Amor turbio en tres actos

«Has envejecido, y no hablo del físico. Supongo que les ocurre a todos los que alcanzan alguna clase de certidumbre…» Con esta frase lapidaria define Mecha Inzunza a Max Costa la tercera vez que coinciden en la vida. Pérez-Reverte narra en su última novela una historia de amor poco convencional a lo largo de la trayectoria vital de sus protagonistas. Ante la moda imperante de prejuzgar a los best-sellers, pido un voto de confianza a los más reticentes. Esta novela demuestra que no se puede juzgar un libro por el número de ejemplares que vende.

Max y Mecha se conocen en los años veinte. Ella es una mujer de buena familia. Tiene porte, es elegante y lo sabe. Como ejemplo claro de la sociedad elitista de la época, tiene la actitud propia de quien lleva toda la vida mirando unos centímetros por encima de los hombros ajenos. Su marido es un famoso compositor de tangos, Armando de Troeye. Es un hombre un tanto excéntrico que acostumbra a encerrarse en sí mismo y en su arte. En cuanto a Max, nació en uno de los barrios más humildes de Buenos Aires. Sumado a su infancia difícil, una época luchando en la guerra contribuyó a agriar todavía más su carácter. Su percha y los modales que un amigo le ayudó a adquirir le permitieron hacer en la Europa clasista del momento sus peculiares Américas. Botones, chico de compañía, bailarín, estafador… Max se convirtió en el hombre de los mil oficios. Un buscavidas de personalidad gris que trata de huir de un pasado repleto de carencias.

javeriana.edu.co

javeriana.edu.co

Se conocen bailando un tango. Ya desde ese momento quedan claras las posiciones de uno y otro. Max es bailarín del lujoso crucero Cap Polonio. Por su parte, Mecha viaja por placer con su marido. En sucesivas ocasiones bailan juntos en el gran salón del barco ante la mirada impasible de Armando de Troeye.  Entre la pareja surge una especia de tira y afloja cuya magnitud ni uno ni otro saben muy bien como calibrar. A la vez, Armando de Troeye se interesa por los conocimientos de Max acerca del tango. El compositor desea conocer el tango original que todavía se baila en los barrios más decadentes de Buenos Aires. Max describe ese baile sórdido que no se parece mucho al tango descafeinado que se baila en los mejores salones de Europa y que no pasa de ser un sucedáneo refinado del original.

El matrimonio se interesa por el asunto y los tres viajan a Buenos Aires para visitar los lugares donde ese tango que bailaban marineros y prostitutas conserva toda su esencia. Allí, mientras de Troeye se afana en comprender los mecanismos de ese baile que le resulta apasionante, Mecha y Max culminan su peculiar relación rindiéndose a la atracción que los unía. Pérez-Reverte narra con elegancia escenas de sexo explícito en las que pasión, violencia y sentimientos forman una mezcla inseparable. Como acostumbra, Max se va sin hacer ruido.

La vida les depara otro encuentro en Niza. La guerra civil se está librando en España. Armando de Troeye es prisionero de los republicanos y su mujer pasa una temporada en el extranjero con más refugiados españoles. Max, por su parte recibe un encargo del gobierno italiano que lo hará meterse en líos importantes. En medio de este panorama se encuentran y de repente todo es como si el tiempo no hubiera pasado. La atracción sigue intacta y le dan rienda suelta en unos días en los que se percatan de la importancia que cada uno tuvo en la vida del otro. Esta vez son  las circunstancias las que los separan.

El tercer acto de esta histoira se desarrolla en Sorrento. Allí es donde se  reencuentran por última vez, cuando hablan, sin llegar a lamentarse, de lo que pudo ser y no fue. Tras la II Guerra Mundial la Europa que Max conoció fue enterrada definitivamente. Los estragos del tiempo no evitan que reconozcan la piel que habían acariciado años atrás. Todavía este encuentro da para conocer los secretos de ambos, secretos que pudieron cambiar sus vidas. Ya no queda tiempo para lamentaciones ni culpas. No muestran arrepentimiento, sino resignación. Recuerdan el tango que compuso de Troeye tras el viaje a Buenos Aires, el Tango de la Guardia Vieja. Fue esa pieza la banda sonora de su historia y de sus vidas grises.

elcorso.es

elcorso.es

Este amor turbio no es una de esas historias que hacen subir los niveles de azúcar. Simplemente la vida es la que manda y decide separar sus caminos sin que ellos puedan o quieran cambiarlo. Pérez-Reverte construye dos seres que, en ocasiones, parecen no tener alma. La novela va narrando los tres encuentros de forma paralela, por lo que la historia resulta muy dinámica. El narrador nos hace dar una y otra vez saltos en el tiempo y en el espacio. Es la descripción minuciosa del espacio y del ambiente un aliciente para la lectura de esta obra. Pérez-Reverte se regocija con cada matiz y nos deja paladearlo lentamente.  La sutileza de las frases descriptivas consigue dibujar sin esfuerzo aparente el ambiente lujoso en el que se desarrolla la trama. Destaca la presencia del ajedrez que en otras obras del periodista era la protagonista, como en La tabla de Flandes. En esta ocasión se convierte en el telón de fondo del tercer encuentro de los protagonistas.

El incendiario columnista sorprende con una historia en la que el amor tiene un papel principal desmarcándose de la temática mayoritaria de sus novelas. El amor aparece en casi todos sus libros, pero en este es el protagonista indiscutible. Es esta una obra ambiciosa por la dificultad de los personajes, el enrevesado argumento, las descripciones minuciosas… un ejercicio de madurez que recoge la experiencia adquirida tras gastar ríos de tinta en más de veinte libros. Además, la novela es testigo de una época tan convulsa como interesante, en la que Europa de los mil bandos se dedica a tirar y levantar una y otra vez los pilares que parecían sostenerla. Como dice el propio Max: “Cada época tiene su momento. Y su gente. La mía acabó hace tiempo, y yo detesto los finales prolongados. Hacen perder los modales.”