¿Fin de ciclo en Can Barça?

Las semifinales de la Uefa Champions League de este año han logrado encumbrar al nuevo rey del fútbol europeo sin que sea necesario disputar la final. Pase lo que pase en la final de Wembley el Bayern Munich ha logrado la vitola de rival a batir en el balompié continental. El traspaso de poderes se ha consumado en una eliminatoria en la que los bávaros barrieron al otrora equipo más poderoso, el Barcelona. El 7-0 global de la eliminatoria no hace más que mostrar la enorme diferencia que a día de hoy existe entre ambos equipos. Este hecho nos puede hacer pensar que los culés no tienen más remedio que lamerse las heridas y pensar que los días de vino y rosas en competiciones europeas tardarán en llegar. Hasta puede que algún periodista catalán, como por ejemplo Carazo, empiece a entonar año tras año “LA QUINTA” como si el espíritu de Guasch o  Roncero se apoderasen de él. Como si el único objetivo del equipo debiera ser la máxima competición continental y todo las demás copas de cristal más indicadas para equipos de menor solera.

Aunque es necesario analizar que supone realmente llegar al fin de un ciclo. Si echamos la vista atrás comprobaremos que el último fin de ciclo en el club blaugrana fue un horrible último año de Rijkaard a los mandos de la nave culé. Con un Ronaldinho más preocupado de los bongos que del esférico, un Eto`o que parecía más fuera que dentro del club y en el que solo la irrupción del ahora estancado Bojan daba un motivo para alegrarse a los aficionados del club. No hace falta ni decir lo que pasó en los años siguientes con la llegada de Pep Guardiola. Si todos los fines de ciclo son precursores de algo así creo que cualquiera firmaría que su equipo tuviera uno cada lustro. Está claro que un fin de ciclo es más susceptible de traer consigo una travesía por el desierto, aunque no debemos olvidar que no tiene porque ser así.

Suponiendo que la etapa del mejor Barcelona de la historia, incluso superior al “Dream Team”, ha llegado ya a su fin, ¿supone esto realmente un problema? En caso de que la forma de jugar del “Pep Team” ya no sea adecuada para los jugadores actuales del equipo, ¿no se puede sacar nada positivo de esto? ¿Es todo esto una señal de que el Barcelona pasará a ser un equipo inferior a los grandes conjuntos del continente? Parece difícil que los aficionados de un equipo que cuenta en nomina con jugadores como Messi, Piqué, Iniesta, Jordi Alba y un largo etcétera piensen que es necesario volverse loco y cambiar absolutamente todo el organigrama del club.

La realidad es que se debe analizar qué es lo que ha sucedido este año, las cosas que se han hecho bien y las que han salido mal. Encontrar aquello en lo que se puede mejorar y las piezas que pueden ayudar a recomponer este puzle. Sin lugar a dudas por encima de todo dos circunstancias ajenas a la actividad deportiva cotidiana del club han marcado el curso blaugrana. Tanto la enfermedad de Tito Vilanova como la de Eric Abidal han producido una situación difícil que puede explicar en parte los males sufridos este curso.

La baja del sucesor de Pep ha sido sin duda la mayor losa que el club blaugrana ha padecido durante este curso. Antes de su enfermedad el club estaba logrando unos registros inmaculados tanto en la  Liga como en la Copa del Rey, si bien es cierto que en la Copa de Europa aparecieron las primeras señales de alerta, todas ellas plasmadas en una inexplicable derrota frente al Celtic en Escocia. Hasta la llegada del año nuevo todo parecía ir con total normalidad en los aledaños del Camp Nou.

Es aquí donde llega el verdadero problema. Con la enfermedad de Tito, Roura debe tomar el mando y ni él ni los jugadores son capaces de mantener la velocidad de crucero del equipo. La autogestión del vestuario llega para mantener un rumbo correcto en liga mientras que en Champions las resurrecciones suceden a los naufragios. Es evidente que el equipo pierde su identidad en estos meses. Parece de ilusos de ilusos creer que la vuelta de Vilanova sería la panacea capaz de reflotar por arte de magia al equipo, recuperar al 100% las sensaciones pasadas. Más cuando el rumbo se encontraba muy lejos del planeado meses atrás.

