Tarta de fresa, pero con fundamento
The Listening – Lights
[Lights Music – Sire Records / Septiembre 2009]
La canadiense Valerie Anne Poleixtner ha sido una de las principales impulsoras, al otro lado del charco, con permiso de gente como Henrik Klingenberg, de Sonata Arctica, de hacer que se olvidasen que el keytar, ese extravagante teclado con forma de guitarra, había sido uno de los grandes abanderados de los 80, la horteridad, grupos de dudosa orientación sexual y estilítica y, en definitiva, de la falta de vergüenza. Pero mientras el barbudo vikingo Klingenberg (o sus amigos de Dream Theater y Alestorm) lo hizo a base de power metal sinfónico en una banda de musculosos melenas, la menuda Lights (que cambió legalmente su nombre original a éste a los 18 años) lo hizo de forma mucho más dulce.
Los heavys más duros y posers de la casa, los que no se duchen o coman alicates y tornillos de lo metaleros que sean, pueden salir de esta crítica y obviar el disco, pues aquí encontraremos, por encima de todo, sensibilidad. Sacarina, dirán muchos, ositos de gominola bañados en melosa y confitada espuma rosa. Y tampoco les faltará razón, en algunos momentos el álbum rebosa caramelo y tarta de leche merengada por los cuatro costados, hasta casi empalagar, pero entonces, cuando parece que pretende llevarte hasta el límite del aguante humano para cualquiera que no sea Ágata Ruíz de la Prada, te sorprende con un acorde inesperado, un arrebato de fuerza bien escogido (no en vano fue la escogida para hacer los coros en varios temas del tercer disco de los actuales abanderados del metalcore, Bring Me the Horizon) o un susurro lleno de significado. “Saviour”, “Drive my soul” y “River” son un triplete de inicio muy bien equilibrado (sobre todo “River”, cuya interpretación en acústico le hace ganar enteros cada vez que se escucha) y “Ice” tiene gancho, melodía y encanto.
Lo que tenemos realmente entre manos es una suerte de electro pop, a mi modo de ver, casi más cercano a la tranquilidad de la escucha en casa que al baile discotequero, o como la misma Lights dijo en su seguido canal de Youtube: “música electro-intergaláctica”. “Second Go” fue acompañada de un videoclip que hará a más de uno soltar la baba por la moza en cuestión y “February air” tiene la curiosa capacidad de saltar cualquier muralla que tengas a tu alrededor para acabar en tus recuerdos. A partir de ahí el álbum baja un poco el nivel, pero se mantiene de forma digna con temas como “Lions!”. Es, en cualquier caso, un muy buen trabajo, sobre todo tratándose de, como era en el momento, una artista novel.
En 2011, Lights nos brindó su siguiente trabajo, “Siberia”, donde experimentaba con dubstep y melodías más densas, neblinosas y más new wave que efectismo. Pero desde luego, el punto fuerte de la artista son sus maravillosas actuaciones en acústico (que sube con asiduidad a sus cuentas en redes sociales), capaces de hacer llorar a una estatua de sal. Por suerte en el mundo queda gente como Lights, gente que nos recuerda que esa sensibilidad de la que tanto podemos reírnos cuando somos tan machos es demasiado necesaria en un mundo en el que ni los políticos, ni las personas de a pie ni, por desgracia, la mayor parte de los artistas, parecen tener sentimientos tan imprescindibles como el cariño o la ternura.
[Puntuación: 78/100]