Uniendo morbo y sangre

“Al igual que una flor no elige su color, no somos responsables de aquello en lo que nos convertimos. Sólo cuando te das cuenta de esto llegas a ser libre. Y convertirte en adulto es volverte libre.”
El 18 cumpleaños simboliza la pérdida de la infancia. Pero India Stoker (Mia Wasikowska) no recordará esa fecha sólo por eso. También porque ese día perdió a Richard (Demot Mulroney), su padre y mejor amigo. El director de Stoker es Chan-Wook Park. Este coreano es conocido por dirigir Old Boy, película por la que obtuvo diversos premios internacionales en los festivales de Cannes y de Sitges o en los Premios Grand Bell, entre otros. Uno de sus films se convirtió en el más visto de la historia de Corea del Sur. Se trata de Gongdong gyeongbi guyeok JSA, traducida al español como Área común de seguridad o JSA: Zona de riesgo. Pero aquí se adapta a un estilo más norteamericano y, con toques de Hitchcock, la pérdida de la inocencia será el tema base sobre el que se construya este drama.
Desaparece un Stoker justo cuando aparece otro, Charlie (Matthew Good). India desconfía pero pronto empieza a ser menos impasible con él. Lo más admirable de esta película es su preproducción (Ridley y Tony Scott), pues no hay nada en sus cien minutos de duración que no esté medido al detalle. Cada plano, cada movimiento de cámara, cada segundo está planeado de una manera inmejorable. Sorprende la completa planificación del guión, aunque no tanto como su autor. Conocido como modelo o por interpretar a Michael Scofield en Prison Break, el guionista es Wentworth Miller. En algunos diálogos el guión peca de simple pero en otros ahí reside su grandeza. Son claros, pero con vueltas de tuerca y cargados de ironía. Son abundantes las escenas inesperadas e inquietantes, aunque también se pueden encontrar otras más predecibles. Para conseguir el encantamiento que se produce en el espectador, es necesaria esa planificación de los movimientos de cámara. Buscan que el público se sumerja e implique en la trama además de generar inquietud y dinamismo en la narración. El movimiento de cámara desempeña una función dramática en su gran mayoría, pues es la expresión de la tensión mental de los personajes, correspondiendo con sus emociones, sentimientos y sensaciones.
Creía que sólo su padre podía entenderla pero India descubre que su tío también puede comprender su forma de ser. De esta forma, se siente inconscientemente atraída por su seductor tío. Evelyn (Nicole Kidman), su madre, se encandila por Charlie con mayor facilidad. Cuenta con numerosos plano detalle que destacan sobre el resto. Son una llamada de atención y, junto con los primeros planos, la sensación que transmiten es de cercanía. Alcanzan su objetivo de que no decaiga el interés y aportan gran belleza visual. Este tipo de acercamiento al personaje profundiza en su psicología a la vez que sumergen al espectador en sus pensamientos o conflictos. Stoker también cuenta con planos más largos para expresar otros valores, como la soledad. Acentuado con la buena interpretación de los actores, estos planos provocan relaciones de empatía entre los personajes y el público.

