50 años para cumplir un sueño

En el verano de 1963 los Beatles realizaban su primera gira por los Estados Unidos, la Unión Soviética enviaba a la primera mujer cosmonauta al espacio y un negro (ése era su único nombre) no podía ejercer su derecho a voto en el estado de Misisipi. Casi 100 años después de que, en 1865, Abraham Lincoln aprobara la Decimotercera Enmienda a la Constitución aboliendo oficialmente la esclavitud en los Estados Unidos,  la comunidad afroamericana seguía sin ser libre. Oprimidos por una abrumadora mayoría blanca, la segregación racial se practicaba en universidades y escuelas, autobuses y trenes e incluso en lavabos públicos. No eran pocos los hoteles que prohibían la estancia a ciudadanos negros en los estados del sur. La violación de los derechos humanos, agudizada por un cuerpo de policía en el que se sucedían los casos de brutalidad policial contra afroamericanos, se convirtió en una de las mayores preocupaciones políticas de la época. En aquel verano de 1963, en busca de erradicar la desigualdad social, la minoría negra ya llevaba cierto tiempo organizada.

El pastor Martin Luther King, Jr. había participado en numerosos boicots desde 1955 que finalizaron más de una vez con su ingreso en prisión

La comunidad afroamericana se movilizó en dos grandes corrientes: los que defendían la vía pacifista y los que no descartaban el uso de la violencia. El sector extremista, que creía en utilizar la fuerza como medida de contraataque, estaba liderado por la Nación del Islam, una organización religiosa y sociopolítica que atrajo un considerable número de seguidores (entre ellos a la estrella deportiva más importante de la nación, el boxeador Muhammad Ali). En 1963 el orador más representativo de la Nación del Islam era el activista Malcolm X, quién por entonces era uno de los personajes más influyentes del país. En el bando pacifista, un fiel seguidor de la filosofía basada en la desobediencia civil no violenta (mediante la cual Mahatma Gandhi a lideró el movimiento que obtuvo la independencia para la India) ejercía como miembro más representativo del Movimiento por los Derechos Civiles. El pastor Martin Luther King, Jr. había participado en numerosos boicots desde 1955 (incluyendo el famoso boicot de autobuses de Montgomery tras el escándalo de Rosa Parks) que finalizaron más de una vez con su ingreso en prisión. En su último arresto, en Abril de 1963, recibió apoyo directo del presidente de los Estados Unidos, que facilitó su liberación una semana después del arresto. La relación entre King y el presidente John Fitzgerald Kennedy, que un año antes había elegido la luna como próxima frontera, estaba orientada a promover una nueva ley sobre los derechos civiles. El 28 de Agosto de 1963 los activistas afroamericanos, entre los que se encontraba Luther King, llevaron a cabo la “Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad” ante el temor de Kennedy a que la marcha derivara en disturbios que complicaran la promoción de la nueva ley.

La marcha sobre Washington no era solo un momento de gran esperanza, era el momento de confirmar la posibilidad de que esa esperanza se hiciera realidad. Era el momento de demostrar qué podía hacer la gente para cambiar la historia. Llegado el día, entre 200.000 y 300.000 personas, mayoritariamente de raza negra, recorrieron el National Mall de la capital desde el obelisco erigido en recuerdo de Washington hasta el Lincoln Memorial. Miles de pancartas exigiendo justicia e igualdad rodeaban el Estanque del Reflejo ante el cual actuarían unos imberbes Bob Dylan y Joan Báez. Pero el acontecimiento que marcaría la fecha para siempre sería la intervención de Martin Luther King, que pronunciaría su discurso frente a la estatua de Lincoln.

Martin Luther King frete al Lincoln Memorial | Vía allposters.com

Martin Luther King frete al Lincoln Memorial | Vía allposters.com

I have a dream son las cuatro palabras con las que se recuerda el discurso más reconocido del siglo XX. Ante un silencio sepulcral King comunicó al mundo su sueño. Un sueño en el que no hay sitio para la desigualdad social y en el que todas las razas conviven hermanadas. Un sueño que comenzaba en aquel 1963 y que ya no se detendría. La nación había sido sacudida por las palabras de King y los movimientos a favor de los derechos civiles comenzaron a obtener resultados tras su larga lucha.

En Julio de 1964 el presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, firma la Ley de Derechos Civiles que prohibía la discriminación por raza y que obtendría grandes resultado a largo plazo en la lucha contra la segregación. Martin Luther King se encontraba presente en la firma de dicha ley pero el hombre que la había propuesto, John Fitzgerald Kennedy, jamás había regresado de su visita a Dallas en Noviembre de 1963. King sufriría la misma suerte en 1968, cuando fue asesinado en el motel Lorraine de Memphis. Este acontecimiento provocó la mayor oleada de disturbios de la historia del país, que afectaría a 168 ciudades.

En la actulidad el porcentaje de paro entre negros duplica al de la comunidad blanca anglosajona

50 años después la marcha sobre Washington y el discurso de Martin Luther King sobreviven al paso del tiempo como un símbolo de la lucha a favor de la libertad y la igualdad que inspira a millones de personas. En Estados Unidos el sueño de King ha conseguido que un afroamericano alcance la Casa Blanca sin utilizar la raza como estrategia de campaña. La ascensión de Barack Obama parece representar el culmen de la igualdad social entre razas, pero la realidad muestra que el porcentaje de paro entre negros duplica al de la comunidad blanca anglosajona, que además monopoliza las grandes fortunas del país.

Tras cinco décadas aún queda trabajo para completar el sueño y cerrar el círculo iniciado en 1963. Y mientras este sueño se cumple, en la misma ciudad de Washington, un busto con la efigie del pastor Martin Luther King preside el Despacho Oval de la Casablanca. Es lo que tienen los símbolos, no se pueden matar.