Wilson Kipsang, dejando el listón un poco más alto
Hace exactamente dos fines de semana, la prensa deportiva española amanecía resacosa, informándonos sobre la victoria del Atlético de Madrid en el Bernabeu, o acerca del alcance de la lesión que Leo Messi había sufrido el día anterior. Pero ese domingo, a algo menos de 2000 kilómetros de distancia, en territorio alemán, el fondista keniano Wilson Kipsang Kiprotich se adjudicaba la victoria en la Maratón de Berlín, y lo que es más importante, conseguía el récord del mundo en esta distancia.
Así, el atleta africano fijaba dicha marca en 2h03’23”, rebajando en quince segundos el anterior mejor tiempo que hasta ese 29 de septiembre ostentaba su compatriota Patrick Makau. Kipsang llegó en solitario a la meta, situada bajo la Puerta de Brandeburgo, después de haber realizado un duro ataque en la última parte de la carrera, que le sirvió para descolgar a sus rivales y, a la postre, para alcanzar el hito de ser el maratoniano más rápido de la historia.
Como cabía esperar, la repercusión en los medios – al menos en los españoles – fue escasa, pues prácticamente nadie sabía quién era Wilson Kipsang, y cualquier periodista deportivo estándar lo describiría como ”uno de esos africanos delgados que corren mucho y ganan siempre”. Como muchos otros jóvenes kenianos, Wilson decidió dedicarse al atletismo, aunque curiosamente sus primeras zancadas las dio en favor de la policía de su país. El duro entrenamiento llevado a cabo por el runner africano dio sus frutos en su juventud, y pronto comenzó a destacar y a cosechar buenos resultados a en diversas carreras en su tierra natal.
Wilson Kipsang se inició en el mundo del atletismo participando en carreras de fondo de corta duración, para ir aumentando progresivamente el kilometraje, a diferencia de muchos otros runners que desde jóvenes dan sus primeras zancadas en maratón.
Sus inicios en el atletismo los dedicó a competir en carreras de diez kilómetros de distancia (también conocidas como diezmiles), y en 2007, ya con 25 años, se convirtió en atleta profesional. Éste fue el billete que le permitió desembarcar en el deporte internacional: pudo ir a los Países Bajos, donde alcanzó la segunda posición en la Tilburg Ten Miles. Las previsiones se confirmaron con su primaria victoria – de nuevo en territorio holandés – en un 10.000 europeo, logrando además la cuarta mejor marca del año en la distancia.
Comparándolo con otros atletas africanos, podríamos decir que Wilson Kipsang es un fondista tardío, pues aunque la mayoría de los maratonianos no llegan a su punto álgido de nivel hasta la treintena, actualmente sí suelen iniciarse antes en las carreras de larga distancia. Por ejemplo, el ugandés Stephen Kiprotich, actual campeón olímpico en Londres 2012 y recientemente coronado también como vencedor en los mundiales de atletismo en Rusia, tiene tan sólo 24 años. Este no es el caso del nuevo recordman, que como ya he dicho en el párrafo anterior, comenzó participando en competiciones de diez kilómetros, y no debutó en maratón hasta los 28 años de edad, aunque como se puede ver esto no ha sido un lastre para él.
El cambio del 10.000 a la maratón fue progresivo: en 2008, Kipsang participó en varias medias maratones (de 21 km), destacando especialmente su victoria en Nueva Dehli (India), y al año siguiente se alzó también con la Egmond Half Marathon en Holanda. Así, este atleta keniano no debutó en maratón hasta el año 2010 en París, finalizando en una meritoria tercera posición con un tiempo ligeramente superior a las 2h07′, el cual pulverizó pocos meses después en Frankfurt, rebajando su marca personal hasta las 2h04’57” al mismo tiempo que lograba el primer puesto en la ciudad germana. En el año 2012 se llevó también la maratón de Londres (haciendo de nuevo su mejor tiempo en la distancia de Filípides). Así, tras los éxitos cosechados en la mítica carrera de los 42,195 kilómetros, Kipsang llegaba a los Juegos Olímpicos del pasado año como principal favorito a llevarse el oro… sin embargo, tuvo que conformarse con un tercer escalón del podio que le supo a poco.

Wilson Kipsang (bronce) junto a los otros dos medallistas en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 | Fuente: Agencia Efe
Ya en 2013, venció en Nueva York, pero no pudo revalidar su título como ganador en Londres, carrera disputada en el mes de abril. Tras el fiasco producido en la capital británica, lo normal sería que Kipsang tuviese ganas de reivindicarse cuanto antes en otra maratón. Sin embargo, fue cauteloso y decidió darse un tiempo de descanso para mirar al horizonte: Berlín, ciudad conocida en el mundo del atletismo por tener uno de los recorridos maratonianos más rápidos y favorables para conseguir marcas (de hecho, los últimos cinco récords del mundo se consiguieron en esta misma carrera). El runner keniano llevó a cabo un elaborado y exigente planning de entrenamiento – se pasó varias semanas rodando a más de 2.000 metros de altitud con el objetivo de incrementar su capacidad pulmonar – para intentar llegar en condiciones óptimas a la prueba, una de las seis World Marathon Majors, que destacan por ser extraordinariamente multitudinarias.
