Javier Krahe: “No siento la menor necesidad de definirme”

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Faltan pocos minutos para la una de la tarde. En una mesa del café Derby, Javier Krahe de Salas (Madrid, 1944) se sirve un refresco de naranja y nos saluda amablemente. “No digáis que estoy bebiendo esto, por favor. Tengo una reputación que mantener”. A sus 69 años, más de los últimos 30 dedicados a la canción, asegura que su cuerpo es capaz de tolerar un número indefinido de “whiskeys”. Su rostro es lo más parecido a la imagen que uno tiene en mente cuando piensa en Don Quijote y en un profeta bíblico aseado. Sólo pone una condición a la localización de la entrevista: Que se pueda fumar. Caminamos con él hasta una terraza en Entrerrúas. Saca del bolsillo tres cajas de puritos y prende uno de ellos. Pedimos cuatro cervezas y encendemos la grabadora. Habla lento, deslenguado pero comedido. A veces resulta cortante sin pretenderlo, pero afortunadamente no se prodiga en los monosílabos.

Frente a nosotros Javier Krahe. Una figura de culto que pasa desapercibida. Un ingenio que es capaz de dedicar una canción a una habladuría sobre el tamaño de sus atributos y referirse a las caderas de una mujer con la acertadísima metáfora de un paréntesis.

Hasta el momento se han llenado hemerotecas enteras contigo, y da la impresión de que no se te puede preguntar nada nuevo. ¿Hay algo que todavía no hayas contado?

Hay cosas que no me ha preguntado ningún periodista en España, y que sin embargo sí me preguntan fuera. Recuerdo algunas entrevistas, muy pocas, que me llamaron la atención por lo interesantes que fueron las cuestiones. Una que recuerdo especialmente tuvo lugar en La Habana. Me la hicieron dos periodistas, uno de los cuales era ciego, y me plantearon una serie de preguntas y consideraciones que me sorprendieron bastante. Me preguntaron, por ejemplo, sobre mi hermano Jorge, la persona con la que empecé a componer canciones.

¿Con qué edad fue eso?

Debía de tener sobre 23 años, y Jorge ocho menos que yo. Él tocaba la guitarra y por eso le propuse trabajar juntos: “Yo te escribo la letra y tu pones la música”. Y así empezamos. Pues fíjate, en La Habana me preguntaron sobre eso y aquí no.

Todo entrevistador quiere hacer siempre algo innovador, pero contigo si no tocamos las preguntas obligadas nos la podemos cargar. ¿Qué te parece si despachamos primero los tópicos y luego ya vamos viendo?

Adelante.

Ya ha pasado un año desde que te absolvieron, y hace dos meses desestimaron la apelación. Visto desde la distancia, ¿qué opinas del Cristo que se ha montado?

No necesito la distancia. Opino lo mismo que opinaba antes: me parece de auténticos cretinos el aceptar esa denuncia. ¿No voy a poder hacer yo lo que me dé la gana en una película? Y si grabó una película y saco a un tío matando a otro, ¿me van a acusar de incitar el asesinato? Es una filmación. Claro, luego hay otras consideraciones, pero también las pensaba de antes: esto lo han hecho ellos para sacar dinero, como de mí no lo iban a conseguir… Eso es lo que les movió. Y bueno, visto lo ocurrido, me parece que la justicia en este país está muy deficiente. Yo he estado durante 3 años en libertad provisional sin saberlo. Y de eso me enteré en la sentencia. Es algo que me asombra, porque creía que uno era inocente hasta que se demostraba lo contrario.

¿No te esperabas el revuelo que se ha montado?

¡Pero si yo no sabía ni que lo iban a poner! Después de que saliese el vídeo la gente me preguntaba: “¿Pero cómo cocinas un Cristo en televisión?” ¡Pero si yo no he cocinado nunca un Cristo! Primero, lo que se ve en la grabación son unas manos de mujer, se ven claramente a pesar de la calidad del vídeo. Y en segundo lugar, se escucha una voz de mujer dando una receta. ¿Dónde me han visto a mí? Y sin embargo lo siguen diciendo, que yo he cocinado un Cristo en televisión.

¿Qué dirían los marianistas del Colegio del Pilar si te viesen ahora?

