Resaca findeañera
Sobrecogida en témpanos, la noche
fue sembrando de espinas los párpados,
y desnuda en medio de la calle
la luna se moría entre las miradas,
entre los charcos.
El tiempo, a modo de huracán,
ultimó pasiones, remendó multitudes.
Pero ni siquiera él puede controlar
la libertad de los labios en la lluvia.
La exigencia de vivir rescató
nostalgias y propósitos y cuerpos.
La vida, un vaso medio vacío.
El sueño, un deseo medio lleno.
Al tiempo de huir, evitamos
la moderada virtud de la templanza;
atravesar por el rígido calendario
(esa boca de lobo famélico)
ya marca con tinta y creces
de muerte el refugio del alma.
Otro año, y angosta resaca
que nos lleva, lentamente,
a la deriva.
Foto de portada: esaem.com