“Hubo un tiempo en el que también fuimos judíos contra los nazis”

Mohamed Safa es un activista palestino que ejerce como oftalmólogo en la localidad coruñesa de Cee. Hace cuatro años que me encontré por primera vez con él y, después de este tiempo, volví a tener la misma sensación que en aquel momento. Una personalidad arrolladora y unos convencimientos firmes hacen que  cada palabra que sale de su boca sea una mezcla de pasión y esperanza, los mismos sentimientos que ya ha paseado por infinidad de medios de comunicación y charlas por todo el norte de España. Me recibe en su clínica privada, haciendo un pequeño hueco en su agenda, donde volvemos a hablar de su “herida abierta”, Palestina.

Mohamed Safa

Una vida en el exilio

¿En qué año salió de Palestina?

En el año 1976. Como muchos jóvenes palestinos, bajo la ocupación me encontraba el horizonte cerrado y tenía que buscar una salida. Para muchas familias palestinas la mejor inversión es tener a un hijo estudiando una carrera. De hecho el pueblo palestino, a pesar de su tragedia, es uno de los primeros  del mundo árabe con títulos universitarios. Esto es así porque al perder todo en el Nakba, que significa la catástrofe que supone la creación del Estado de Israel, tuvieron que emigrar. No he venido a España directamente, sino que mi primera salida ha sido a un país árabe, aunque por otros asuntos llegué aquí para estudiar.

¿Cuándo  llegó a Galicia?

En el 81-82. Pero procedía de Barcelona. Estuve en varios países árabes y aprendí el español en Sevilla. Hice mi primer curso en Cataluña y acabé la carrera en Galicia.

¿Cuál es el país en el que estuvo en el que cree que existe mejor consideración de la comunidad árabe?

En España he estado en varias comunidades: Andalucía, Cataluña, Galicia y Asturias, y la verdad es que me he encontrado muy cómodo. En Galicia estoy muy bien, me he sentido muy integrado. Siempre consideré que el gallego ha sido muy cercano a mí por una cosa muy lógica: La emigración no es étnica ni propia a un pueblo. La historia de Galicia es también la historia de un pueblo emigrante, nadie más que él puede entender y comprender a un emigrante. Por ese mismo motivo no había dificultad en la integración aquí.

Tenemos una gran similitud, y es que la morriña está muy arraigada en cada uno de nosotros. Yo siempre digo que una característica del palestino es que nosotros emigramos, pero Palestina emigra con nosotros y la llevamos muy dentro. Y con ello crece el sentimiento de Palestina a pesar de la distancia geográfica. Es la historia de un pueblo que de repente se ve enfrentado con una potencia que le arranca de sus raíces y de su tierra.Tú vas a un campamento de refugiados y lo primero que encuentras colgado en la puerta de la casa de un palestino es la llave. Y tú te dices “¿eso qué es?”, una llave metálica.

Es la llave de la casa donde vivía en el territorio palestino. Era esa casa que fue destruida cuando le obligaron a abandonarla, pero él se aferra a ella como un documento. Esa llave para él no es algo metálico. Es la memoria, el derecho, es esa reivindicación permanente de que ha sido expulsado de su territorio y de que quiere volver ahí. Crecemos con el relato permanente, generación tras generación, para que nuestra historia no se diluya con el tiempo. Precisamente lo que Estados Unidos e Israel creían era que los palestinos olvidarían, y que al morir la primera generación los hijos y nietos de ésta no sabrían lo que es Palestina.

¿Qué es para usted Palestina?

Para nosotros el concepto de Palestina es una herida abierta en nuestra identidad, porque como dice el poeta palestino Mahmud Farwish: “con una, dos o tres matanzas se ha creado una historia y se ha querido cambiar el nombre de un país por otro en poco tiempo”. Ese territorio histórico que era Palestina se ha convertido en Israel, y desde entonces han ido eliminando poco a poco toda la herencia y la existencia de un pueblo.

Ilan Pappé es un escritor israelí que ha publicado un libro titulado La limpieza étnica de Palestina, que habla de la destrucción de 531 pueblos borrados del mapa.  Éste es uno de los historiadores revisionistas israelitas que están examinando la historia oficial israelí. Han contado que han venido a un territorio vacío donde no había nadie.

Los israelís estudian una historia amputada, que empieza desde el momento en el que crearon su Estado, pero la realidad es distinta, no quieren saber que este estado heroico ha pasado por una limpieza étnica con atrocidades que fueron llevadas a cabo para vaciar el territorio. Es difícil que hubiera existido el Estado de Israel si no hubieran cometido esas matanzas. Eso es lo que la historia oficial no cuenta. Han tenido que venir unos revisionistas propiamente israelís para averiguarlo. Antes del 48 ahí había un pueblo, aldeas y ciudadanos, y ellos han hecho lo posible para expulsarlos y poder tener el territorio palestino.

Yo siempre he dicho que la palestinidad que yo proclamo no es una palestinidad geográfica ni tengo el sentimiento de ser palestino porque haya nacido en un pueblo de Cisjordania, ocupado en 1967, pero yo reclamo mi palestinidad como un compromiso. Es un compromiso ético y moral, que crece a medida  que alcanzo mayor conciencia y conocimiento, porque es una causa justa.