Pues un antiguo compañero de clase me dijo que en la página web del Colegio del Pilar tenían una lista de los “50 expilaristas más destacados”. Y resulta que yo estoy.

¿En qué puesto?

El 50 (Risas). Pero ten en cuenta que han pasado miles y miles…

Ha estudiado allí la cúpula política de este país.

Y luego, aunque no sé si os sonará, también hubo un pilarista llamado Jarabo que en los años 50 se cargó a cuatro personas. Lo condenaron a muerte y finalmente fue agarrotado.

¿Ese no está en la lista, no?

Pues no, pero está claro que destacó (Risas). Así que parece que no consideran que lo mío sea tan grave como cuatro asesinatos.

Aun así parece que no guardas buenas recuerdos de esa época.

Es que a mí no me gustaba ir al colegio, no me gustaba nada. Y no aprendía nada allí.

¿Crees que no hicieron nada ni por tu educación ni por tu fe?

Por mi educación yo creo que no hicieron nada. Mark Twain tiene una frase muy bonita que yo comparto: “Nunca permití que la escuela interfiriera en mi educación”. Claro, él lo decía como algo voluntario. Yo no lo entendía en su momento, pero mi posición era la resistencia pasiva. No sabía por qué, sólo lo achacaba a que no me gustaba ir al colegio. En cuanto a mi fe, puede que sí hicieran algo, pero desde luego a corto plazo (Risas).

El tratamiento de la religión en tus canciones es una mezcla de conocimiento profundo y a la vez crítica irónica. ¿Nunca te ha interesado la religión desde una perspectiva más profunda? Marcarte un Leonard Cohen y marcharte a un monasterio.

La verdad es que tengo bastante conocimiento de los asuntos religiosos, y también tengo un lado espiritual. El otro día en la televisión había un psicólogo hablando y decía que la religión católica está llena de supersticiones, y que lo ideal sería deshacerse de ellas para que la gente pudiese desarrollar su espiritualidad sin rechazo. Pero vamos a ver, ¿es que uno no puede desarrollar su espiritualidad por las buenas?

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¿Nunca te ha interesado ninguna otra religión? ¿O el rechazo al catolicismo te hizo descartar todas las demás?

Naturalmente mi opinión tiene que ver en concreto con la opresión de la Iglesia Católica, que es la que yo he vivido. Pero me imagino que me ocurriría lo mismo con las demás, porque no creo en esas cosas y no puedo entenderlas. No creo que exista un Dios, pero el lado espiritual sí se tiene, y se cultiva como uno buenamente puede.

Sabemos que no te gusta declararte ni ateo, ni agnóstico ni escéptico. ¿Ya has encontrado una palabra que defina tu relación con el catolicismo?

Pues verás, yo digo que soy ateo, pero la palabra ateo quiere decir “sin Dios”. Es un calificativo que está puesto desde fuera. Es decir, cuando nace un bebé nadie diría que es “no fumador”, porque es una imbecilidad. Pasa el tiempo y de pronto puede serlo o no. Entonces, yo no es que sea ateo, es que no tengo Dios. Lo otro te lo llaman los que sí tienen. En realidad no soy nada pero, puestos a mencionarlo, prefiero ateo que agnóstico. Agnóstico quiere decir que no se puede conocer, y a mí eso me la trae al pairo. ¿Por qué tengo que conocer o no conocer si no lo creo? Vives en una sociedad e influye mucho como te llamen, igual que me llaman cantautor y tampoco me gusta. Pero es un nombre que se puede usar, porque algo se entiende del asunto. Todo se debe a vivir en sociedad, las etiquetas están puestas desde fuera. Yo es que no soy nada. “¿Eres creyente?” Pues no. Pero no soy “no creyente”.

A pesar de todo, y como ávido lector, tendrás alguna opinión sobre el mayor best seller de la historia. ¿Tienes algún pasaje favorito de la Biblia?

Sí, el de Eclesiastés. Ese me gusta mucho. (Comienza a recitar) “Tiempo para nacer, tiempo para morir, tiempo para plantar, tiempo para cosechar…” La verdad es que lo encuentro muy bonito. Tiene varias cosas que incluso he usado en canciones, como “…Y todo es vanidad”.

“El cromosoma” resume bastante tu actitud hacia la religión: Me interesa pero no me preocupa.