La enfermedad de Abidal es la siguiente piedra en el camino. Perder para todo un curso a un jugador capaz desempeñarse en el flanco izquierdo de la zaga, tanto de central como de lateral, con la ventaja añadida de que se desenvuelve perfectamente en una zaga formada por tres centrales como ya demostró el curso anterior. A pesar del apoyo mostrado al jugador desde todas las secciones del club, su recuperación parece haber avanzado mucho pero es difícil saber si alcanzará un nivel parecido al de temporadas anteriores.

Sacada de arxiu.fcbarcelona.cat

Foto: arxiu.fcbarcelona.cat

Su enfermedad fue una gran rémora para una defensa ya muy debilitada durante todo el curso, donde solo Piqué y Jordi Alba tuvieron el rendimiento esperado durante una parte importante de la temporada. Mientras la temporada de gente como Puyol y Adriano estuvo lastrada por las lesiones, lo más sangrante es lo sucedido con Dani Alves, Mascherano, Montoya o Bartra, incapaces durante todo el año de dar el nivel esperado. Sin que sirva como excusa, la falta de minutos para los canteranos ayuda a que no fueran capaces de acoplarse al equipo cuando este les necesita.

Si bien la fragilidad en la defensa blaugrana este año es más que evidente. Tanto en los números como en las sensaciones, el incremento de goles encajados tiene una explicación de mayor calado. El Barcelona ha perdido en el devenir de la temporada la excelente presión en mediocampo de la que el “Pep Team” hizo gala en el último lustro. Esta circunstancia podría no ser del todo grave si a cambio el equipo culé fuera capaz de aumentar la producción ofensiva. Pero en los últimos meses prácticamente todos los recursos en ataque han dependido en exceso del buen hacer de Leo Messi ya que ninguno de sus compañeros en el frente de ataque alcanzó el rendimiento exigible a nombres como Villa, Alexis o Pedro. Es sorprendente que el otrora defenestrado Tello haya sido único capaz de dar un paso adelante y dar un rendimiento superior al esperado. Mientras, el crack rosarino terminó pagando el esfuerzo que supone marcar durante seis meses seguidos en el campeonato doméstico ante la falta de acierto de sus compañeros. Las lesiones que le impidieron rendir a su nivel contra PSG y Bayern son producto de varias temporadas cargadas de partidos que antes o después tenían que acabar pasando factura.

Aunque lo más daño parece haber hecho a los aficionados es la bajada de nivel en la sala de máquinas, la joya de la corona del mejor Barça de la historia, el mediocampo. Xavi no crea fútbol como antaño, su cabeza parece responder pero sus piernas empiezan a notar más que nunca la carga de minutos de éxitos pasados. Busquets ha pasado de ser la escoba del mediocampo a un bombero con exceso de trabajo que solo corre tras el balón intentado apagar los fuegos que sus compañeros o él mismo producen. Cesc es una sombra del jugador que maravillaba en Londres, ya que su incapacidad para adaptarse al equipo hace que su venta en el próximo mercado de fichajes parezca más que un rumor. Incluso Iniesta ha llegado justito a final de temporada. Otros años los jóvenes canteranos parecían capaces de dar minutos de descanso de calidad a los indiscutibles. No ha sido así este curso. Ni Thiago, ni Dos Santos, ni Sergi Roberto, ni Rafinha han tenido minutos para demostrar su calidad y cuando los han tenido han decepcionado. Además de todo esto la plantilla no cuenta con jugadores de otro perfil que permitan improvisar otro tipo de soluciones. En temporadas como esta los seguidores seguro que echan de menos un jugador similar a Keita, alguien con capacidad para aportar garra, goles y músculo al mediocampo cuando este lo precisa.

Todo lo anterior parece propio de una temporada desastrosa, unos registros propios de un equipo que vaga sin pena ni gloria zona media-baja de la tabla, sin más rodeos una catástrofe total y absoluta. Pero la realidad es bien distinta. El equipo culé ha alcanzado semifinales de Champions y Copa, ha llegado al tramo final de liga con un colchón de puntos más que amplio que puede servirle para cantar el alirón a cuatro jornadas para el final del campeonato. Ha firmado la mejor primera vuelta de la historia del campeonato afronta la recta final del mismo encontrándose en disposición de acercase muchos a los registros de récord firmados por el Real Madrid del curso pasado.

