Dolores se llamaba TVE

Vivimos en los días en los que parecer creíble es mejor que serlo. Para el profesor Bernardo Díaz Nosty (célebre por ser célebre en los apuntes de cientos de aprendices de periodista) la credibilidad en los medios de comunicación es una consecuencia lógica de la ética y del rigor profesional. Sin embargo, la lógica a veces es tan inescrutable que hasta puede parecer ilógica.

En Dolores se llamaba Lola, de Los Suaves, se narra la historia de una niña bien que acaba convertida en una mujer mal. Es una transformación ruinosa, un descenso al infierno de la sociedad encerrado con maestría envidiable por el gran poeta del rock Yosi Domínguez. Hace unos días, tras varios minutos viendo Televisión Española, la canción me asaltó en un ejercicio de vergüenza ajena que solo le guardaba yo a Telecinco. Me asaltó Dolores. O más bien Lola.

Marilo Montero

Dónde vas, bala perdida | Imagen: Estrelladigital.es

Me ofrecía un completo por la tarifa mínima TVE. Un pseudodebate llamado La noche en 24 horas que, por ser como los demás, daba más vergüenza. Tertulianos que no se dejaban hilvanar más de medio argumento, ideas basadas en la fantástica fórmula “yo creo que yo” y una conductora, Ana Ibáñez, más dada a la gresca y al chascarrillo que a su labor. Me di cuenta de que la transformación se había consumado. Nos habían cambiado a nuestra niña bien, mimada pero también competente, independiente y capaz de ser la envidia de la clase informativa, por una puta.

Tal vez recuerden a Ana Ibáñez por ser la presentadora del último gran acto de la CEOE que contó con la presencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Y tal vez recuerden a TVE por ser la cadena que puso a “reflexionar sobre el futuro” a Ana Pastor (y a otros de igual o más valía), renovó el contrato de Mariló Montero y se marcó un triple tirabuzón informativo al decir que el 11M fue el último top de ETA, entre otros greatest hits.

Cuando un medio público se prostituye comprende uno que lo barato sale caro. El problema es que solemos tardar bastante en darnos cuenta del daño realizado. Todo lo que tuvimos no era nada para unos pocos, que en cuanto pudieron quitaron el letrero de “Redacción” y colocaron las barras y las luces rojas. Para hacer lo mismo que el resto. Para ponerse de rodillas. Solo queda resignarse y anotar una baja más mientras suena de fondo: las vueltas que da la vida / el destino se burla de ti / dónde vas bala perdida / dónde vas triste de ti…

Y a dónde nos llevas.