Sí, aunque ahora modificaría alguna cosa, lo haría más enérgico. Sobre todo el verso de “prefiero caminar con una duda”. Ese lo cambiaría.

¿Ya no hay dudas?

Yo no las tengo. Hay un montón de religiones distintas, y no tengo duda de que todas están equivocadas. Y de tenerlas sería en otro sentido. Yo no niego su funcionalidad porque, aunque para mí sea una trola, hay gente que lo asume como parte de su vida. Les ayuda a actuar y se comportan de acuerdo a ello, por tanto incide en la sociedad.

La primera vez que te diste cuenta de que habías dejado de creer fue en la mili. Pero antes de eso, ya habías descubierto que aparte de para católico, tampoco servías para estudiante.

Para estudiante no he valido nunca. Ni en el colegio ni en la Universidad.

Pero en esta última por razones concretas, ya sabías exactamente por qué no te gustaba. Esas clases magistrales con cientos de personas…

Sí, eso tenía mucho que ver. El primer día en La Facultad de Empresariales éramos 600 personas. Estuve sólo un año, y la verdad es que iba muy poco por clase. Era totalmente inútil. Para mí lo ideal fue cuando tenía 17 años, que estuve en una academia particular y éramos sólo tres. Ahí yo me lo pasaba muy bien. No estudiaba, pero aprendía todo (Risas).

Lo que siempre habías querido era ser cineasta, e incluso llegaste a trabajar como ayudante de dirección un tiempo…

No, yo nunca he sido ayudante de dirección, eso son cosas que ponen por ahí.

¿Cuál sería la palabra exacta?

Mi título era ayudante de cámara, pero realmente llevaba los bultos (Risas).

¿Crees que de haber seguido hubiese evitado que te subieses a los escenarios?

Yo creo que sí, porque nunca me veía encima de un escenario. Yo empecé haciendo canciones con mi hermano, y cuando la vida nos separó yo me quedé cojo. Entonces le propuse a Alberto Pérez que hiciese la música y las cantase. Pero él me decía: “Es que tus canciones son tan personales que yo no puedo cantarlas. Eres tú el que está hablando, no yo”. Por aquel entonces ya estaba enganchado a escribir canciones, así que pensé: “Pues lo voy a tener que hacer yo todo”.

Aun así, has intentado dejar resquicios de esa pasión cinematográfica en tus canciones. Al menos en la forma de contarlas.

Algunas son muy visuales. Pero no es premeditado, es que yo lo veo así. Miguel-Tomás Valiente, que escribe sobre mis canciones en el último disco, habla más bien de teatro. Dice que son muy teatrales. Yo nunca lo había pensado, pero después de leer su estudio…Tenia una cantidad de datos inmensa, había investigado en mis canciones, y efectivamente me dije: “Pues va a tener razón”. Pero eso lo veis mejor desde fuera. Yo no me doy mucha cuenta, la verdad. A mí las canciones me absorben por completo cuando estoy en el proceso. Hay veces que incluso me veo a mi mismo escribiéndolas. Y además está el hecho de que cante en primera persona…

Alguien dijo una vez: “Todo lo que he escrito me ha pasado o me pasará”. ¿Tú concibes al personaje o es una parte de ti?

El autor está en las canciones pero no tiene por qué ser lo que describen. Todo es una ficción ligada al autor, pero nunca puedes decir: “Esto lo piensa realmente”. Siempre tiene que haber una aproximación, pero no se puede asegurar con certeza. Yo he meditado mucho acerca de eso y creo que los sentimientos que tiene un pintor, por ejemplo, son los mismos que tengo yo al escribir una canción.

Entonces, ¿dónde están todas esas mujeres de las que hablas? ¿Has ligado más en la vida real o en tus canciones?

(Señala la grabadora) ¿Puedes apagar eso un momento? (Risas)

¿Cuándo te diste cuenta por primera vez de que eras famoso?

