Lost in Coppola
Ser la hija de Francis Ford Coppola, uno de los mejores directores de cine, puede abrir algunas puertas. Pero tener un apellido de renombre no lo es todo. Su trabajo demuestra que Sofia Coppola es más que la hija artista de un gran cineasta. Con el paso de los años ha conseguido una marca propia, un nombre que signifique algo más que el apellido de su padre. Su bautismo en el mundo del cine empezó de forma literal en El Padrino (1972), pues ella fue el bebé bautizado en dicho film. Posteriormente tuvo papeles que no destacaron demasiado en Rebeldes (1983) y Peggy Sue se casó (1986), ambas dirigidas por su padre. Años después, Francis Ford Coppola se quedó sin Winona Ryder para interpretar a Mary Corleone en El Padrino III (1990), y convenció a su hija para ese papel. Resultó ser una decisión equivocada porque su interpretación recibió numerosas críticas negativas, así como dos premios Razzie a Peor Actriz Novel y Peor Actriz de Reparto. Aún así no abandonó el negocio familiar en el mundo del celuloide. La prima del actor Nicolas Cage descubrió que su talento no es la interpretación, sino la dirección y creación de guiones.

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Hoy en día Sofia Carmina Coppola ya está alejada de la mala imagen proporcionada por su trabajo como actriz. Esta directora y guionista estadounidense tiene personalidad propia, conseguida gracias a la elección acertada de las bandas sonoras. También ayuda la inmersión en la mente de los personajes a través de silencios unidos a primeros planos. Cuenta con una estética postadolescente que ha despertado los aplausos de los jóvenes cinéfilos. Ganó un Óscar a Mejor Guión Original por Lost in Translation (2003), lo que llevó a la familia Coppola a ser galardonada en tres generaciones distintas. Este film también le proporcionó un Globo de Oro (mejor guión) y un Premio César (mejor película extranjera). La sobrina de Talia Shire fue la tercera mujer de la historia y la primera americana en ser nominada a un Óscar a la Mejor Dirección. También ha trabajado como directora de cortometrajes, Lick the Star (1998), vídeos musicales, This here giraffe – The Flaming Lips, o anuncios publicitarios, City of Light fragance con Natalie Portman, de Christian Dior (2010), entre otros. Pero su reconocimiento se debe a sus cinco películas, de las cuales la última se estrenó el pasado once de octubre en España.
Las vírgenes suicidas (1999):

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Este drama fue la primera película escrita y dirigida por Sofia Coppola. Contando con Kirsten Dunst (Spider-Man) como actriz y con Francis Ford Coppola como productor, el film tuvo éxito y recibió muy buenas críticas, así como numerosos premios. Las vírgenes suicidas está basada en la novela homónima del ganador de un premio Pulitzer, Jeffrey Eugenides. La película no explica los motivos que tenían las hermanas para quitarse la vida, sino que ilustra el intento de comprender qué pasó en casa de los Lisbon desde el punto de vista idealizado de los chicos del barrio. La ambientación de los años setenta en un precioso barrio residencial unida a su impecable estética es uno de sus puntos fuertes. Estos adolescentes que han dejado de serlo, llegarán a la conclusión de que la verdad es demasiado compleja y nunca comprenderán sus motivos. La directora consigue ahondar en los estados de ánimo de los personajes, en lo perdido que se puede llegar a estar con el paso a la vida adulta. Estas hermanas no pudieron soportar el peso de los descubrimientos que acompañan al fin de la inocencia, por ejemplo someterse a leyes que no entienden. Su trágico final también puede ser debido a la represión y total falta de libertad a la que sus padres las tenían sometidas. O tal vez el motivo es que no hay motivos.
No dejaron que la vida las marchitara, no consintieron seguir vegetando rodeadas de casas iguales con mujeres que ganan peso y hombres que pierden pelo con el paso de los años.
Lost in Translation (2003):

“Nunca volvamos aquí otra vez, porque nunca volverá a ser tan divertido”, Charlotte.
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Su segundo trabajo, protagonizado por Bill Murray (Bienvenidos a Zombieland, Los cazafantasmas) y Scarlett Johansson (A good woman, Scoop), fue todo un éxito. Aunque Lost in Translation no es una película de fácil consumo. Parte del público disgustado con esta película se queja de que no ocurre nada concreto. Opinan que le hace falta más movimiento y menos silencio. Esperan todo el largometraje a que pase algo, mientras ya está pasando en realidad. Demandan una historia más definida, pero precisamente ahí es donde reside el encanto de Sofia Coppola. Ella consigue transmitir a través del silencio y la música, así como las miradas y las expresiones de los actores. Esta cinta no es como las narraciones a las que nos tienen acostumbrados las grandes compañías, sino que la historia se cuenta sola con naturalidad y elegancia. Tokio, con sus altos edificios entre los que camina apresuradamente esa gran masa de gente con lengua extraña, es uno de los mayores aciertos de la película. No hay mejor escenario para comprender la pérdida de rumbo que une a los protagonistas. El guión muestra diálogos cercanos al espectador, con toques de humor y drama, así como frases memorables.

