Utopia, otra forma de conspirar

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Michael es un funcionario del Ministerio de Sanidad británico al que están chantajeando. Arby y Lee son una versión con menos humor y menos paciencia de Vincent y Jules, de “Pulp Fiction” que van por ahí preguntando donde está Jessica Hyde y dejando un rastro con los cadáveres de los que no les dieron la respuesta. Ian, Becky, Wilson y Grant son seguidores de un cómic llamado The Utopia Experiements. Se conocen en un foro sobre él, y deciden conocerse en persona cuando otro seguidor les dice que existe una segunda parte y que tiene el manuscrito. Pero esta quinta persona nunca llega a la reunión, y el resto comienza a ver que el manuscrito no es un simple cómic y que no son los únicos que están interesados en él. Y es que el cómic fue escrito por un enfermo mental en un psiquiátrico que se suicida tras terminarlo, y en él se esconden varias claves que más de uno mataría por conocer. Literalmente.

Estas tres ramas van a irse trenzando para formar Utopia, la nueva serie de Channel 4 creada por Dennis Kelly. Una serie que le da un nuevo enfoque a un tema tan manido como la conspiración. Aparece el lado bueno y el malo, la implicación gubernamental, las persecuciones, los personajes ambiguos, todos los ingredientes comunes. Pero no es una serie común. Pone la trama en relación con la crisis económica actual, el desarrollo científico o la doble moral de la industria farmacéutica. La tortura que suele acompañar a este tipo de historias se explicita: hay partes muy crudas y violentas que dejan poco a la imaginación. Los personajes son otro de los aspectos más atractivos: Arby (Neil Maskell) y Jessica Hyde (Fiona O’Shaughnessy), los dos sociópatas antagonistas, son personajes complejos de los que el espectador quiere conocer siempre más, y están perfectamente construidos e interpretados.

Es una serie paranoica. No sabemos qué pensar de cada personaje, ni tenemos claro de qué lado están, pero como dice uno de ellos no hay bandos, hay gente que te ayuda y gente que no. Todo está enfocado a hacer al espectador tomarse cada plano y frase como una clave o dato fundamental. La tensión está siempre presente, y no solo por la trama, también por el uso de recursos como la música o la fotografía. También reside en que el espectador va un paso por delante  de los personajes y puede entrever en qué se están metiendo antes que ellos. La historia es desconcertante, especialmente durante los primeros capítulos. Uno se está preguntando constantemente qué está viendo. Hay escenas o notas de humor o humanidad que no encajan con el resto de la serie, pero que son necesarias y están introducidas en los momentos que lo piden.  El tipo de personajes, espacios y recursos visuales tampoco son los más corrientes en este tipo de historias. Toda una serie de elementos que no deberían estar ahí pero que en conjunto funcionan. La trama lleva al espectador a confiar en un personaje para luego mostrar que, de formar parte de la serie, estaría muerto. Se plantean muchísimas preguntas que se van resolviendo, pero ni de la forma más obvia o cómoda. El tono paranoico y la imagen del desalentador camino que el mundo está tomando recuerdan un poco a “Black Mirror”, la otra apuesta fuerte de Channel 4 que acaba de estrenar segunda temporada.

La serie tiene un ritmo más tranquilo de lo habitual, necesario, porque con la cantidad de información y giros que hay por episodio es fácil perderse. La fotografía de Ole Bratt Birkeland es uno de los mejores aspectos de la serie. Colores fuertes, muy saturados, que recuerdan un poco a los de series como “Criando Malvas”, pero utilizados con un fin diferente: poner al espectador más de los nervios de lo que ya está. La música de Cristobal Tapia de Veer también se utiliza con este fin. Todo el diseño visual colabora a crear una atmósfera de inquietud y tensión.

En principio la idea de Channel 4 era de una serie de temporada única, pero parece que se está planteando realizar una segunda. El final cierra algunas de las tramas, pero deja otras abiertas. Parece que la cadena ha querido ver cómo funcionaba la serie antes de tomar la decisión de continuar porque el final que parece diseñado para adaptarse a ambas opciones. En “Utopia” encontramos una serie con un nuevo enfoque de un tema corriente, un trabajo de guión, interpretación y fotografía excepcional, paranoia y desconcierto. No sé si es producto de una mente brillante o enferma, pero no puedo esperar a que se confirme una segunda temporada.