SonRías Baixas, rock y éxito en Bueu
Fin de semana festivalero en Galicia. Rock in Cambre, Resurrection, Pardiñas… A gusto del consumidor. Nadie dijo que fuera fácil la elección. El SonRías Baixas fue la de un servidor, y de primeras, puede uno decir que no se arrepiente.
El festival de Bueu se perfiló el año pasado como una de las citas ineludibles para el amante del rock castizo. Con un cartel apabullante y casi sin hacer ruido se mostró poderoso y enorme. Soziedad Alkoholika, Barricada, Def Con Dos y Heredeiros da Crus junto a otros nombres pasaron por Bueu dejando tras de sí un rastro de rock, ganas y aplausos. En el 2013 el festival lo tenía difícil para superarse a sí mismo, y aunque el cartel, de entrada, pudiera ser menos resultón, que no de menor calidad, se han corregido fallos y ampliado la gama de experiencias o extras que el festival ofrece.
Bueu presume de ambiente y aspecto. La misma identidad se transmite al festival y lo que lo rodea. Todo está cerca y eso es algo que se agradece, mucho. Tanto camping como el recinto de los conciertos se sitúan en medio del núcleo urbano. Supermercados, tiendas y establecimientos hosteleros a menos de cinco minutos. Un lujazo que pocos festivales ofrecen. La guinda la pone el Aturuxo, emblemática sala de conciertos y parada obligatoria para los asistentes cuando el recinto de conciertos cerraba sus puertas. Al fin y al cabo, estaba en el medio y medio del camino, entre el escenario y el camping.
Fue precisamente en el Aturuxo donde se inició la fiesta. Era jueves, primer día del mes de agosto. La Troula Benvida gobernaba el legendario local. El pistoletazo de salida corría a cargo de la banda de rock pontevedresa ¡Qué Desilusión! y del DJ Faber. Unas horas de ruido para ir haciendo hambre de festival que consiguieron reunir más de un centenar de personas en la sala.
Para el viernes el número de gente ya había aumentado exponencialmente y desde la apertura de puertas, eran varios centenares los que pululaban por el recinto del festival. Precios asequibles y pocas colas en general. Dentro se podían cubrir todas las necesidades básicas: comida, bebida y saneamiento interno. De esto último, lo de casi siempre, se necesita un servicio de limpieza continuo y, ya de paso, más consideración por parte de los asistentes. El día en que se combinen ambas situaciones, tendremos unos baños limpios todo el festival. Si lo extrapolamos a los baños del camping, podemos resumir que era imposible, sobre todo para el sexo femenino, realizar cualquier tarea fisiológica la mañana del domingo, en ellos.
Las boirenses Agoraphobia abrieron la noche. Su rock alternativo salió despedido por los altavoces, mezclando temas propios con conocidas canciones como These boots are made for walking o Are you gonna be my girl?. Un buen comienzo, recibido positivamente por los allí presentes que, cabe destacar, no eran pocos. Con todo, la llegada de Los Enemigos cambió drásticamente el número de gente. Unos cuantos miles de personas se agolpaban para ver a los madrileños que continúan con su revuelta más que establecida. Lástima que no fuera su mejor noche. La guitarra de Josele no estaba en su mejor momento y los ánimos en el escenario no llegaron a fusionarse con los del público. Subidones de adrenalina con Septiembre, Desde el jergón, Me sobra carnaval o No amanece en Bouzas pero que no consiguieron mantener ese estado de gracia, la hora y pico de concierto. No fue un mal concierto, obviamente, pero repleto de altibajos. Los que los hemos visto en el último año sabemos que su nivel en directo es muy superior al mostrado en Bueu. Un placer aún así, escuchar temas como Paracaídas, Soy un ser humano, Todo a cien o el fantástico fin de fiesta con Complejo. Dedicación a míster Rajoy en Sr. Correcto.
Subidones de adrenalina con Septiembre, Desde el jergón, Me sobra carnaval o No amanece en Bouzas pero que no consiguieron mantener ese estado de gracia, la hora y pico de concierto
Para Rulo y la Contrabanda las cosas parecen ir sobre ruedas. La gente respondió a su llamada, y las camisetas de sus fans se contaban por centenares. El directo del cantabro se basa en una mezcla de sus dos discos junto a algunas de las canciones más conocidas de su etapa con La Fuga, añadiendo capítulos extra a la historia de una banda que continúa en activo sin Fito (guitarra con Rulo) ni él. Negociando Gasolina y Pa’qui Pallá fueron coreadas altas y claras. Al principio del espectáculo, Rulo dedicó las canciones que ejecutarían, a todas las víctimas del accidente de Angrois, aún muy presente en el pensamiento y en el recuerdo.
La caña mostrada por Talco es una historia que se cuenta sola. Los italianos se consolidan como un grupo nacido para hacer canciones con las que todo el mundo baila y salta en los festivales a los que acuden. Un directo brutal para un público que ya estaba totalmente entregado a la fiesta que era el bolo. Quizás el mejor de la noche.