Hombre, pues diría que algún síntoma note cuando la gente me paraba por la calle. Recuerdo la primera vez que vi un cartel mío en la calle, fue en Zaragoza, y me dio una vergüenza espantosa. Acuérdate también de que, cuando La Mandrágora, habíamos salido en un programa de televisión y este tuvo mucha repercusión. La semana siguiente nos fuimos a Granada los tres, y en la primera gasolinera en que paramos nos conocía todo el mundo. También es cierto que a la vuelta, después de pasar una semana allí, paramos varias veces más y la gente ni siquiera nos miraba. Todo eso era un flash, algo muy ambiguo. Yo actualmente sigo desplazándome a casi todos lados a pie, a veces incluso cojo el metro, y la gente no me reconoce. En general el público no sabe quién soy. No soy famoso.

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Hace unos meses, tu amigo de Úbeda comentaba en una entrevista que “La Mandrágora fue la gloria”. ¿Compartes la nostalgia?

No, y él tampoco. Supongo que le pareció bien responder eso en un momento concreto, y entiendo por qué lo dice, pero yo no guardo nostalgia de aquello.

Está claro que no fue una época más, sino un punto de inflexión.

Sí, ahí empezamos a sentir que éramos profesionales. Nos llamaban para tocar, empezábamos a ser conocidos… Recuerdo que, en aquella época, a veces pasaba algún coche y al verme por la calle me gritaban: “Gilipollas”. Pero no como insulto, sino por la canción (Risas). Eran cosas que empezaban a tener cierta popularidad pero, en fin, no era nada estable. Pasaban días y días y yo me paseaba tranquilamente por la calle sin que nadie me reconociese. En cambio Sabina no puede ir por la calle, físicamente no puede. Eso es incomodísimo.

También dijo que, realmente, La Mandrágora eras tú.

No he leído esa entrevista, pero me lo han contado. Yo creo que tuve mucha influencia allí, desde luego, pero en la vida suceden tantas cosas que…Esa fue una más. Lo que pasa es que fue especialmente divertida. Es un recuerdo muy agradable porque nos lo pasábamos muy bien juntos. No sólo en las actuaciones, siempre estábamos de juerga. Era muy intenso.

Antes decías que tampoco te gusta la palabra cantautor. ¿Has encontrado entonces una definición para tu oficio?

Es que yo no siento la menor necesidad de definirme. Me da igual. Yo hago “esto”, y lo sé porque lo hago con mucha frecuencia. Para mí no tiene un nombre. Es decir, puedo describirlo: soy un autor de canciones, que además las canta. Pero no es una palabra, es una descripción. Y tampoco se corresponde con eso, porque en todos los grupos de rock siempre hay uno que hace y canta las canciones, y no le llaman cantautor.

¿Qué opinas cuando le añaden el calificativo de “satírico”?

Tengo muy pocas canciones satíricas. Hay humor y hay ironía, pero no sátira. En “Ciencias ocultas”, por ejemplo, ahí sí satirizo a una chica que se dedica a las ciencias ocultas. Pero en realidad yo no soy sarcástico, sólo en algunas canciones. En general son irónicas, nada más. Lo que pasa es que algunos que escriben y opinan sobre mí no manejan mucho el lenguaje.

¿Qué hay de palabras como “musas” o “inspiración”? ¿Están ya desgastadas?

No, yo creo que sí existe la inspiración, y hablar de musas también está bien. Es un símbolo. Había un cantautor ruso, Vysotski, que decía en una canción: “Aquella noche puse tres copas de coñac y me senté a esperar a las musas. Se empezó a pasar la noche y, como las musas no venían, me tuve que beber sus coñacs” (Risas).

¿A las tuyas las buscas o las esperas?

Las encuentro. Me tomo la molestia de ser algo metódico y, sobre las ocho de la tarde, suelo ponerme a trabajar. El problema es empezar, porque luego ya sabes por dónde buscar. Pero sí creo en la inspiración. Estás concentrado y de pronto te vienen cosas que no sabías que podían aparecer. Es un proceso interesantísimo.

¿Alguna meta-canción al respecto?

Tengo una que se llama “Capricho estival”, donde prácticamente iba contando todo lo que sucedía mientras escribía la canción. El otro día vi la letra, y al leerla de nuevo volví a acordarme de todo el proceso. De todo lo que había hecho y pensado. Gil de Biedma dice en un poema: “El juego de hacer versos -que no es un juego-”. Estoy muy conforme con eso, porque a mí me ocurre lo mismo. Muchas veces el punto de partida es jugar pero, de pronto, empiezas a expresarte de verdad.

¿Cuentas las sílabas con los dedos o ya lo tienes interiorizado?

