“Guerra mundial Z”, rentabilizando título y poco más

Aviso: Este artículo contiene spoilers de Guerra mundial Z, tanto del libro como de la película.

Que los zombis están de moda es, llegados a este punto, una obviedad de las gordas. Tanto a través de series, películas, o incluso de la vida real, los muertos vivientes asedian al espectador con su andar arrastrado y su manía de comer carne humana, en un ciclo habitual del entretenimiento al que también acceden de vez en cuando vampiros, hombres lobo y otros tipos de criaturas fantásticas.

La literatura tampoco ha escapado al fenómeno zombi. De un tiempo a esta parte, los muertos vivientes han conseguido asaltar los libros creando su propio subgénero, lanzando en algunos casos la carrera de autores noveles (que se lo digan a Manuel Loureiro, apodado el “Stephen King español”). Al igual que Loureiro, Max Brooks (New York, 1972) pertenece a la especie de los “escritores zombi” o, más bien, escritores sobre zombis. Brooks alcanzó la fama dentro del subgénero en su primer acercamiento, con la obra Zombi – Guía de supervivencia (2003), que es, como su propio nombre indica, un manual de supervivencia para un apocalipsis zombi, ni más ni menos. En 2006, y ante la buena acogida de su “guía”, Brooks publicó el libro Guerra mundial Z: Una historia oral de la guerra zombi, que ha dado origen a la película del mismo nombre recientemente estrenada y protagonizada por el aclamado actor Brad Pitt, que adquirió los derechos a través de su productora Plan B.

Max Brooks, esperando por la inspiración | NY Times

Max Brooks, esperando a la inspiración | NY Times

Pongámonos en situación de una vez: los zombis vagan por el planeta a sus anchas, son muchos, son peligrosos y tienen hambre

En mi opinión, el éxito de Guerra mundial Z libro radica en la originalidad de su propuesta. Aunque parte de la misma base que muchos otros –un apocalipsis zombi–, el autor encara la historia desde un punto de vista no convencional y por ello mucho más real. Nada de renegados, ni de grupos aislados que sobreviven de restos y vagan por ahí enfrentándose a otros, no. La obra intenta olvidar la fantasía dentro de la fantasía y coger el toro por los cuernos. Pongámonos en situación de una vez: los zombis vagan por el planeta a sus anchas, son muchos, son peligrosos y tienen hambre. ¿Qué van a hacer los gobiernos?¿y los ejércitos?¿cómo se enfrenta la humanidad a una plaga nunca vista?

“Un insólito relato tan difícil de creer como de rebatir”

Portada del libro Guerra Mundial Z | Amazon

Portada del libro Guerra Mundial Z | Amazon

Con esa frase califica la publicación Publishers Weekly a la obra de Brooks. Lo cierto es que define a la perfección el espíritu de un libro que es, como ya hemos dicho, novedoso por su encuadre. Los zombis de Brooks son como el resto, ni muy rápidos ni muy lentos, comen gente y no piensan, solo persiguen. El escenario también es conocido: la Tierra.

Partiendo de esta base, el autor narra las diferentes fases del levantamiento en armas contra la amenaza mortal: la forma en que todos los humanos, sin curas milagrosas ni nada por el estilo, tuvieron que replegarse, trazar planes, coger las armas y luchar contra la plaga. ¿Y quién cuenta la historia? Pues sus propios protagonistas, a través de sus testimonios en primera persona, ya que se supone que han sido entrevistados varios años más tarde de la gran contienda, de la Guerra Mundial Z, como parte del trabajo de un investigador (el propio Brooks) de las Naciones Unidas para un Informe de la Comisión de Posguerra.

Así, el lector puede acceder a una selección de voces del conflicto: desde un médico asiático que fue uno de los primeros en presenciar casos de muertos que se levantaban a soldados estadounidenses destinados a patrullas de limpieza que intentaban ganar terreno a los zombis, pasando por políticos que se han vuelto locos por la enorme carga de las decisiones tomadas o simples civiles con historias de supervivencia y pérdida que ponen los pelos de punta. El autor solo interviene de forma breve, para plantear preguntas, y nada más. Todo lo cuentan la gran cantidad de protagonistas del libro, dando buena cuenta del talento narrativo y la imaginación desbordante de Brooks.

Hasta aquí todo correcto. Tenemos una obra sobre una temática de moda, que utiliza de una forma muy interesante un enfoque diferente, más realista, con relatos de gran viveza que entretejen un tapiz que engancha al lector a la historia con facilidad.