El revuelo ha llegado a los despachos. En los últimos días se suceden los rumores y nombres de jugadores que debe incorporar el equipo para la próxima temporada. Neymar, Hummels o Guaita ocupan páginas y páginas como futuros jugadores blaugranas.

Ahora viene la duda ¿Qué es lo que realmente necesitan los blaugranas? En la portería solo sería necesario fichar si Valdés decide dejar el equipo, ya que en caso de que cumpla su contrato, parece mejor aplazar el fichaje otra temporada y estudiar con detenimiento las necesidades del equipo. En la defensa es evidente que como mínimo un central del perfil de Hummels o Thiago Silva es imprescindible para cubrir el hueco de Puyol. Quizás Bartra o Sergi Gómez alcancen un gran nivel en el futuro, pero mientras ese día no llegue hace falta buscar fuera. La otra pieza necesaria completar el puzle es un lateral derecho en caso de que Alves decida que su etapa ha terminado y que dar el callo una temporada más no va con él.

Los problemas en la delantera parecen solucionados con la más que probable llegada de Neymar. En caso de que este no cumpla las expectativas se espera que Tello o Deulofeu continúen con su progresión y vayan cogiendo galones y se conviertan en jugadores importantes. Más difícil aunque no imposible es que Alexis, Villa o Pedro vuelvan por sus fueros y demuestren que aun tienen sitio en el equipo. Todo esto porque Messi parece lanzando a por su quinto balón de oro sin que aparezca en el horizonte algún rival capaz de batirle.

Messi

Foto: sportyou.es

En el medio el problema parece distinto. Lo más preocupante es la situación de Xavi, quien parece haber llegado al lento declive de su carrera y sin que jóvenes talentos parezcan capaces de darle el relevo. Busquets e Iniesta parecen capaces de seguir dando tardes gloria a su parroquia. Con todo esto parece necesario fichar, quizá un medio de perfil distinto o un buen recambio para Xavi. Aunque puede no ser necesario, ya que en este momento hay potencial de sobra en La Masía. No es tarde para que exploten talentos como el de Thiago, Rafinha o Sergi Roberto, sin olvidar la posible vuelta de Oriol Romeu aunque su lesión de rodilla pueda hacer de freno en la operación. Todo esto en el supuesto de que Cesc sea incapaz de asumir el papel de sucesor de Xavi, motivo por el que se le fichó hace dos temporadas.

El verdadero problema del Barcelona no está en su plantilla. La calidad de la misma está fuera de toda duda y con un reparto televisivo como el del fútbol español siempre habrá dinero en la caja para fichajes. El problema es el rumbo que quiera tomar el equipo, plantearse si la etapa Vilanova está acabada. Si debido a la bajada de nivel del primer equipo y del filial hacen preciso un viraje de 180 grados. Puede que el recuerdo del último fin de ciclo sea tan dulce que ahora cueste tener mucho dar tiempo a que el equipo se reordene. El primer año de Vilanova no ha sido triunfal, pero tampoco un verdadero fracaso. Parece difícil que alguien de fuera pueda mejorar exponencialmente lo que hay ahora mismo. Con todo esto lo más lógico parece mantener un punto de calma y dejar que el proyecto se termine de consolidar, siempre y cuando la salud de Tito lo permita, en caso contrario se haría imprescindible un nuevo míster.

Puede que ahora los aficionados blaugranas, si es que alguno estaba realmente preocupado, tengan menos miedo al temido gigante del fin de ciclo, más parecido a uno de esos fantasmas que tanto gustan a la prensa de hoy. Algo parecido a un gran molino que tapa al verdadero problema que todos los equipos europeos tendrán que enfrentar. Un gigante alemán que se ha dedicado arrasar todos los campos europeos en los que ha puesto sus pies. Además para el año que viene estará comandado por un viejo conocido de los blaugranas. Un motivo más para olvidarse de sí ha llegado o no el fin ciclo, los culés tienen los mimbres necesarios para recuperar el nivel que se les supone para poder enfrentar de forma pareja a los mejores equipos del mundo. Aunque es evidente que les queda trabajo y mucho por delante para evitar que la nave encalle y se vean obligados a remar en otra dirección.

Foto de portada: laVanguardia.com