Suelo contar el primer verso, y a partir de ahí sigo por intuición. En algunas canciones en las que he utilizado versos larguísimos, de 25 sílabas por ejemplo, sí tenía que contarlas, porque empiezas a perder el ritmo. Hay otras, como el octosílabo, en las que no hace falta, porque generalmente es muy natural.

El propio Aute confesó que le habría gustado escribir todas tus letras.

Hay veces que puedes decir una cosa y la contraria, y que las dos sean verdad. Creo que lo dijo solo por cumplir. De todas formas hace mucho que no veo al Aute

Pues sigue con sus cosas.

He oído que ha sacado un último disco, pero no sé si fiarme. El penúltimo no me gustó demasiado.

¿A ti qué canción te habría gustado escribir?

Pues serían más bien temas de los que no son llamados “de cantautor”. A mí me hubiera gustado, aunque para eso tendría que tener más dotes musicales, hacer algo como el “Aserejé” (Risas). También me habría encantado escribir: “Bésame mucho como si fuera esta noche la última vez”. Me habría gustado componer algunos boleros, algunos tangos…También me habría gustado hacer alguna canción mía.

Cada vez hay más gente joven en tus conciertos.

Ya, pues como sigan poniendo estos precios poca gente joven va a ir.

Me refería a que es interesante. ¿A qué crees que se debe?

Bueno, hay un tanto por ciento de gente que tiene necesidad de escuchar canciones que tengan propuestas intelectuales. No quieren escuchar únicamente un fondo musical, o un tema para bailar. Es gente que quiere que lo que les cuenten sea interesante para ellos. Pero es un porcentaje pequeño.

¿Qué sientes cantando para gente que no ha vivido ni al “cuervo ingenuo”?

Es curioso, porque yo desde luego no me dirijo a la gente joven. No es que no quiera que lo oigan, sino que no va por ellos. Me dirijo a alguien que tiene que ser bastante parecido a mí. No sólo en elucubraciones, también en edad, porque alguna de las cosas que cuento me las ha dado el tiempo. Alguno de estos jóvenes se me ha acercado después del concierto a decirme: “Pues yo también me dedico a cantar, soy rapero” (Risas). Y eso sí lo encontraba chocante, que les interese lo mío. Sé que los raperos le dan mucha importancia a la letra y la métrica, insisten hasta el agobio en ciertas rimas y todo eso pero… Albert Pla me ha recomendado recientemente a uno, pero se me ha olvidado. Como ellos se ponen estos nombres tan extraños… Tendré que llamarlo para que me lo repita, porque me dijo que era el mejor. Creo que estuvo en los Violadores del verso.

¿Puede ser Kase-O?

Pues creo que sí. Y me fio del criterio de Pla.

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¿Escuchas música actual hecha en España?

No. De toda la gente que conozco soy el que menos música escucha.

¿Tu último gran descubrimiento?

Pues últimamente uno que me interesa es Señor Mostaza. Lo descubrí hará cinco años y conseguí un disco suyo. Siempre digo que me voy a comprar el segundo, pero si no salgo en ese momento luego se me olvida.

¿No encuentras relevo en tu género?

¿Lo hay o no lo hay? O sea, sé que hay muchísimos cantautores que nadie conoce, pero de cada cien que hay noventa no valen nada. Y luego habrá 3 muy buenos. Supongo que alguno aparecerá.

¿A quién has escuchado más: a los Beatles, a Leonard Cohen o Brassens? ¿Alguno de ellos sobresale entre los demás?

Es ocioso decir “mejor”. El más importante en mi vida ha sido Brassens.  Sus canciones son lo único que he estudiado en mi vida. Ahora ya no me pongo discos suyos, porque lo tengo muy interiorizado, pero a veces lo escucho por casualidad en algún sitio y vuelvo a quedarme pasmado. Disfruto una barbaridad con Leonard Cohen, pero tiene muchos mecanismos de escritura que no los puedo descifrar, mientras que en Brassens los entiendo perfectamente. A veces incluso le discuto algún verso. Por ejemplo, hay una canción que dice: “Las chicas tienen el corazón muy consistente/ y la flor que uno encuentra en ese corazón/ está garantizada mucho tiempo./ Como las flores de piedra de las tumbas,/ como las flores de papel de los sombreros”. Hombre no, tienes que decir primero el sombrero y después la tumba, y le digo: “¿Por qué lo has hecho mal?” (Risas).

