“All bad things must come to an end”

Aviso: este artículo contiene spoilers de todas las temporadas de Breaking Bad.

Tras cinco temporadas, seis años, millones de seguidores y más de 150 nominaciones a premios, Breaking Bad, la serie creada por Vince Gilligan para la productora AMC se acerca al final, porque, como reza la promoción de esta última temporada, todo lo malo debe terminar. El pasado domingo se estrenó en Estados Unidos el primer episodio de los que serán los ocho últimos de la serie.

La historia

Breaking Bad comienza siendo un año en la vida de Walter White (Bryan Cranston). Un profesor de química y empleado en una empresa de lavado de coches, con una mujer autoritaria, un hijo con parálisis cerebral  y una hija en camino. Un químico brillante que dejó pasar la oportunidad de triunfar en lo suyo, y ve como su ex socio se hace de oro mientras él tiene que hacer malabares para llegar a fin de mes. Y encima, a poco de cumplir 50 años, le diagnostican un cáncer de pulmón. A él, que nunca ha fumado, siempre ha cuidado su salud y siempre ha sido un buen ciudadano que paga sus impuestos. Pero qué injusto.

El diagnóstico rompe a Walter todos los esquemas. Le parece que como broma, ya está bien. Que su vida dedicada a los demás, con miedo y fracaso como constantes se tiene que terminar. Walter decide asegurar el futuro de su familia para cuando no esté, pero toma un camino poco convencional para lograr su objetivo. Va a empezar a cocinar y vender metanfetamina con un ex alumno, Jesse Pinkman (Aaron Paul). Desde que empiezan su negocio, Walter y Jesse van a tener que aprender a entenderse y a enfrentar los problemas que se les van presentando. Va a ser un trabajo que cambiará sus vidas, y los cambiará a ellos.

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De protagonista a antagonista

Lo que hace de Breaking Bad una serie sobresaliente es la coherencia. Walter comienza siendo un don nadie, un fracasado, una persona sin ambición, y la serie muestra su transformación en Heisenberg, un productor y traficante movido por el poder, el orgullo, el dinero y que no va a dudar en hacer lo necesario para que nada ni nadie se interpongan en su camino. Gilligan quería hacer una serie en la que el protagonista pasase a ser el antagonista. Consigue que dejemos de ver al padre de Malcoml para ver a un ser implacable, sin escrúpulos.  Y lo hace de forma paulatina, a cuentagotas. Estamos acostumbrados a que en muchas series este tipo de cambios se den de forma brusca, sin justificación. De repente encontramos un personaje que de una temporada a otra tiene una personalidad diferente y toma decisiones que no se corresponden con lo que hemos visto hasta el momento. Este no es el caso: Gilligan va mostrando el cambio paso a paso, a través de una serie de escenas en las que el espectador se da cuenta de que Walter está haciendo cosas propias de él en ese momento de la serie, pero que nunca haría su yo de temporadas anteriores: asesinato, extorsión, envenenamiento. Y lo que realmente hace ver la transformación es cómo reacciona ante estos hechos: el remordimiento va dejando paso a la indiferencia.

Cuando empieza a cocinar, Walter siente que por fin está viviendo su vida y que por fin está siendo respetado, y no es algo que esté dispuesto a perder.  Mucho menos cuando deja de ser respetado para pasar a ser temido. El viaje de Walter a lo largo de las cinco temporadas es un descenso al sótano del ser humano, un camino hacia la corrupción. Su objetivo inicial, proteger a su familia, se ve con menos nitidez a cada capítulo que pasa, y el fin que persigue comienza a ser uno mucho menos noble. Al cuidadísimo guión que muestra y justifica este cambio en el personaje le acompaña la excelente interpretación de Bryan Cranston. El actor es capaz de transformar al personaje de forma precisa, tanto en el aspecto físico como en la personalidad. Y dado que toda la historia pivota alrededor del personaje de Walter, que este esté tan logrado hace que la serie funcione y la historia sea coherente.

