Bestias del sur salvaje: pura magia

“Cuando muera, los científicos del futuro lo descubrirán todo. Sabrán que una vez existió una Hushpuppy que vivía con su padre en La Bañera”.

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Estas dos frases, pronunciadas por la pequeña Hushpuppy, constituyen un breve resumen de lo que se nos muestra en “Bestias del sur salvaje“. Utilizadas de forma circular a modo de introducción y desenlace de la película, recogen la esencia de lo que el desconocido director de cine independiente Benh Zeitlin nos trata de ofrecer en su estreno como director de largometrajes. Retomando la senda de trabajos anteriores, como “Glory at Sea“, un cortometraje cuya temática viraba en torno a la Nueva Orleans post huracán Katrina, la ópera prima de Zeitlin vuelve a servirse de los devastadores efectos de los huracanes en el sur norteamericano para ambientar su obra. Así pues, el film nos sitúa en un pequeña comunidad a las afueras de Louisiana, conocida como La Bañera, en la cual las condiciones de vida de sus habitantes son bastante precarias.

Establecido así el marco en el cual se desarrolla la historia, “Bestias del sur salvaje” nos narra el quehacer diario de Hushpuppy (Quevenzhané Wallis), una niña de seis años, y su padre Wink (Dwight Henry). La relación paterno filial no resulta fácil, dado el fuerte carácter de ambos, y sus encontronazos a lo largo de la película son numerosos. Pero estas riñas son provocadas también por un factor que Hushpuppy desconoce. Éste no es otro que la grave enfermedad que sufre su padre y que lo lleva a querer preparar a su hija para ser capaz de desenvolverse de forma autónoma en el caso de que él muriese. Este aprendizaje y crecimiento de la niña es representado metafóricamente mediante la amenaza de los mitológicos uros, que aterran a Hushpuppy y cuya presencia va aumentando a lo largo de la película. Además de esto, tanto Hushpuppy y su padre como el resto de habitantes de La Bañera se verán obligados a hacer frente a una fuerte tormenta que amenaza sus vidas, pues la construcción de sus viviendas es inestable y el hecho de la edificación de un dique para proteger a los habitantes de la ciudad colindante de este tipo de fenómenos hace que el agua quede embalsada dentro de La Bañera y ponga en serio riesgo la supervivencia de la comunidad.

Desde este punto de partida, que podemos considerar como sencillo, emprende Zeitlin una narración cuyo tono lírico llega a ser excesivo por momentos y que se semeja al mostrado por Terrence Malick en “El árbol de la vida“. La forma de interpretar una realidad tan cruel, descarnada y miserable como bella no puede describirse con otro término que no sea el tan trillado realismo mágico. Los uros de Hushpuppy son una nueva versión de las mariposas amarillas de Macondo, símbolos de lo real maravilloso. La fantástica fotografía de Ben Richardson ayuda a mantener el lirismo en cada escena, al igual que la banda sonora compuesta por Dan Romer y el propio Benh Zeitlin.

Sin embargo, toda esta amalgama de poesía visual resulta ser, a la vez que la mayor virtud, el peor defecto de la película. Resulta fantástica la forma de entronizar una comunidad marginal en la que el alcoholismo y la pobreza conviven a partes iguales, de la misma forma en que se muestra una concepción de la realidad alejada de los cánones tradicionales. Pero hay momentos en los que “Bestias del sur salvaje” levanta más de lo adecuado los pies del suelo para acabar cansando al espectador y descubriendo sus errores argumentales.

Por suerte, la interpretación de Quevenzhané Wallis solventa la mayoría de estos problemas, pues brilla de tal manera que acalla cualquier posible voz crítica contra el filme. Con cinco años en el momento del casting  y siete en el momento de finalización del rodaje, Wallis da toda una lección de capacidad de empatizar con el espectador y transmitir sentimientos. Su capacidad para ello es inenarrable. La nostalgia por la figura de su madre, el fuerte carácter demostrado a lo largo de la película, y su narración en off como hilo conductor del metraje la convierten en la protagonista indiscutible y, con ello, “Bestias del sur salvaje” se vuelve una oda desenfadada a la infancia. Para la posteridad queda la frase pronunciada por Wallis:  “Cuando eres pequeño, debes arreglar lo que puedas”.

Esta actuación sirvió para que Quevenzhané Wallis pueda optar a ser la actriz más joven galardonada con el Oscar a la Mejor actriz principal, uno de los cuatro a los que está nominada la película. Los otros tres son: Mejor película, Mejor director y Mejor guión adaptado. El premio en cualquiera de las cuatro categorías sería una sorpresa dado el alto nivel de este año, pero “Bestias del sur salvaje” cuenta con firmes argumentos para optar a cualquiera de ellos. De momento, la ópera prima de Zeitlin ha conseguido alzarse con dos premios (Mejor película y Mejor fotografía) en Sundance, el prestigioso festival de cine independiente americano, lo cual es buena prueba del nivel de la película.

De esta manera, “Bestias del sur salvaje” constituye una propuesta original y nada convencional cuya sola presencia en las candidaturas de los premios de la Academia es algo a ser destacado y que, desde luego, ofrece argumentos de peso para su visionado y su disfrute.

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 Fotos: labutacadesaraiba.blogspot.com.es