“No hace falta ser amigos, somos familia.”
La madre de India deja ver su atracción por el encantador hermano de su difunto marido, lo que empezará a levantar rumores. India también se empieza a obsesionar con su carismático y misterioso tío, a la vez que se empieza a dar cuenta de que su llegada no es fruto de la casualidad. La interpretación de los tres protagonistas indiscutibles (India, Charles y Evelyn Stoker) es uno de los elementos más destacables. India es Mia Wasikowska, conocida por protagonizar Alicia en el país de las maravillas en 2010 y Jane Eyre un año después. Matthew Goode interpreta a su tío Charles. Este actor inglés es conocido por protagonizar Leap year o por interpretar a Ozymandias en Watchmen. Por último, Nicole Kidman, que cuenta con un Oscar por Las horas, es su madre para desgracia de ambas. Este es el personaje que más desentona con la estética general de la película pero es probable que este detalle también sea intencionado. Así se haría énfasis a través de la imagen de que ella no es una Stoker de sangre.
India ve en su tío alguien que comprende sus más profundos sentimientos y que está a su altura. No como su madre, que ve en él a su difunto marido otra vez joven, cuando era feliz a su lado. Como en casi todas sus películas, el tema central de Chan-Wook Park es el mal. Stoker se podría catalogar como suspense psicológico, con ciertos toques de humor y abundante agresividad. Tiene intenciones de ser comercial pero como todo buen producto no está destinada para todos los gustos. Cuando la violencia como herencia genética es uno de los grandes temas, es evidente que no se puede dirigir a un público susceptible. Cuenta con escenas violentas y otras que se podrían tachar de no ser políticamente correctas. Por todo esto, no es multitudinaria, sino que está hecha para un espectador de corte más cinéfilo.
A medida que se va desarrollando la trama, el erotismo y la muerte se mezclan. “Es curioso cómo las personas desaparecen así sin más.” Charlie despierta en India instintos sexuales y de venganza que creía desconocidos. Poco a poco se da cuenta de que no puede escapar de su propia sangre. ¿Quién es su tío? ¿Y ella misma? La idea central está bien expresada si se presta atención a los detalles. Gracias a ellos en numerosos casos podemos predecir ciertos aspectos de la trama, pero el buen planteamiento del guión hace que no se puedan descubrir todas las sorpresas de antemano. Es un argumento fácil de entender, donde las escenas se suelen suceder linealmente, aunque hay pequeños saltos en el tiempo que resultan vitales para entender la historia.
En la mansión de los Stoker el morbo, la sensualidad y el deseo se mezclan con lo turbio, la tensión y la irracionalidad. La iluminación suele ser natural y también va acorde con las diferentes personalidades de los personajes. Predominan los tonos fríos y una luz sombría, en consonancia con la protagonista. Se utiliza una escasa iluminación acompañada de grandes sombras para producir tristeza en el caso de India. Del mismo modo, en los planos en los que aparecen otros personajes se cambia la tonalidad y la fotografía pasa a ser más cálida y completamente iluminada. El decorado y el vestuario son dos elementos completamente simbólicos. Al igual que la luz, todo está en relación con las diferentes personalidades de los personajes. En la mayoría de las ocasiones son apropiados y crean una atmósfera adecuada a la acción. Los complementos que a primera vista no son importantes, por ejemplo los zapatos de India o las gafas de su tío, son detalles muy cuidados por la relevancia que tienen en la historia. La casa es elegante pero al mismo tiempo da sensación de claustrofobia. Por último, un elemento que cobra mucha importancia: la música. Clint Mansell (Réquiem por un sueño) hace que el espectador viaje al lugar de los hechos y que experimente la tensión que viven los personajes. La música del final es la culminación perfecta, el cenit que acaba de embelesar al espectador por completo.

“¿Alguna vez has visto una foto de ti mismo que alguien te sacó sin que te dieras cuenta, desde un ángulo que no ves cuando te miras al espejo? Y piensas “esa soy yo, también soy yo”. Pues así me siento esta noche.
El conjunto de la narración capta la atención del público y mantiene la tensión gracias a la fotografía inmejorable de Chung Chung-hoon y al gran trabajo del director. La puesta en escena es adictiva e impecable, con unos encuadres perfectamente calculados. Chan-Wook Park moldea la imagen y la dota de numerosos simbolismos, haciendo que resulte propia del mejor cine de suspense. La edición, con unas estupendas transiciones que parecen poesía visual, viene de la mano de Nicolas De Toth. El espectador se enfrasca en las mentes de los personajes gracias a la alteración de tiempos y las diversas técnicas de montaje o efectos de sonido.
En definitiva, el morbo y la sensualidad se mezclan con relaciones familiares complicadas y herencias genéticas peligrosas. La increíble edición, banda sonora, fotografía y por supuesto dirección, hacen que Stoker hipnotice. Técnicamente impecable, gracias a su sensualidad, el espectador se sumerge entre deseo y muerte. Quizá no esté hecha para los amantes de las grandes historias con tramas complicadas, pero sí para amantes del buen cine.
Imágenes extraídas de Letters to India.