Walter no es el único personaje que evoluciona de forma tan coherente: su compañero Jesse, con otra destacable interpretación por parte de Aaron Paul, sufre el proceso inverso. Los dos protagonistas forman un tándem excepcional, pero funcionan igual de bien por separado. Jesse es en cierta medida una brújula moral para Walter a lo largo de la historia, aunque este no siempre elige leerla. Jesse aporta perspectiva a su compañero, pero sobre todo aporta perspectiva al espectador: nosotros comenzamos a preocuparnos de que Walter está yendo demasiado lejos cuando a Jesse se lo parece.  Es un personaje que al principio lo único que quiere es vivir de la producción y tráfico de drogas, quiere ser respetado y temido, y tener dinero y poder. Pero a medida que avanza la serie  y ve a qué hay que llegar para poder llevar esa vida, va replanteándose su decisión. Ve que muchas de las cosas a las que hay que llegar para abrirse camino y mantenerse a flote en el negocio son más duras de lo que puede soportar, como el asesinato, y va intentando alejarse de Walter. Pero al mismo tiempo le tiene cariño, confía en él, y acaba volviendo a trabajar con él porque no quiere dejarle en la estacada. Y porque se dice a sí mismo que no puede ser tan malo. Le conoce cuando aún es el profesor de química perdedor y resignado, y se resiste a creer que pueda haber cambiado tanto.

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En el tablero de personajes de Breaking Bad existen otras fichas que es necesario destacar. En primer lugar Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks), una especie de Señor Lobo que solía trabajar para uno de los enemigos de Walter, Gus Fringe, pero acaba asociado con él y con Jesse. En principio se muestra como un personaje implacable, pero a medida que adquiere protagonismo se va dejando ver como una persona mucho más humana, especialmente a través de su relación con su nieta y con el propio Jesse. Es uno de los personajes más atractivos de la serie en todas sus facetas, a quien realmente queremos llegar a conocer. Respecto a la familia de Walter, Skyler (Anna Gunn), su mujer, llega a tener un papel importante: Walter acaba haciéndola cómplice de su negocio, lo que la sume en un estado de depresión e ira permanentes. Estaba acostumbrada a que las cosas se hiciesen a su manera y no puede soportar a lo que tiene que adaptarse, especialmente una vez Walter empieza a extorsionar, chantajear y amenazar. El abogado de Walter, Saul Goodman (Bob Odenkirk), es otro personaje a destacar, y es en mayor medida el que aporta el toque de humor, junto a los amigos de Jesse: Badger y Skinny Pete. Finalmente, Hank Schrader (Dean Norris), cuñado de Walter, se irá descubriendo como verdadero opuesto de Walter. Es un agente de la D.E.A. que investiga casos de tráfico y relacionados con venta y producción de drogas, y en muchos de ellos Walter estará involucrado, pero no llega a sospechar de él. Hank anda tras la pista de Heisenberg, alter ego de Walter, pero no es capaz de relacionarlos a pesar de lo cerca que está. Por otro lado, en cada temporada encontraremos como mínimo un antagonista al que Walter tendrá que enfrentarse para seguir adelante con su plan. Y a medida que su negocio crece, sus antagonistas también, y por ello tendrá que ser más radical a la hora de enfrentarse a ellos.

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El bien y el mal:

Breaking Bad es una serie moral.  Moral, que no moralista. No pretende ser una guía de cómo ser un buen padre de familia o un buen ciudadano, o un ejemplo de lo que no se debe hacer, ni enseñar que el fin no justifica los medios. Es moral porque plantea qué es la moral, cuáles son sus límites, cómo funciona. Y deja ver que no es algo universal, y que por eso es tarea del espectador responder a este examen a su manera.

Es una serie moral porque consiste en construir una historia a partir de una serie de personajes que se dan de bruces contra su propia conciencia. Se tienen que preguntar qué decisión tomar. Pero la maestría está en que nunca los juzga. Eso es cosa del espectador. La serie no solo hace que los personajes se pregunten por lo que deben hacer, sino que constantemente parece preguntar qué harías tú. Por eso juzgar a los personajes es mucho más difícil de lo que parece, porque somos capaces de entenderlos. Lo que la serie logra que juzguemos no son las acciones de los personajes: son las reacciones. Sabemos que Jesse no es mala persona aunque haya asesinado, porque vemos que después lo que ha hecho le destroza por dentro. Skyler se sume en un estado que va desde lo depresivo a lo agresivo pasando por lo suicida cuando tiene que formar parte del negocio de Walter. Pero Walter puede asesinar, envenenar y engañar sin pestañear, sin tener que pensarlo: puede vivir con ello sin ningún problema. La culpa, como los personajes logran vivir con las decisiones que consideran malas, es otro de los temas que la serie pone sobre la mesa.