Nunca has encontrado, a lo largo de tu vida, otro referente que te influyeses tanto.

No, porque después de Brassens yo diría que lo que más he escuchado han sido los Beatles. Sin embargo, no puedo hacer nada parecido a lo que hicieron ellos. Antes de oír a Brassens ya había hecho con mi hermano Jorge un par de canciones muy brassensianas. Claro que no tenían la maestría de las de Brassens, porque era cuando yo empezaba, pero sonaban mucho a él. Yo era brassensiano y aún no lo sabía.

¿Qué opina una persona que fue censurada de forma tan clara, acerca de lo que está ocurriendo ahora con TVE?

¿Con esto de que los parados deben rezar y tal? Pues qué voy a opinar…Han dejado la cadena en manos de unos desgraciados. Me da mucha vergüenza todo lo que está sucediendo en este país. Realmente a mí, a Javier Krahe, prácticamente me resbala, porque doy lo mismos conciertos que el año anterior y no me influye especialmente. El caso es que no me gusta vivir en una sociedad donde suceden estas cosas.

Parece que sigues los medios de comunicación.

Estoy informado, sí.

Hay mucha gente que dice que para estar bien informado hay que leer todo, hasta lo que sabes que no te va a gustar. ¿Lees la Gaceta?

No estoy de acuerdo. No leo La Gaceta, pero considero que puedes estar bien informado sin eso. ¿Acaso voy a tener que leer las publicaciones del Correo Filatélico para estar al día? Pues no. ¿Para qué voy a leer algo que me es muy ajeno? ¿Para saber lo que hay? Lo que hay es inconmensurable. Mejor será que lea Tito Livio, por ejemplo.

En una entrevista hace tiempo asegurabas que el artista “ni debe ni no debe” manifestar en público un compromiso político. ¿La situación actual te ha llevado a tomar parte?

Mi posicionamiento es participar algunas veces, pero no todas las que me solicitan, porque es muy agobiante. Hace poco di un concierto a favor de la sanidad pública en Madrid.

Una vez que pasada la euforia, ¿te interesa el 15-M?

Sí, yo estuve en la Puerta del Sol. El problema es que no soporto las multitudes, y allí me agobiaba un montón. Pero aun así tenía mucha curiosidad. Luego resultó que allí mismo ponían por altavoces mi canción “Ay, democracia”, y se apoderaron de la frase “me gustas democracia porque estás como  ausente”. Algunos incluso la corregían: “Me gustas democracia pero estás como ausente”.

¿Votas?

No. He votado sólo dos veces, una porque me presentaba yo. Habíamos hecho una lista electoral para la legalización de las drogas, y como yo estaba en ella… La segunda vez que voté fue después del atentado de los trenes, para echar a Aznar.

Pues dice que va a volver…

Como decía un antiguo representante que tuve: “Si dice que diza, mientras no haza”.

Pues hay bastante gente que le reivindica, que tiene nostalgia de Aznar.

Los habrá, hay gente para todo, pero no viene a cuento. Y para él sería un error intentarlo. Para nosotros no estaría mal, porque seguramente quedaría en ridículo. Encuentro bastante asombroso que la gente vote a determinadas personas. Por ejemplo, yo tengo una hermana a la que le gusta Esperanza Aguirre. “¿Pero por qué te gusta? ¿Qué hace bien?” A todo esto, no tengo ningún problema con mis hermanos, cada uno opina lo que quiere.

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Si Javier Krahe fuese presidente del Gobierno…

Eso es ocioso.

De acuerdo,  ¿qué medidas te gustaría que se adoptasen ante lo que parece una ausencia de políticos competentes?

Es que preciso de una serie de informaciones que ahora mismo no tengo. Si yo estoy a favor de la legalización de todas las drogas pero me llama Obama y me dice: “Como lo apruebes te bombardeamos”. Hostia, pues igual me lo pienso. Manejan unos datos espeluznantes. Y si eres presidente tienes que atender a todo el mundo, cosa que realmente no hace ninguno. De todas formas debe de ser peliagudo encontrarse en esa situación. Es mucho mejor no tener ninguna ambición de ese estilo.

