y amigo Valentino Rossi incluido. Y tercer escalón del podio, por delante de su compañero de equipo, Dani Pedrosa, que comenzaba ya su octava campaña en la categoría. El periodo de aclimatación más corto de la historia, el del señor Márquez.

De ídolo a rival | Fuente: elperiodico.com

De ídolo a rival | Fuente: elperiodico.com

Si en la primera carrera de la temporada Marc presentó sus credenciales, en la segunda dio un puñetazo sobre la mesa. Pero de esos que resquebrajan la propia mesa. En Austin, allá por Texas, el piloto español logró su primera pole position y su primera victoria en la categoría reina del motociclismo. Fue el más rápido y lo demostró tanto el sábado como el domingo, pese a que una mala salida le obligó a tener que remontar. Y la gente ya estaba como loca con el pequeño Marc. Ya empezaba a aparecer en las quinielas como candidato al título. Él, por su parte, continuaba con su postura precavida: pese a su sorprendente gran inicio de temporada, decía ser consciente de que su guerra no era el mundial. Irónico leer estas palabras ahora, ocho meses después.

Y es que además, al motociclismo español, que es claramente la primera potencia en este deporte, le faltaba algo que sí le dio Márquez. Y es la carisma. Porque, siendo objetivos, ni Jorge Lorenzo ni Dani Pedrosa, pese a ser dos grandísimos pilotos, cuentan con un apoyo incondicional por parte de tantos fans como del que sí goza Márquez. Y esto se lo ha ganado a base de ser él mismo, de comportarse como un chaval normal dedicándose a lo que más le apasiona.

Una de las mejores cualidades de Márquez radica en su simpatía, que ha contribuido a crear una imagen de piloto carismático, que es precisamente algo que valoran mucho los aficionados a este deporte.

De Lorenzo se dice que es demasiado arrogante, y a Pedrosa muchos lo tildan de frío y poco arriesgado. En cambio, las críticas generales de los aficionados hacia Marc son generalmente positivas. El público le adora, y además cuenta con el beneplácito de Valentino Rossi, que es muy probablemente el piloto más querido y admirado de la parrilla, tanto por su extenso palmarés como por su marcada carisma. Una característica, este última, que comparten el italiano y el español. Y es que muchos afirman ya sin vacilar que el ilerdense es el principal candidato a tomar el relevo de Il Dottore. Marc está llamado a marcar una época, y ya hemos podido comprobar que no le tiembla el pulso ante la presión.

Creo que el punto clave de la temporada tuvo lugar en la octava carrera de la misma, disputada en el circuito de Sachsenring. A estas alturas de la temporada, los tres pilotos españoles (Márquez, Lorenzo y Pedrosa) estaban relativamente cerca entre sí en la clasificación general. Sin embargo, durante los entrenamientos libres, estos dos últimos sufrieron sendas caídas que provocaron que no pudiesen participar en la prueba teutona. Marc Márquez aprovechó la oportunidad para conseguir su segunda victoria en la categoría reina y situarse al frente de la tabla clasificatoria. Cogió la primera posición y decidió no soltarla en todo lo que restaba de temporada. Porque a su triunfo en Sachsenring, tenemos que sumarle los conseguidos en el mítico circuito de Laguna Seca, en Indianápolis y en el trazado checho de Brno. Cuatro victorias consecutivas. 100 puntos que le proporcionaron una distancia ya insalvable con respecto a sus más inmediatos perseguidores.

Marc, pasando por meta en primera posición en Laguna Seca | Fuente: soymotero.net

Marc, pasando por meta en primera posición en Laguna Seca | Fuente: soymotero.net

Pese a su cuantiosa ventaja, Marc no aflojó el acelerador, estando siempre en las posiciones delanteras. Sin cometer errores, sin ser víctima de la presión que supone estar en lo más alto. Así, llegó al circuito australiano de Phillip Island, antepenúltima prueba de la temporada, con opciones matemáticas de ser campeón del mundo. Pero un inexplicable y gravísimo error de su equipo, Repsol Honda, acabó con Márquez descalificado por no entrar a cambiar los neumáticos en las vueltas establecidas para ello. Esto, unido a la victoria de Jorge Lorenzo, implicó que el mallorquín se le acercase en la clasificación, aunque Marc todavía contaba con cierta ventaja, sabiendo que si corría de forma inteligente tendría el mundial en el bolsillo. Y así fue. De poco le sirvió a Lorenzo vencer en las dos últimas carreras de la campaña, pues el ilerdense de tan sólo 20 años cumplió con su parte del trabajo y acabó alzándose con el campeonato.

Sus récords de precocidad están ahí: piloto más joven en ganar un mundial de Moto GP, y primer debutante en conseguir este título desde que lo hiciera Kenny Roberts allá por 1978. Que ha llovido desde entonces. Y también ha hecho sol, y ha vuelta a llover, y no pocas veces.

Con la consecución de su primer mundial en Moto GP (tercero en total, uno en cada categoría), Márquez se convierte en el piloto más joven en lograr la victoria en la clase reina.

‘Veni, vidi, vici’. Así resumiría la temporada de Marc Márquez el señor Julio César, que en paz descanse. Porque el que ya fuera campeón del mundo en Moto 3 y Moto 2 llegaba a la categoría reina con el objetivo de aprender… y vaya si ha aprendido. A una velocidad vertiginosa, diría yo. Ni siquiera la presión de las batallas dialécticas pudo con él. Porque es evidente que Marc es muy bueno, pero de la misma forma es evidente también que en ocasiones arriesga demasiado. Y mediada la temporada, tanto Jorge Lorenzo como Dani Pedrosa criticaron con dureza las maniobras del piloto catalán, como el toque con el mallorquín en la última curva en Jerez, o el que tuvo con su compañero de equipo en Aragón, provocando que éste acabase en el suelo.

De todas formas, Márquez ha demostrado que sabe hablar tanto fuera como dentro de la pista. Y quizás por eso mismo provoca tanta simpatía por parte de los aficionados: intenta no meterse en líos, cuando comete un error no busca excusas y su deportividad es admirable. Como vemos, Marc reúne todos los requisitos para convertirse, como dicen, en el sucesor de Valentino Rossi. Talento y mimbres no le faltan. Hambre está claro que tampoco. Y tiempo, parece que tiene de sobra. ¿Dónde está el techo de Marc Márquez? Nadie lo sabe aún, pero probablemente… muy, muy, muy alto.