Y llegó Brad Pitt 

Los problemas empiezan con la adaptación al cine. Ya problemática desde el rodaje, es difícil establecer paralelismos entre la obra escrita y la película, sobre todo porque las similitudes se pueden contar con los dedos de una mano, y una ya es el título. Estamos ante un caso en el que el marketing –con la utilización del título de una obra exitosa– juega uno de sus mejores partidos pero el resto de elementos no están a la altura. Como comprar un pastel con un gran envoltorio pero un sabor pésimo, Guerra mundial Z película deja una sensación extraña, que podría ser calificada con el más que socorrido “agridulce”. Ya el argumento poco tiene que ver con el libro. La acción no se sitúa en los años posteriores a la finalización del conflicto, sino en los comienzos de éste. En estos momentos de gran confusión y caos, un investigador retirado de la ONU y su familia se dan cuenta de que algo no marcha bien al ver que su ciudad (Filadelfia) es asaltada por los zombis. Tras conseguir ser evacuados por el gobierno a un portaaviones, el personal al cargo solicita al investigador que se embarque en un viaje a la otra punta del mundo acompañando a un joven doctor que quiere investigar la zona cero del virus. No es una petición muy amistosa, ya que si se niega será expulsado del barco junto con su familia. Y ya paro aquí con el argumento, aunque luego caerá alguna cosilla más.

Guerra Mundial Z película deja una sensación extraña, que podría ser calificada con el más que socorrido “agridulce”

Ahora, después de unos días de sosegada digestión mental de la cinta, me gustaría resaltar algunos puntos de interés ya para terminar:

Brad Pitt: interpreta al investigador de la ONU retirado Gerry Lane, que al parecer es un crack en lo suyo, sea lo que sea. No nos vamos a engañar, no es una de sus mejores interpretaciones. Y eso que nos lo podemos encontrar en casi todos los planos de la película. Salva al mundo sin olvidar su chulería de macarra buenazo (escena de la lata de Pepsi, los que hayan visto la peli lo entenderán) y muestra su gran habilidad en poner cara de estar descubriendo algo trascendental a todas horas. Hay que reconocerle un mérito: nadie lleva como él un fular en un avión militar en misión especial mientras el mundo se va al carajo. Milimétricamente colocado para que parezca descolocado. Al César lo que es del César.

Brad Pitt y familia en un momento de agobio | teinteresa.es

Brad Pitt y familia en un momento de agobio | teinteresa.es

Los zombis: en la novela de Brooks, los zombis son estilo “walkers”: no tan lentos como para ser una broma ni tan rápidos como para no poder ganarles con un poco de pulmón. Ahora bien, en la película no es que sean rápidos, es que son los primos de Usain Bolt. Esas criaturas no pululan a lo loco, no, tienen todas un posgrado en acrobacia por el Circo del Sol. Sensacional la escena del casteller que se marcan en uno de los muros que rodean Israel, uno de los reclamos del trailer. Por otro lado, se supone que el malvado virus mata a la persona y luego la hace regresar convertida en zombi, sin embargo, en algunos casos que se muestran en la película, el proceso es más bien del tipo 28 días (infectados, no muertos vivientes), y se produce en apenas 12 segundos, sin que aparentemente fallezca el individuo mordido.

La cura: no quiero entrar en muchos detalles sobre esto, por si todavía queda alguien al que no le he destripado la obra, pero lo de la cura… en fin, digamos que en el libro, la única cura la constituyen las balas y las estacas de sien a sien. Efectiva y duradera.

El recorte a mansalva: dicen las malas lenguas que la mitad de la película se quedó en la mesa de montaje, ya que los giros de la trama no llegaron a contentar a Pitt. Según parece, en la versión desechada, las autoridades estadounidenses dan por fallecido a su personaje, por lo que su familia ya no tiene valor para ellos y ocupa un espacio muy valioso en el portaaviones. Para evitar ser expulsados, la mujer de Pitt se lía con uno de los militares, el piloto de helicóptero que los salva al inicio de la película y que –oh, vaya– es Matthew Fox (sí, el de Perdidos). Luego el personaje de Pitt (que no está muerto, sino en Rusia matando zombis) se entera, y quiere volver a darle lo suyo y lo de su primo al piloto. Marc Forster, el director de la cinta, ha desmentido esta versión diciendo que es muy amigo de Fox y que éste le había pedido aparecer en la película, aunque fuese con un pequeño papel. En fin, un cameo a lo Torrente que deja con la mosca detrás de la oreja a muchos.

Pepsi: ¿cuánto habrá pagado para ser la bebida oficial del apocalipsis zombi con sorbito de Brad Pitt incluido?

En fin, una película que lo tenía todo para situarse a la altura del libro y que, sin embargo, no consigue rematar la faena. De todas formas, no se puede decir que no sea un producto entretenido. Las casi dos horas que dura no se hacen eternas, y se agradece. Además, y aunque las escenas de acción con zombis no son tantas como se espera, los efectos especiales sí están a la altura. ¿Quieren abordar el universo de Guerra mundial Z? Mi recomendación es, sin duda, que comiencen por sus páginas.