Más cine, por favor
Tras muchas especulaciones, la libérrima adaptación del cuento de los Hermanos Grimm de Pablo Berger, Blancanieves, resultó la gran ganadora de la noche del cine español al hacerse con diez estatuillas en una gala cargante y soporífera. Resines no rapeó, pero subieron el listón de actuaciones musicales lamentables, que ya estaba alto, con el homenaje, o venganza, a Concha Velasco. Con esta sensibilidad de la Academia para la música por fin entiendo cómo alguien pudo nominar a Juan Magán a mejor canción original, el premio que se convirtió en la gran broma de la vigésimo séptima edición de la ceremonia de los Goya. Pero vayamos por partes.
Eva Hache inauguró puntualmente una gala cargada de reivindicaciones políticas y críticas al ministro Wert. La crítica a ciertas medidas implantadas recientemente, en especial la subida del IVA, me parece oportuna y necesaria, en especial cuando es televisada para toda España y con el principal sujeto de las críticas presente, hasta que te haces pesado. Allí solo faltó Guillermo Toledo corriendo desnudo con un “No a la guerra” pintado en el pecho. Tras una introducción de Eva Hace en mi opinión excesivamente larga y sin especial gracia, los primeros premios se fueron sucediendo: a Joaquín Núñez como actor revelación por su actuación en Grupo 7 y a Alain Bainée y Paco Delgado por la dirección artística y el diseño de vestuario, respectivamente, de Blancanieves.
“Si alguno tiene ganas de hacer pis, ahora viene el discurso institucional”. Así dio paso Eva Hache al discurso del presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Enrique González Macho. Un discurso bastante más breve que alguno de los agradecimientos de los premiados en el que criticó la subida del IVA, denunció la pérdida de 3.000 millones de euros que, según él, la piratería causó a la industria cinematográfica y se lamentó de la supresión del canon digital. Supongo que una de las películas favoritas de Macho es Minority Report, aquella en la que Tom Cruise detenía a ciertas personas antes de que cometieran el crimen que, supuestamente, iban a llevar a cabo en un futuro inmediato. Ya que el canon digital es “una tasa aplicada a diversos medios de grabación y cuya recaudación reciben los autores, editores, productores y artistas, asociados a alguna entidad privada de gestión de derechos de autor, como compensación por las supuestas copias que se podrían hacer de sus trabajos en el ámbito privado”, es decir, que se nos obliga a pagar por un delito antes de cometerlo, es lógico pensar que Macho debería pagar una multa al comprar un coche, por si en algún momento se le da por conducir borracho.
El presidente de la Academia hizo referencia también a los portales de cine online: “Ya no vale la excusa de que no hay una oferta legal en la red. Hoy en día existen más de 20 portales que ofrecen miles de películas a precios muy asequibles.” Pero, por la presente, no pueden optar al Goya las películas que se hayan estrenado en dichos portales. Y el Goya para el discurso con mayor coherencia es para…
Seguimos con los premios: el de mejor montaje para Lo Imposible y los de mejor cortometraje de animación, documental y ficción (El vendedor de humo, Una historia para los Modlin y Aquel no era yo, respectivamente). A continuación, Candela Peña pronunció uno de los discursos de agradecimiento más interesantes de la gala, breve, conciso y directo, cuando subió a la palestra a recoger su premio a la mejor interpretación femenina de reparto por su trabajo en Una pistola en cada mano: “Os pido trabajo, tengo un niño que alimentar.”
Y llegó el momento de Concha Velasco, premiada con el Goya de honor, el primero de toda su carrera. El auditorio en pie y una ovación cerrada dieron paso a un monólogo de Conchita en el que recordó el año en que, convencida de que se iba a llevar el premio, se dio el batacazo cuando se lo dieron a Emma Suárez. ¿Qué podría ser peor que tener la firme convicción de que te irás a casa con tu merecida estatuilla y no conseguirla finalmente? Que se lo pregunten al equipo de Los niños salvajes…
“Y el Goya a la mejor canción original es para Los niños salvajes…” Anunciaba la actriz Adriana Ugarte, mientras el equipo de la citada película se ponía en pie de un salto y se besaban y abrazaban. La voz en off del evento comienza a explicar que “era la tercera nominación para Pablo Cervantes…” cuando el también actor Carlos Santos interrumpía la locución con una voz temblorosa: “Un segundo…” Los ganadores ya descienden por las escaleras. “Tenemos que lamentar un error…” La cara de los efímeros ganadores se convierte en un poema mientras se preguntan qué clase de broma es esa. La explicación es muy sencilla: un lío de sobres, nada nuevo en este país. Tanto Ugarte como Santos se disculparon, como el rey: “No volverá a pasar… O sí.” Con recochineo. Esto es lo que sucede cuando dejas semejante responsabilidad en manos de uno de los hombres de Paco. Sin embargo, no hay que preocuparse por el futuro de Ugarte y Santos, que ya han firmado para presentar la próxima gala Inocente, Inocente.
Carlos Santos el día después de la gala
Pero la gala, como la vida, continúa. Así pues, la entrega de los premios a mejor música y canción original para Blancanieves y mejor sonido y dirección de producción para Lo imposible, precedieron a la breve pero intensa aparición de Corbacho para entregar a Macarena García el Goya a mejor actriz revelación: “Yo como amante del cine, de la cultura, de la educación, y como catalán, le voy a dar buenas noches al ministro solo al 21%”. Pero para frase célebre, la pronunciada por Eva Hache momentos después: “Los autógrafos pueden ser más falsos que los Tours de Armstrong. A la gente le importa un huevo”. ¿De verdad, Eva? ¿Un huevo? Armstrong, cáncer de testículos…
Y llegó el momento de los premios más importantes, de los cuales Blancanieves se llevó los de mejor guión original, mejor interpretación femenina por Maribel Verdú, mejor dirección de fotografía, maquillaje y peluquería y, en definitiva, mejor película, confirmándose como la gran ganadora de la noche con un total de diez estatuillas. Las aventuras de Tadeo Jones se impuso con sus tres premios (mejor dirección novel, mejor guión adaptado, mejor película de animación) a otra de las películas favoritas de la noche, Grupo 7, que finalmente solo se hizo con dos galardones: mejor actor revelación (Joaquín Núñez) y mejor interpretación masculina de reparto, por la excelente actuación de Julián Villagrán. Por su parte, J. A. Bayonacedió el Goya a la mejor dirección a la mujer en la que se inspira la historia de Lo imposible, que se alzó tan solo con cinco de los catorce premios a los que aspiraba, mientras que el equipo de El artista y la modelo, otra de las grandes favoritas, se fue con las manos vacías.
En definitiva, una gala larga y aburrida, hecha por y para la farándula, con sus sempiternos discursos de agradecimientos y sus ya clásicas parodias de las principales películas nominadas, y cuyo mejor momento corrió de la mano del humor de Ernesto Sevilla, Carlos Areces y compañía.
Eva Hache escogió a modo de clausura para la gala una cita de una canción de Luis Eduardo Aute: “Cine, cine, cine, más cine por favor…” Que se aplique el cuento la Academia, a ver si comprende al fin que en España se hacen más de cuatro películas al año.