Vamos ahora con un jueguecito, ¿te parece? Nosotros te soltamos nombres de personas y tú nos dices qué opinión te merecen. Con una frase, un adjetivo, un silencio…

Adelante.

Mariano Rajoy

(Guarda un largo silencio y respira profundamente) Presume de sentido común y no lo tiene. Ha dicho una y otra vez que está haciendo cosas porque está forzado a hacerlas, cuando había prometido lo contrario. Chico, o dimites inmediatamente o no tienes sentido común. No sé por qué les horroriza tanto la dimisión.

Ha conseguido sacarte a la calle.

Yo he salido a la calle ya con Franco, y con Felipe González. Al único que he soportado fue a Suárez, quizás porque estuvo poco tiempo y todo eran novedades. Era un señor que estaba haciendo cosas bien, que me parecían útiles, como legalizar los partidos.

Joaquín Sabina.

Es un amigo.

Pues parece que media España no tiene claro qué tal os lleváis.

Es una relación muy cómoda, porque no nos vemos (Risas). De vez en cuando me envía unas entradas para algún concierto. Yo voy a verlo, pero al terminar está con otras ochenta personas y no podemos hablar de nada. Fue más que un amigo en aquel tiempo, era un interlocutor, pero ya no. Fue demasiado tiempo llevando vidas muy distintas…El hecho de que él esté mucho en América, por ejemplo. O el de que yo siempre me haya ocupado más de mis hijos. He sido una persona muy familiar, y él nunca se ha tenido que ocupar de eso. Ahora que sus hijas ya son mayores sí se dedica más a ellas.

 (Se enciende otro purito)

¿Nunca has pensado en dejar de fumar?

La verdad es que no. Hoy mismo he leído aquí algo sobre los daños que causa el tabaco ¡Qué pelmazos! (Abre el periódico y lo hojea). Además había una frase muy particular…Ah, aquí está. “Efectos del cigarro: El tabaco provoca una muerte cada diez minutos en España. Las mujeres fumadoras tienen menos ovocitos y de peor calidad. El tabaco equivale a tener diez años más”. No puedo entender eso último, no lo descifro. Yo tengo 69, es decir, ¿aparento 79 años? Eso es falso.

69 es una buena cifra.

Sí, pero sólo dura un año (Risas). Todas esas afirmaciones que hacen sobre el tabaco son de una imprecisión total, no tienen ni la menor idea. Hacen unas estadísticas con un punto de partida falso, que es medir todos los daños que causa el tabaco en vez de estudiarlo. Nunca he visto ningún informe sobre las ventajas del tabaco, que alguna tendrá…

¿Te ayuda a concentrarte o es más por el gesto?

Sí, es más bien por tenerlo en la mano. He escrito hace poco una décima sobre eso, va dentro de una canción y dice: “Con un tizón en la boca/ ardiente voy por la vida/ tirando cuando me toca/ en el juego de la oca./ Y al final de la partida/ y aun humeante el tizón/ caerá mi cuerpo al suelo/ y mi alma en la visión/ de Dios fumando en el cielo/ unos puros del copón”.

Ya que hablas de Dios y el cielo. Monseñor Rouco Varela.

Es un ser repugnante.

Entonces de los del Tomás Moro ni hablamos.

Son indignos. O sea, ellos pueden poner en su foro “cómo cocinar a la puta madre de Javier Krahe”, y no pasa nada. Me arman esto y cuando llega el juicio dicen que en realidad no es el Centro, que el de la acusación es fulanito de tal. Debe ser el que se lleva la pasta. Ni siquiera sé sus nombres.

Seguimos con uno más simpático. Piero Della Francesca.

Un artista de su época (Risas). Personalmente, no tengo ni la menor idea de cómo sería. Pero sí sé que debía de estar obsesionado por las formas geométricas. Hay tres volúmenes de él sobre eso. No me los he leído, pero he visto reproducida alguna página y sé que el dodecaedro tiene para él un simbolismo especial, casi místico.

En tus canciones aparecen muchas referencias, desde filósofos a geómetras, pero parece que no les das demasiada importancia.

A fin de cuentas una canción no vale para nada. Es cierto que uno puede disfrutar escuchándola, pero no es trascendente.

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¿Hay algo trascendente?

