Darkplace, ficción al cuadrado

Garth Marenghi (Matthew Holness), autor de best sellers de terror, nos recibe en su estudio leyéndonos un fragmento de una de sus obras, entre cuyos argumentos podemos encontrar cómo una placenta mutante ataca Bristol o qué ocurriría si el agua muriese o las ratas aprendiesen a conducir. Luego nos lleva a su sótano mientras nos cuenta que además de ser un estupendo autor, en los 80 realizó junto a su amigo y productor Dean Learner (Richard Ayoade) una serie de televisión: Darkplace. Era tan radical y rompedora que no pudo ser emitida (aunque Marenghi mantiene que la razón de la cancelación es presión gubernamental). Por suerte, ahora vamos a tener la posibilidad de verla, junto a una serie de entrevistas con los creadores y el equipo. En la serie que Holness y Ayoade crean para Channel 4 vamos a encontrar un juego de muñecas rusas: dentro de la historia del autor ficcional Garth Marenghi encontramos la serie de televisión que crea, el siguiente nivel de ficción. Por un lado tenemos la historia de Garth y cómo recupera la serie, y por otro la serie en sí.

Darkplace recrea las tramas y aspecto de las series de horror y ciencia ficción de bajo presupuesto de los 80. Personajes, tramas y diseño visual están trabajados para lograr este objetivo. Pero no pretende ser una recreación fiel sino exagerarla para crear un tipo de serie diferente.

La serie que el ficcional autor crea tienen lugar en un hospital llamado Darkplace, que está sobre las mismas puertas del infierno (Romford, Essex). En el hospital el mal tiene una presencia muy fuerte, y Rick Daglass, el médico protagonista, debe luchar contra estas fuerzas de la oscuridad mientras se enfrenta a la presión del día a día en la administración. Estas fuerzas del mal toman forma de amenazas entre las que vemos un envenenamiento del agua que convierte a todo el que la bebe en simio, una peligrosa niebla escocesa o una nube que va sometiendo a los pacientes al duro y doloroso proceso de transformarse en brécol. Tramas ya absurdas de por sí acentuadas con la falta de continuidad y coherencia en su desarrollo.

Los personajes son planos, exagerados. En sus diálogos hay silencios forzados, gestos y acciones que no encajan con la situación que se está desarrollando, miradas a cámara, falta de coherencia en general.  Son personajes que recrean estereotipos propios del tipo de serie que se pretende homenajear: Rick es el héroe, valiente, excombatiente en Vietnam, que debe librar a Darkplace del mal que lo rodea. Su compañero, Sánchez, es el típico guaperas, machista, con esa voz dos octavas más grave de lo normal. Liz es la rubia estereotípica pero con el añadido de unos poderes psíquicos que se acentúan con el síndrome premenstrual. Thornton es el supervisor del hospital, y en él todo fallo de coherencia y organicidad a la hora de actuar se acentúa. Esto lo explican los (ficcionales) autores en los fragmentos de entrevistas insertos a lo largo de los episodios: no querían a un actor, querían a alguien real. Un aspecto interesante de la serie es que al ver una ficción dentro de otra, estos personajes no están interpretados por actores, sino a su vez por otros personajes que conocemos a través de los fragmentos de entrevista.

El diseño visual está pensado para recrear el aspecto de las series de bajo presupuesto de los años 80. Se exageran elementos como zooms y virados, se añaden fallos de continuidad, efectos especiales con acabados poco logrados… Incluso se retoma el logo original que Channel 4 usaba en el momento, se distorsiona la música para que suene de forma similar y se le da una textura a la película para que recree la usada en el momento. El diseño visual tiene como objetivo la recreación, y lo consigue. Irónicamente, pretendiendo recrear el aspecto de una serie de bajo presupuesto, una de las razones de cancelación fue que el suyo era demasiado elevado.

A pesar de que la fuente sea este tipo de ficción, Darkplace la exagera en todos los sentidos, especialmente diálogos y actuaciones. La realización es aparentemente precaria y está llena de fallos, las tramas y diálogos son poco coherentes y absurdos y la idea general de la serie es muy bizarra, pero es lo que pretende y es por lo que se disfruta.

Marenghi planteba que Darkplace, su serie, había sido demasiado radical para la emisión. Irónicamente, la serie de Holness y Ayoade solo dura una temporada: puede que su autor ficcional estuviese en lo cierto al decir que el mundo aún no estaba preparado.

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