La caña mostrada por Talco es una historia que se cuenta sola. Los italianos se consolidan como un grupo nacido para hacer canciones con las que todo el mundo baila
Dakidarría pareció sufrir algunos problemas con el sonido pero ni eso ensombreció una actuación notable donde las haya. La carrera que acumula el grupo es envidiable: Viñarock, DerrameRock… Posiblemente ocupan el puesto de honor entre los grupos emergentes con más tirada fuera de la comunidad gallega. Un show al que salieron con ganas y fuerzas en una tierra que los quiere y los conoce. Poco a poco, sus letras se van convirtiendo en himnos actuales. El futuro les pinta brillante.
El sábado la experiencia SonRías se vivió en todo su esplendor. La gente que faltaba por llegar hizo su aparición y una jornada cargada de actividades no dio un respiro a nadie para aquel que quisiera estar ocupado u/o entretenido. De mañana, música y cocina se combinaron, y varios artistas exhibieron sus dotes culinarias para todo aquel que se acercara al recinto. Juankar de Boikot, Nicolás Pastoriza y Enrique Otero se lo pasaron en grande creando unas tapas sabrosas y muy agradecidas. Por la tarde, la playa de Bueu, luciendo más que nunca con el sol que caía, fue el lugar elegido para llevar a cabo una serie de juegos playeros, una pinchada de DJs y la posibilidad de tomarse unas caipirinhas. No fueron actividades demasiado concurridas, pero los que viven el festival un poco al margen del camping lo agradecieron.
Los pontevedreses Vortex abrieron con su metal melódico los conciertos del sábado. Poca gente, pero la hora es la hora, además con Boikot como siguiente grupo, la cosa es complicada. Los jóvenes integrantes del grupo cumplieron su papel y ejecutaron sobriamente un potente repertorio. Rato después, una marea de gente invadió el recinto y el equipo de Boikot, lucía sobre el escenario.
Boikot es la banda perfecta para este tipo de eventos. Pocos grupos de este país pueden presumir de llamar tanta gente al baile y al coreo de sus temas como ellos. Alberto Pla, Grass, Kosta y Juankar son un huracán sobre las tablas. Ritmos veloces e himnos imperecederos. Sobran palabras para definir a un grupo que lleva varios años mostrando unos conciertos envidiables. De lo mejor del festival. El repertorio que han logrado crear mezcla temas pasados y temas de su último trabajo, Lágrimas de rabia.
The Toy Dolls son el ejemplo perfecto de cómo un trío puede sonar como diez
Pasada la media noche era el turno de ver a una banda de leyenda. The Toy Dolls son el ejemplo perfecto de cómo un trío puede sonar como diez, de cómo unas canciones pueden cantarse a pleno pulmón sin saberse bien la letra y de cómo el virtuosismo, también tiene lugar en el punk. Su líder, Olga, es una auténtica bestia a la guitarra. No se quedan atrás bajista y batería. Lástima de la lesión sufrida por el primero, que le impedía hacer sus habituales coreografías junto con Olga. Pese a ello, el concierto fue endiabladamente mágico. Los británicos nos llevan años de ventaja en el rock n roll y se nota. El público respondió y ellos estuvieron sobradamente a la altura. Parece que le han cogido gustillo a España y sus festivales.
Hábeas Corpus y Los Chikos del Maíz continúan una gira para el recuerdo. El proyecto Riot Propaganda se ha convertido en un volcán. El respetable alucina con sus bolos y las canciones se van implementando en el subconsciente colectivo. Guerras Púnicas, El miedo va a cambiar de bando o la homónima Riot Propaganda, se cantan con fuerza. La puesta en escena es soberbia, y hasta los profanos del rap, aceptan y reciben positivamente la propuesta. No era una apuesta sencilla, pero ha resultado ser el éxito más grande del rock estatal de los últimos años. Sonido impecable y repertorio entremezclado y selecto. De elegir uno, me quedaría con este bolo, entre todos los vividos durante el SonRías (valoración, infinitamente personal, claro).
El broche final lo pusieron Foxy Freire. Auténticos maestros en sus instrumentos supieron crear un repertorio cargado de temas rockeros cargados de electricidad y potencia. Lástima que las horas empezaran a cargar sobre las espaldas, el vacío en las carteras y mucho público se fue ausentando a medida que transcurría la actuación. Ironía en los comentarios de Virxilio y solos de vértigo. Así terminaba el festival, a un alto volumen.
El SonRías simula haber triunfado. Quizás con algo menos de gente de la esperada pero la competencia con el resto de la comunidad era terrible. Más de cinco festivales de renombre organizaron sus eventos el mismo fin de semana. Fue así y no hay nada que hacerle, pero es una lástima. Elección sí, pero a veces es imposible. En general la experiencia ha sido positiva aunque aun hay fallos que pulir como el cumplimiento a rajatabla de los horarios (que llegaron a ir con 30 minutos de retraso o más) y la limpieza general de todos los lugares donde se lleva a cabo el festival. Todo corregible, y no dudo en que se conseguirá.