¿Y tú, qué tipo de alumno eres?
El móvil marca las 3:30 de la mañana. El Red Bull que tomé por la tarde sigue haciendo efecto de manera inquietante. Delante del ordenador todavía con las pupilas dilatadas, apuntes esparcidos por el escritorio y parte de la cama, así como algún que otro “manual de supervivencia” por el suelo. Muchos de vosotros os veréis reflejados en esta breve descripción en fechas de exámenes como las que estamos viviendo. Los que os sentís identificados ya nos lo hacéis saber al resto vía Twitter (principalmente) y otras redes sociales. Efectivamente, las redes sociales se colapsan de mensajes y estados en donde se desestresa uno poniendo como lleva el examen, cuanto le falta por estudiar, los Red Bull/Monster que lleva, así como ser la cumbre del moderneo y subir la foto del café y el tocho de apuntes (ni os imagináis la cantidad de unfollows que se hacen porque algunos se pasan de cansinos a la hora de retransmitir sus angustias). Una vez pasadas estas fechas de agobio continuo las actualizaciones de estado y las visitas descienden de manera exagerada.
Nadie en la calle, bibliotecas llenas. Llenas hasta el punto de que si abre a las 8:30 tienes que estar “haciendo cola” ya a las 8. ¡Haciendo cola! Como si fuera el estreno de la última de Crepúsculo o el del nuevo single de Justin Bieber. Tarde mal y a rastras llegas con los nervios a flor de piel y el corazón en la mano al examen. Exámenes que si empiezan a las 10, la gente está ya en la facultad a las 9, y es que en casa, como quien dice, “les pica el culo”. Escasos minutos antes del examen observas como tus compañeros tienen los apuntes en mano, carpetas llenas, lo que te mosquea enormemente. Unos con 10 hojas, otros con 50, siendo ésta la diferencia más pequeña. Y sí, no te engañes, tú eres el que tiene las 10 hojas, lo que te hace replantearte el qué fue lo que estudiaste y el qué haces ahí.
Pero observas el comportamiento de tus compañeros, es realmente interesante. Llegamos al momento en el que es obligado analizar los tipos de alumnos en época de exámenes:
-Llorón. Si faltan 5 días para el examen llora, y si faltan 2 minutos también. Se sepa el temario entero como la palma de su mano o no, seguirá lloriqueando. Al borde del ataque sabe contagiarle y crisparle los nervios a los demás.
-El “das asco”. Variante del llorón, pero a diferencia de este último, el famoso das asco llora desconsoladamente antes y después del examen añadiendo frases de desmotivación absolutas. Finalmente este individuo acaba sacando una notaza (sobresalientes y derivados). ¿Quién no le ha dicho alguna vez a alguien llorón que saca notazas un “dios, me das asco”?
-El relajado. En toda clase tiene que haber un par de relajados. Más no, que ya sería abusar. Ese individuo que es de admirar el temple que tiene en exámenes, cómo es capaz de dominar sus nervios. En este debemos de distinguir dos variantes: Por una parte el relajado estudioso, se lo sabe todo porque se lo ha estudiado, lo que hace que realmente pueda ir seguro con sus conocimientos. Por otro lado el relajado que no estudia nada porque asegura que es “una chorrada de examen”. Este último aprueba siempre. SIEMPRE. De ahí que empiece a rozar el tipo de alumno de “das asco”.
-Chapón. El chapón normal, sin lloriqueos. Individuo estudioso, el hijo que todas madres querrían tener. Los encontrarás en la biblioteca all day, all night. Y sabes perfectamente que recurrirás al él días antes del examen o el mismo día incluso.
-Ojeroso. Similar al chapón. Este individuo asegurará no haber estudiado jamás de los jamases. El día del examen lo verás llegar a clase con unas ojeras de aquí a mañana pero seguirá en su línea asegurando que él no estudió nada. ¿Sus notas? Sobresalientes, desde luego.
Y es que queridos lectores de Compostimes la fauna de estudiantes que nos encontramos ahora en esta época no resulta de otro modo que curiosa. Ánimo en vuestros exámenes y, en cuanto a los tipos de alumnos, ¿los has identificado a todos?