La Maratón de Berlín, carrera donde se han conseguido numerosas plusmarcas, fue el evento elegido por Kipsang para intentar asaltar al récord del mundo en los míticos 42.195 metros que Filípides recorrió – según el mito – para llegar hasta Atenas.
Las condiciones meteorológicas el día de la prueba no eran excesivamente desfavorables, pero había un ligero viento que bien podría haber dado al traste con las opciones del atleta africano de conseguir su ansiado sueño. Pero no fue así. La carrera arrancó con la parte delantera rodando a una alta velocidad, y desde el inicio se compuso un grupo de cinco atletas kenianos de los cuales tiraban varias liebres – esto es, otros atletas cuyo único objetivo es rodar durante un determinado número de kilómetros a un determinado ritmo, para descargar un poco a los corredores que realmente tienen como meta luchar por la victoria -.
Durante la primera mitad de la prueba, el ritmo fue frenético, superando ligeramente los parciales del hasta entonces recordman Patrick Makau dos años atrás. Sin embargo, más tarde se produjo un descenso en la velocidad, que se acrecentó todavía más en el parcial entre los kilómetros 25 y 30, justo cuando las liebres dejaron la carrera y se produjo una selección en ese grupo cabecero, donde quedaron en solitario Wilson Kipsang, Eliud Kipchoge y el talentoso y prometedor Geofrey Kipsang, de tan sólo 20 años. En ese momento, las posibles tácticas de los atletas para intentar llevarse la carrera entraron en juego, comenzaron las especulaciones… y en el paso por el kilómetros 35 (a siete de meta) el récord del mundo estaba 20 segundos por delante, lo que puede no parecer nada pero en atletismo puede llegar a ser un mundo.
Pero el objetivo de Wilson Kipsang no era ganar la carrera, si no conseguir la gesta de colocarse como el maratoniano más rápido de todos los tiempos. A sabiendas de ello, y con una tremenda fuerza de voluntad y un derroche físico devastador, lanzó un ataque para dejar atrás a sus dos compatriotas. Los últimos kilómetros fueron la confirmación de que el récord estaba cerca: su parcial del 35 al 42 fue muy superior al que había realizado Makau en el año 2011, por lo que Kipsang llegó a meta parando el crono en ese 2h03’23” que actualmente supone el menor tiempo que alguien ha necesitado nunca para recorrer 42 kilómetros y 195 metros.

Kipsang poco después de entrar en la meta, situada bajo la Puerta de Brandeburgo. | Fuente: 20 minutos.
Esas escasas dos horas suponen elevar un poco más el límite físico del ser humano, que a pasos agigantados continúa batiendo registros, pues esta es ya la sexta vez que el récord mundial de maratón es rebajado en los escasos años que llevamos de siglo. No hay que olvidar, por ejemplo, que el tiempo conseguido por Kipsang es un minuto y medio más rápido que el que es considerado uno de los mejores fondistas de la historia, Paul Tergat. O que este tiempo mejora en ¡9 minutos! el que necesitó el segoviano Javi Guerra para coronarse este año como campeón de España de maratón. O, por poner un ejemplo que podría mostrar con mayor exactitud el frenético ritmo que estos superhombres llevan a lo largo de los 42 kilómetros, comparándolo con una persona normal y corriente… Wilson Kipsang tardó en completar esta maratón una hora y diez minutos menos que los que utilizó un servidor el pasado abril para realizar esta misma distancia en La Coruña.
Pondré incluso un ejemplo de mayor facilidad de comprensión: el nuevo recordman mundial recorrió la maratón de Berlín a un ritmo de 2’55 minutos cada kilómetro. Y pensaréis que lo siguiente que voy a escribir es una exageración, pero no: cualquiera de nosotros no sería capaz de aguantar corriendo a este ritmo ni siquiera 500 metros. Por lo tanto, creo que es evidente que estamos hablando de una gesta que va mucho más allá de algo anecdótico o casual: es el fruto de toda una vida de dedicación, esfuerzo, constancia y de perseverancia. Pero probablemente, mientras la prensa deportiva en general siga dándole las primeras planas de sus publicaciones al último partido del Real Madrid o al próximo fichaje del Barcelona, será difícil que los aficionados al deporte comprendan la magnitud de lo que ha conseguido el nuevo mejor maratoniano de la historia: Wilson Kipsang Kiprotich.