Crónica del antiperiodismo (I)

Hace unos días, llegó a mi pantalla un texto sobre el tratamiento dado a la información del presunto fraude fiscal cometido por Leo Messi. Se criticaba la falta de ética profesional al afirmar, cual justicieros, que el futbolista del Barça era culpable. Esto me hizo reflexionar una vez más, y no van pocas, sobre el periodismo deportivo actual. Es que nadie se salva. Ni televisión, ni periódicos, ni radio. Los medios convierten el deporte en una cruzada de intereses y en un show constante. Quizás suene a tópico pero parece que la verificación o la “noticiabilidad” no van más allá de la teoría estudiada en las aulas de periodismo.

Por una parte está el telediario con su sección dedicada al fútbol, porque siendo realistas, la sección es de fútbol, con rellenos. Ahora ni es una sección ya que están de moda los programas de media hora, con tono…digamos humorístico. Los Manolos. No negaré que en su día me sentaba cada día a las tres de la tarde a contemplar media hora de vídeos pasados por una especie de Instagram audiovisual. “Hacen buenos análisis, te enteras de todo”, decían algunos. Sí, concretamente proporcionaban información sobre el color de la suela de la bota de cada jugador del Madrid y del Barça. Y así veinte minutos, con diez restantes para hacer un repaso de las tres mejores canastas de la jornada de la NBA y similares. Las otras cadenas no merecen tanta extensión, son más de lo mismo pero concentrado en cinco minutos. Al menos acortan el sufrimiento. Por la noche también hay emisiones muy divertidas, todos saben cuáles. En una de ellas analizaron recientemente la cantidad de agua bebida por Sandro Rosell en la entrega de los Premios Vázquez Montalbán. Alucinante documento. En estos programas nocturnos algunos de los participantes tienen el título de periodistas. Lo que confirma las sospechas de que la universidad no hace que la inteligencia aumente.

Ni televisión, ni periódicos, ni radio. Los medios convierten el deporte en una cruzada de intereses y en un show constante

Por otro lado están los periódicos especializados en información deportiva. En ellos hay desde exclusivas de fichajes que nunca se cumplen, contraportadas con chicas muy agraciadas y de gran interés informativo, críticas continuas al equipo rival del club amigo y más perlas. El binomio Madrid-Barça también está presente, dejando al resto de equipos en un segundo plano y ya no digamos a los deportes minoritarios. Habría que preguntarse si son minoritarios por falta de interés del público o por falta de cobertura. La respuesta es bastante obvia, ya que echando el ojo a otros países se puede observar como el rugby o la gimnasia tienen un gran número de aficionados.

Y, en último lugar, la radio. Ese medio que hizo las delicias de todos en las últimas jornadas de liga, con el descenso en juego. El problema viene cuando determinadas cadenas convierten un evento deportivo en un espectáculo. Cuando se habla de cualquier cosa menos de lo que se tiene que hablar, cuando hay que recurrir a otra vía para enterarse de algo. Entre bromas y publicidad la información se convierte en feria.

Visto lo visto parece que todo va a la deriva. Lo cierto es que no. En este país hay buen periodismo y buenos periodistas. Profesionales que aman su trabajo y desempeñan una verdadera labor social, esa que siempre ha ido ligada al periodismo. Aquí sólo se ha señalado lo malo, para que de una vez por todas se aprenda de los errores. No hay un único deporte, ni hay dos equipos. En resumen, deportivo sí, pero ¿periodismo?

Foto de portada: Marca