Medieval II: Total War
Desde tiempos inmemorables para los aficionados a los videojuegos siempre ha existido un género que ha sido propio del PC: la estrategia. Con sagas como Age Of Empires, que alcanzaron gran fama y éxito en el mercado (dejando tras de sí miles de fans), y otras como Warcraft o Star Craft, hemos vivido y disfrutado un género que se resiste a dejar atrás los teclados, reinventándose constantemente. A pesar de la gran fama de los ya mencionados no podemos olvidar a otras grandes estirpes del mundo de la estrategia que también han sido de gran éxito y que aún, a día de hoy, cuentan con una gran masa de seguidores. Nos referimos, por supuesto, a la saga Total War.
Nacida con el Shogun: Total War (en el año 2000) estamos ante una de las más prolíficas sagas del mundo del PC con varios títulos en su haber y que en septiembre de este año se renovará con la salida a la venta en Norteamérica de una nueva entrega, el Total War: Rome II. Sin embargo, el juego que nos ocupa aquí no es otro que el Medieval II: Total War (M2TW), continuación del Medieval: Total War (del año 2002) y puesto en venta en el año 2006 para PCs. Posteriormente, en 2007, se lanzaría al mercado una expansión conocida como Kingdoms que ampliaría las opciones de juego de M2TW.
Desarrollado por la británica Creative Assembly y distribuido por la mítica Sega, este videojuego nos lleva al escenario de la Europa medieval del s.XI donde podremos dirigir el futuro de varias de sus naciones en diversos modos de juego y con una línea temporal que abarca desde el año 1080 hasta 1530. Tomándose algunas licencias históricas en la conformación de sus naciones, podremos dirigir un buen número de ellas: España, Inglaterra, Francia, Venecia y el Sacro Imperio Romano, como las iniciales; y Egipto, Imperio Bizantino, Moros, Escocia, Dinamarca, Portugal, Polonia, Sicilia, Rusia, Hungría y Turcos; como facciones desbloqueables.
Entre las opciones que nos encontramos en M2TW para jugar, observamos: “Batalla rápida”, “Batalla personalizada”, “Batalla histórica”, “Partida online” y “Gran campaña”. En el modo “Batalla rápida”, podremos jugar de forma inmediata con cualquier facción y contra cualquier enemigo en condiciones aleatorias. Se trata de la forma perfecta de jugar si no queremos perder tiempo haciendo preparativos y pensando demasiado en las condiciones de la partida. Sin embargo, si sois de esos jugadores a los que les gustan los escenarios hechos a medida podréis seleccionar el modo “Batalla personalizada” para escoger cualquier detalle. Seleccionaréis desde el nivel tecnológico de los ejércitos hasta las condiciones en las que se desarrollará la contienda, pasando como no, por el tipo y número de unidades y de ejércitos. A pesar de estas dos opciones básicas, todavía existe una más para el juego offline, que será plato de gusto para todos aquellos aficionados a la historia y que decidan repetir, o cambiar, el curso de los acontecimientos. Hablamos del modo “Batalla histórica”. En esta opción podremos volver a luchar con algunas de las naciones que combatieron en batallas tan famosas como Pavía o Agincourt.
Sin embargo, todo lo que hemos visto hasta ahora no han sido más que los entrantes, ya que el plato fuerte de este entretenido videojuego, y de su saga, es el modo “Gran campaña”. Aquí nos encontraremos con una de las facciones anteriormente mencionadas, cada una con sus ventajas e inconvenientes, en un completo mapa donde tendremos que establecer relaciones diplomáticas, comerciar o guerrear en favor de nuestros intereses.