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Los dos protagonistas, Bob y Charlotte, son dos personajes de distinta condición y generación, pero ambos están insatisfechos con sus vidas, a nivel profesional y sentimental. Les une el sentimiento de desconcierto con sus respectivas vidas. La directora consigue mostrar a la perfección que la soledad y el vacío que los vincula sólo es entendible por ellos mismos.
Sofia Coppola sabe que para representar un estado de ánimo no hacen falta palabras. Los personajes no hacen ni dicen nada concreto que explique sus sentimientos, en cambio el público los comprende y siente su desorientación. Poco a poco, con pequeños gestos, Charlotte y Bob se van conociendo y gustando. Las excelentes interpretaciones de los dos actores hacen que el espectador crea que se necesitan el uno al otro cada vez más, pues hay una extraordinaria química entre ellos.
Es la historia de dos personas que, pese a la diferencia de edad, se han comprendido en su soledad y amodorramiento.
Su historia resulta tan atractiva y especial porque no volverá a repetirse. Pese a encontrarse incomprendidos, los protagonistas comparten el mismo dilema pero no el mismo destino. Sofia Coppola demuestra talento al al reflejar con claridad cómo se encuentran anímicamente. Con una excelente fotografía y una banda sonora magistral la directora demuestra una fuerte personalidad cinematográfica que se traduce en una de las descripciones más hermosas de la soledad. Este romance no cuenta con palabras románticas o sexo, sino que se construye gracias a los pequeños detalles. De manera innovadora y moderna la historia se construye con un encuentro en el pasillo, una charla en el bar del hotel, una caricia en el pie. Gracias a la impecable estética y a su estructura narrativa, es una oda al buen gusto que tiene la virtud de conectar con el espectador. En definitiva, un drama con toques de humor construido con el conjunto de grandes momentos aislados.
Marie Antoinette (2006):

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Con Kirsten Dunst como protagonista y Jason Schwartzman (Extrañas coincidencias) como Luis XVI, Sofia Coppola se aventuró en el film biográfico de esta peculiar reina de Francia. En su discurso audiovisual se funden el pasado y el presente porque la ambientación musical moderna es anacrónica. Pero lo importante no es la música en sí, sino el estado de ánimo que proporciona al relato. Esa fusión hace que la directora demuestre una vez más su fuerte personalidad, así como su perspectiva de la soledad. María Antonieta es una joven incapaz de sentirse cómoda en el contexto que le tocó vivir, característica que comparte con otros personajes de la directora. A Sofía no le interesa el rigor histórico ni ser fiel a cómo sucedieron los hechos. Sin embargo indaga en las emociones de los personajes, algo poco habitual en los dramas históricos. Los pensamientos de esta reina adolescente no distan mucho de cualquier joven. Está oprimida por unas costumbres que no entiende, se siente aislada y carente de un objetivo en la vida. La directora no intenta plasmar los pensamientos de una joven , sino de la juventud en sí. María Antonieta siente que no encaja en el mundo, la diferencia es que el suyo está plagado de lujos.
Está encerrada en una jaula hecha de joyas y pasteles.
Si algo destaca en la película es su impecable puesta en escena. Ganadora de un Óscar al mejor diseño de vestuario, la película no solo cuenta con un maquillaje espléndido y unos vestidos asombrosos. También es importante el entorno en el que se encuentra la joven, algo fundamental para entender sus acciones. En el film está perfectamente retratado con una belleza visual inigualable. En definitiva, es la historia de una joven reina descubriendo que a pesar de tenerlo todo, no era libre.
Somewhere (2010):
Stephen Dorff (Blade) interpreta a un hombre cansado de los excesos. Se entretiene con fiestas y bailarinas privadas, conduce un Ferrari y lleva una vida llena de lujos. Su existencia es insípida, igual que esta película. Su hija es la que aporta algo de luz y dulzura al film. Interpretada por Elle Fanning, la niña de Super 8 (2011) y hermana de Dakota Fanning, hace que su padre disfrute de los pequeños detalles. Él está sumido en un vacío existencial que solo podrán entender los aficionados al más puro cine independiente. Sofia explota en todas sus películas la sensación de standby emocional, del transcurrir de la vida carente de sentido. En este caso no iba a ser diferente. Puede resultar muy atractivo pero al utilizarse de más roza la pedantería. Pero no todo es negativo en Somewhere, pues la directora demuestra una gran madurez visual en comparación con otros trabajos. Ha depurado su técnica y ahora es capaz de mostrar multitud de sucesos sin hacer grandes movimientos de cámara. La directora no está interesada en entretener al espectador con una narración convencional. El objetivo es reflejar la falta de rumbo y emoción en los sucesos del protagonista, pero en algunos casos la falta de entusiasmo es exagerada y tiene un efecto que invita a la modorra. Quizá gano el León de oro en el Festival de Venecia por un matiz que puede pasar desapercibido. Sofia Coppola hace ver que no está contando nada, pero en realidad lo está contando todo. Es algo que desarrolla en todos sus films, como reflejar la desconexión entre el personaje y el entorno en el que se encuentra. ¿Dónde está el protagonista? En algún lugar, somewhere.
The Bling Ring (2013):
El último trabajo de Sofia Coppola se estrenó en Estados Unidos a mediados de junio y llegó a España el pasado viernes once de octubre. Basado en una historia real, el guión cuenta la historia de un grupo de jóvenes ladrones. Apodados “The Bling Ring” por los medios, se dedican a robar en las casas de celebridades, entre los que se encuentran Orlando Bloom, Paris Hilton o Megan Fox. Los actores que interpretan a este grupo de jóvenes que vivieron entre lujos y fiestas mientras no los arrestaban son los siguientes: Taissa Farmiga (American Horror Story), Israel Broussard, Katie Chang, Claire Julien y, por supuesto, Emma Watson (Saga Harry Potter, Las ventajas de ser un marginado).
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