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El antihéroe

Como explica este artículo de JotDown, esta serie toma como centro un tipo de personaje que cada vez tiene más fuerza en todo tipo de narrativa: el antihéroe. No es la primera vez que lo vemos, es otro ejemplo de cuánto peso está ganando. Y esto tiene una explicación. Queremos más a Tony Soprano, a Omar The Little, a Hank Moody, a Dexter, a Walter White porque son más humanos. Son más como nosotros. Entendemos sus dudas, sus fallos, porque son cosas que vivimos. Como humanos, entendemos que el bien no siempre es la opción más fácil, y entendemos que en ocasiones es duro no dejarse llevar por lo más bajo que hay en nosotros. Mientras que los héroes hacen el bien porque en ellos no hay nada que los haga flaquear, el antihéroe es más cercano a nosotros. Por eso su peso es cada vez mayor. Y por eso, aunque en muchos casos deberíamos odiarles, son personajes a los que no podemos evitar querer.

A Walter le queremos porque al principio es un don nadie, es la víctima, entendemos que nadie quiera soportar todo lo que él soporta. Pero después se va convirtiendo en alguien. Va creyéndose su propio papel y convirtiéndose en su propio héroe. Y esa determinación, esa valentía, eso es algo que acabamos admirando. En principio Walter tiene un objetivo muy noble, ayudar a su familia, pero para cumplirlo tiene que tomar decisiones no tan nobles. Cuando este objetivo empieza a perder nitidez ya hemos pasado tanto tiempo con el personaje que seguimos justificándolo y entendiéndolo, y lo mismo le sucederá a la gente que le rodea en el universo de la serie. Vemos que sus decisiones no están basadas en una buena causa y que es capaz de cosas de las que nunca le habríamos creído posible al principio de la serie, y sin despeinarse. Pero seguimos teniéndole cariño, deseamos que todo le salga bien, a pesar de que sabemos que no lo merece. Hasta esta temporada, por lo menos.

El motor de cambio de Walter parece ser el poder: cambia porque quiere más poder, más dinero, más respeto. Pero lo que le hace dar el paso hacia ahí es el miedo: a que le atrapen, a ir a la cárcel, a perder a su familia. El cambio definitivo de Walter se da cuando deja de tener miedo. Es ahí cuando realmente decimos adiós al señor White, al profesor de química, para saludar a Heisenberg.

taringa.net

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Breaking Bad es más que su historia y sus personajes. Fotografía y montaje son aspectos muy destacables, con transiciones y ambientes realmente conseguidos. Además, es una serie que logra un equilibrio constante entre opuestos: de la vida insulsa de Walter al huracán que es la de Heisenberg. Del tranquilo Alburquerque al terrorífico El Paso. De las escenas más truculentas a las más entrañables. De los episodios de constante acción y tensión a los de pura calma.

El principio del fin

Tras una tercera y cuarta temporadas brillantes, la primera parte de la quinta decayó ligeramente. Es una temporada de asentamiento, de preparar el terreno para lo que será el final, y por ello algunas de las decisiones de los personajes y de las tramas no están tan bien justificadas como en temporadas anteriores, pero sigue siendo sobresaliente. Es la temporada donde como espectadores empezamos a dejar de confiar en Walter, a verle de verdad. Antes siempre contábamos con un antagonista que le hacía parecer menos malo, como Gus Fringe o la familia Salamanca. Pero ahora el antagonista es él, es a quien hay que vencer. Al final de la temporada nos despedíamos de Mike, asesinado por Walter, dejábamos a Jesse deprimido porque cree que Mike se ha marchado, y si siente abandonado, y a Walter dejando el negocio y volviendo con su familia decidido a llevar una vida correcta. Parecía que todo iba a ir por una vía distinta y que diríamos adiós a Heisenberg para resucitar a Walter. Pero en el último minuto Hank encuentra la pista definitiva que va a relacionar a su cuñado con toda la investigación que estaba llevando a cabo.

forbes.com

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De aquí, la serie tiene que pasar a la situación que se anunciaba al principio de la temporada: Walter en una cafetería celebrando su 52 cumpleaños con una identidad falsa y un maletero lleno de armas. En 8 episodios. El final será la elección que el protagonista lleva postergando desde el principio. Familia o imperio. Luz u oscuridad. Walter o Heisenberg. Circulan muchas teorías sobre cómo terminará, pero prefiero no quedarme con ninguna, prepararme para decir adiós y esperar a ver qué pasa. Vince Gilligan ha declarado que será un final cerrado, y que lloró mientras lo escribía. Solo puedo esperar estar a la altura como espectadora de un episodio que promete hacer historia.