Tirando de Ascensión
Antiguamente, antes de implantarse Bolonia, las fiestas de la Ascensión eran el epicentro de un terremoto. Unos días amables y bien recibidos por los estudiantes que ansiaban pasear por la alameda a la tarde y transitar la Quintana por la noche. La entrada a los bares era un imposible. Ya fueran visitantes o locales, miles de personas llenaban la zona.
Los tiempos actuales nos han dejado unas fiestas amargas, en ocasiones sin gente. Ni los conciertos gratuitos (si así se les podía considerar) dejaron una estampa de lleno o aglomeración. Gente sí, pero la justa. En la alameda la cantidad de puestos ambulantes sigue en caída libre y los feriantes se limitan a atraer a los niños con globos de helio de Bob Esponja mientras sus padres gastan los dineros en la tómbola. Al final, no toca ni un jamón.
La fotografía retrata las escenas que consideremos. Una mezcla entre oportunismo, suerte y pericia que tiene por finalidad captar un momento para la posteridad En la era digital decimos adiós a aquellos álbumes bíblicos que daban fe de nuestra vida y mostrábamos orgullosos a las visitas en nuestro hogar. Ahora tenemos Facebook y la privacidad parece haber sido desmembrada entre los botones de “Me gusta” y “Compartir”. Así, creamos fotogalerías para enseñar nuestra mirada.
Hoy os dejo mi visión de unas fiestas en punto muerto. Niños sonriendo encima de las atracciones y padres ahogados por el precio de ese viaje idílico. Vendrán tiempos mejores. O eso queremos pensar.