Creo que no, al menos no en términos elevados. Si yo escucho un vals de Strauss, inmediatamente disfruto. O con una sinfonía de Beethoven. La música, si a uno le gusta, está muy bien. Pero nada más. Puede ser trascendente una ley, pero una canción no cambia tu vida. Aunque… (Se para un momento a pensar) La verdad es que estaba una vez en el Ateneo Cultural del Nou Barries de Barcelona, dónde ya había tocado en otras ocasiones, y de repente se me acercó un chico joven y me dijo: “Voy a contarte algo. Yo vivo en el Nou Barris, y antes era albañil. No había leído un libro en mi vida, pero hace cuatro años paseaba por la calle y vi una aglomeración en la puerta del Ateneo. Entré a ver qué pasaba, escuché tu concierto, y al salir me prometí que tenía que leer más. Yo no tenía ni siquiera el bachillerato. Pues en cuatro años me he hecho sacado el bachillerato, estoy estudiando Económicas y trabajo en un banco. Y tengo que decirte que es todo gracias a ti, me has cambiado la vida”.

¿Qué siente uno cuando le dicen algo así?

Pues algo muy raro por dentro.

¿Es eso lo que buscas? ¿Qué los demás se sientan interesados por las cosas que a ti te gustan?

No, no, para nada. Yo no busco nada. De hecho, doy por supuesto que los demás ya entienden las cosas que digo.

Volviendo a la política. Cayo Lara.

Le tengo simpatía, en otras cosas porque no manda nada. Cuando da sus opiniones estoy bastante conforme. Pero el otro día dijo que había mucho peligro en las listas abiertas. Pues yo no veo cuál es el problema, quizás para el partido sí, pero no para la sociedad. Yo tuve una experiencia de listas abiertas en Canadá y desde luego no hay ningún problema con eso. En Canadá y en Inglaterra, por ejemplo, la gente dice “mi diputado”. Se dirigen a él con la absoluta confianza de que tiene que atenderles, porque lo han elegido. Allí la cercanía de los diputados con los ciudadanos es enorme. Cualquier queja se la escriben y este tiene que contestar, porque si no dejan de votarlo.

¿Crees que son ellos los que exigen más o simplemente son visiones distintas de la política?

Es que, aunque Canadá tiene sus propios infiernos, en la manera de ejercer la política nos dan mil vueltas. La sensación que tiene cualquier canadiense es que el Estado está a su servicio. Los funcionarios deberían estar al servicio de los ciudadanos, no de los ministros, y con eso tendríamos muchas cosas adelantadas. Pero está claro que aquí eso no lo tienen asumido.

¿Ves a alguien dispuesto a dar un paso en ese sentido?

No, no creo que tengan la menor intención de adoptar una actitud similar.

¿Hay esperanza en la izquierda?

Supongo que estará en el 15-M, porque la izquierda tiene que ser una iniciativa ciudadana. En Izquierda Unida son bastante razonables, pero están anquilosados, porque a fin de cuenta son un partido político, y siempre se convierten en otra cosa. Es muy raro encontrar un “partido” de izquierdas, yo no lo veo. ¿Los sindicatos? Tampoco. No sé, la verdad es que no espero nada. Me conformaría con pequeñas mejoras, como que prohibieran tirar chicles al suelo. Madrid está hecho una guarrería.

Ya que no hemos podido ser tan rompedores como nos habría gustado, ahí va la última pregunta: ¿Para cuándo próximo disco de Javier Krahe?

Yo creo que saldrá en noviembre. He pensado título pero aún no lo tiene. De hecho, había decidido uno, pero puede que cree equívoco. Llevará once canciones y espero que quede mejor que los anteriores.

¿Sigues con las mismas ganas?

No, tengo menos ganas que antes, pero todavía disfruto.

Ahora en serio. Si esta fuese tu última entrevista, ¿cuál sería el cierre? Tómatelo como un epitafio, si quieres.

Nunca he pensado en un epitafio para mí. Supongo que “El Ciprés”, que toda ella es un epitafio: “Aquí yace un capullo que anduvo, igual que tú, en el barullo”. Pero los finales no se pueden prever, simplemente suceden.

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Entrevista realizada por: Alejandro A. Roura y Jesús Silva Vilas

Fotografías: Lucía García Botana