El sistema de juego en “Gran campaña” es por turnos y teniendo siempre delante el mapa de Europa, mientras que empleamos como único recurso el oro. En él podremos mover a nuestras unidades y atacar o entablar relaciones diplomáticas con dos tipos de edificios, castillos y ciudades, o con otras unidades. Entre nuestras unidades militares contaremos con generales y líderes de facción que podrán atacar a otros ejércitos y edificaciones mientras lideran a nuestras tropas. Estas unidades nos permiten mantener el orden en nuestras ciudades al colocar a nuestros generales como gobernadores de las mismas para mejorar su funcionamiento, ofreciendo bonificaciones en el orden público, en la seguridad… o para la construcción y mejora de nuevos edificios. Otras unidades militares serán las navales, que emplearemos para batallas marinas simuladas, el transporte de nuestras tropas o simplemente bloquear puertos enemigos. Como unidades “civiles” podremos contar con princesas, sacerdotes, mercaderes, espías, diplomáticos y asesinos.
Otra opción a mantener siempre en mente con las relaciones diplomáticas será el soborno, pero recordando que debemos estar respaldados por buenas sumas de oro.
Es muy común entre los primerizos en esta clase de juegos, y este no iba a ser excepción, centrarse más en el aspecto bélico dejando de lado a las unidades a priori menos interesantes. Como todo buen juego de estrategia estas unidades juegan un papel fundamental, pero como en el propio juego, iremos por turnos:
Los mercaderes nos permitirán obtener ingresos adicionales, al margen de los que se producen vía impuestos en nuestras ciudades y castillos, para asegurar una mayor estabilidad al tesoro. Las princesas y los diplomáticos nos permitirán entablar alianzas o llegar a acuerdos con otras facciones. En este sentido, las princesas son muy interesantes, ya que podremos casarlas con generales enemigos “robándoselos” a nuestra competencia y pasando a declararnos lealtad. Otra opción a mantener siempre en mente con las relaciones diplomáticas será el soborno, pero recordando que debemos estar respaldados por buenas sumas de oro. Por otro lado, los espías y asesinos nos podrán otorgar ventaja en la carrera hacia la victoria, al permitirnos eliminar a poderosos generales enemigos u obtener información sobre el estado de enclaves rivales. Por último no podemos olvidar a una unidad fundamental para mantener la paz y la concordia: el sacerdote. Como buen mundo medieval encontraremos varias religiones por cada facción: islam, catolicismo u ortodoxia. Nuestros sacerdotes nos permitirán evangelizar territorios paganos, o de otra confesión, con la intención de mejorar nuestras relaciones con el papado o el califato y facilitar las conquistas de territorios “infieles”. De hecho, tan importante es la religión que una facción más debe ser tenida en cuenta. Hablamos de los Estados Papales.
Los Estados Papales constituyen una de las cinco facciones emergentes y no jugables de esta entrega. En este caso, el papado de Roma tendrá la posibilidad de manejar a los inquisidores, excomulgar naciones enteras y declarar cruzadas. En nuestra mano estará ganarnos su favor con sus misiones, o bien su rechazo. De la misma manera, que no nos extrañe si como nación cristiana se nos declara una yihad por parte de algún líder musulmán. Las otras facciones emergentes que nos encontramos serán: Rebeldes, Imperio Azteca, para cuando hayamos descubierto América; Timúridos y Mongoles, que serán las dos grandes invasiones asiáticas que sufrirá Europa por esta época.
Finalmente, y para ir terminando, no podemos dejar de describir las propias batallas. A pesar de que en el modo “Gran campaña” podremos simularlas, un jugador de verdad nunca deja escapar un buen reto. En estos encuentros ordenaremos los batallones en nuestro espacio del campo de batalla para posteriormente dirigirlos en tiempo real. Las batallas podrán ser tanto de día como de noche y en cualquier condición meteorológica. Además, podremos beneficiarnos y aprovechar accidentes geográficos, como colinas o valles, y los propios bosques. Las contiendas en ciudad o en castillo nos obligarán a acabar con las defensas enemigas, empleando equipo de asedio, y a ocupar su plaza central durante un determinado tiempo; o en su defecto acabar con todos los enemigos. Estas contiendas constan de un buen realismo, una más que decente calidad gráfica, y una gran libertad para escoger cuál es la mejor estrategia de alcanzar la victoria.
Así pues, M2TW es una buena forma de disfrutar de un juego con el que (por mucho tiempo que pase) siempre gozaremos de un buen rato.