Roca, ese viejo lobo
Un nacionalista amigo del Rey. Un profundo catalanista que ha sido uno de los padres de la Constitución y del Estatut de Catalunya. Un abogado especialista en derecho mercantil que llevará la defensa penal de la Infanta Cristina. Fundador de CiU, pero amigo de Peces-Barba. Capaz de mantener al mismo tiempo una excelente relación con Felipe González y Jordi Pujol. Se podría decir que Miquel Roca Junyent (Burdeos, 1940) es sinónimo de incoherencia, o si lo prefieren, un experto en nadar y guardar la ropa. Sin embargo a ojos de muchos, incluso de los suyos propios, es visto como el consenso hecho hombre. En una reciente toma de contacto, fruto de su nueva tarea como abogado de la hija del Rey, se ha definido como un “pactista genético”. Es evidente que si un político que ha plantado las semillas de la fuerza política que hoy enarbola la bandera del independentismo catalán, como es CiU, y en su currículum aparecen con honores los títulos de “padre de la Constitución y del Estatut” es con toda probabilidad erróneo afirmar que Roca no es un hombre de acuerdos
Podemos estudiar la figura de este viejo lobo parlamentario desde distintas ópticas. Podríamos decir que siempre puso la nota de diálogo por encima de la de la discordia en las relaciones entre Catalunya y el Estado español. Podríamos decir, también, que puso una profundidad inmensa a los debates de la Cámara Baja en tiempos donde esta cualidad no estaba en peligro de extinción. Y que, por otro lado, es conocida su aportación a la docencia como profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona o como ejecutivo de alto standing en empresas de no menos renombre como Endesa, ACS, Abertis o Banco Sabadell. Un hombre hecho a sí mismo desde el multiperspectivismo. Porque en sus propias palabras, lo que más apasiona a Miquel Roca Junyent en la vida es “hacer cosas, construir”.
Cuando las sombras de la clandestinidad acogían la verdadera política, aquella alejada del búnker y El Pardo, y los cigarrillos se consumían ansiosos a escondidas de la BPS (Brigada Político Social), Roca comenzaba su andadura en el Front Obrer de Catalunya, donde socialistas y comunistas hacían juegos malabares para evitar una disgregación anticipada, como finalmente ocurrió.
De estas primeras experiencias, en compañía de otros primeros espadas como Maragall o Narcís Serra, el abogado dio el salto a la constitución de Convergència Democrática de Catalunya, la histórica organización de la cual fue secretario general adjunto desde 1974 hasta 1979. La Barcelona de sus amores, cautivadora “por su olor y su color”, lo lleva a la Carrera de San Jerónimo bajo el palio de CiU. Allí preside el Grupo Parlamentario Catalán hasta 1995. Son años pensados para gente como Roca, personas responsables y comprometidas hasta tal punto que son capaces de postergar sus compromisos para satisfacer los del inmediato rival. Así se redactó una Constitución con otros ponentes llamados a tener un hueco en las páginas de la Historia. Junyent, junto con Llorca, Peces-Barba, Fraga, Carrillo, Cisneros y Solé-Tura levantaron en forma de Carta Magna los pilares de la nueva democracia cuando todavía se estaban recogiendo las cenizas calientes del franquismo, los franquistas y la guerra.
No obstante, la política no suele repartir caricias sin contrapartidas. Participar en las altas instancias viene casi siempre acompañado de fracasos que condicionan su notoriedad a circunstancias ajenas a los que fracasan. Miquel Roca intentó recoger con guante de seda la bolsa de votos que se dejó Adolfo Suárez y Calvo Sotelo en UCD con el PRD, un collage estatal que contaba, entre otros, con el intento fallido de Florentino Pérez de triunfar en los mentideros de la política. No llegó ni al 1% de los votos en las generales del 86. Eso y la alcaldía de Barcelona, otro de sus anhelos. En 1995 Pujol empujó a Roca a enfrentarse a Maragall por el reinado del ayuntamiento de la Ciudad Condal. Perdió y la caída fue dolorosa, aunque desde la posición de concejal.
Desde entonces, Junyent se ha arrimado al Sol del empresariado sin dejar de lado las conferencias y las entrevistas, donde su predicamento se cotiza al alza, sobre todo desde el proyecto soberanista de Mas. Su despacho de abogados Roca Junyent Abogados Asociados ha recibido un sobre con membrete Borbón donde se encarga a Miquel Roca la defensa de la hija de Su Majestad. Quizá sea la última contribución a la cúpula estatal de un hombre que jamás ha dejado de ser eso, un hombre de Estado. En sus últimas declaraciones todo sobriedad, todo profesionalidad. Como los viejos lobos de la Transición.