Como se ha dicho siempre, en una época de la historia hemos sido hombres de color contra el Apartheid, no hace falta ser negro para asumir sus reivindicaciones para anular el sistema del Apartheid. Y si uno comienza a evocar, también hemos sido judíos contra los nazis, y no hacía falta ser religiosamente judío para combatir el nazismo o el fascismo, simplemente asumes la condición de esa causa. Actualmente es lo mismo, no hace falta que nazcas en Palestina para apoyar a los palestinos. Es importante adquirir este compromiso si crees en la justicia, en el Derecho Internacional y en la legalidad de las reivindicaciones de un pueblo que no puede aceptar o admitir la superioridad de unos contra otros, que no puede otorgar la legitimidad al poder y a la fuerza. Toda la historia de Oriente Medio está hecha a base de fuerza. A día de hoy el derecho a la libertad y a la autodeterminación de los ciudadanos no se ha ejercido, y menos aún dentro del territorio palestino.

Mohamed Safa

Una de las cosas que más me llamó la atención de usted cuando lo conocí fue que dijo algo así como que podía olvidar cualquier cosa de su vida, incluso que era padre, pero que nunca es capaz de olvidar que es palestino…

Y lo mantengo, porque la tragedia de mi pueblo sigue estando vigente. Sigo siendo un refugiado que no puede volver a su territorio. No he podido volver aún a Palestina y siempre digo una cosa: he vivido grandes momentos y me he sentido afortunado por muchos de los logros de mi vida, pero todavía me faltan por pronunciar las mejores palabras y vivir los mejores días, que serán aquellos en los que diga que soy un palestino libre. Del mismo modo, quiero poder decir que he pasado, aunque solo sea una noche, paseando sin miedo en mi aldea. Eso es lo más hermoso que puedo soñar.

¿Cómo nos podemos acercar a Palestina?

Por mucho que yo pueda defender o divulgar la causa palestina, la mejor forma de acercarse al territorio palestino es ir al territorio palestino, es conocer la realidad, ir a visitar a Palestina. No es una visita turística, pero es una visita de compromiso, de derecho, de respaldo, de apoyo. Para ver una realidad traumática y dura, cómo se vive bajo una ocupación, cómo se vive bajo un embargo.

Hace unos años hablábamos también sobre el conflicto, ¿qué ha cambiado en este tiempo?

El conflicto no ha cambiado en los últimos años, sino que se ha endurecido. Yo creo que los palestinos somos mucho menos libres que ayer, mucho más pobres que ayer  y con menos perspectivas que ayer. Hemos descubierto que el proceso de paz ha sido la peor estafa de la historia. En cuanto hemos dejado la conversación en manos de una potencia ocupante para arreglar a su antojo el conflicto aprovechó la coyuntura para ampliar las colonias, crear más colonias y asentamientos en el territorio palestino. Cuando hablamos de colonias parece un concepto romántico, pero la colonia israelí en territorio palestino significa confiscar el nuestro. Mientras yo estoy hablando ahora, Palestina es menos Palestina que ayer. La creación del muro, ese muro que no separa Palestina de Israel sino que separa pueblos palestinos de otros palestinos, anexiona territorios palestinos al estado de Israel. Asfixia la vida de los palestinos.

Israel colocó el muro justo en los lugares de los pozos acuíferos de agua con la intención de anexionarlos, el agua es un bien escaso. Los controles militares se han multiplicado, el movimiento palestino de un sitio a otro necesita el permiso del control israelí o el militar israelí con la humillación permanente que ello supone. Tanto la vida de los palestinos en los últimos años no solo no se ha mejorado, si no que se empeoró con las medidas que se han tomado.

Todo esto, en resumen, para encontrarnos ante un cuadro en el cual es difícil, por no decir imposible, crear un estado palestino viable porque estamos ante un territorio fragmentado, separado y con poca posibilidad de comunicación entre ellos.

“Hay muertos que todavía
no saben que lo están,
y el colonialismo es uno de ellos”

¿Cómo se vive el conflicto desde aquí?

Yo lo vivo con la cercanía que puede permitirme la distancia geográfica. Vivo el drama de mi pueblo, no puedo estar ajeno a todo lo que está pasando.  Lo peor de todo es si asumimos que esto es nuestro destino, que no hay nada que hacer y eso, afortunadamente, los palestinos no lo hemos asumido. Nuestro deber es mantener la lucha para cambiar esta realidad.

Nosotros en los últimos años no hemos liberado ni un centímetro de nuestro territorio de Israel, pero hemos conseguido concienciar a ocho millones de palestinos, asumiendo las reivindicaciones y con un proyecto nacional de que queremos ser libres. El proyecto palestino sigue existiendo y no pretendemos construir un imperio ni hacer una nación grande pero, sin duda, todos los palestinos pretenden tener una nación libre. Este es el compromiso de todos los palestinos, basado en una conciencia nacional.

-¿La sociedad, y en especial la juventud, está ahora más receptiva que nunca con la causa palestina?

Sí, yo tengo mucha fe en los jóvenes. He observado de cerca el 15-M y creo que es de los movimientos más nobles que han surgido desde la Transición. Los jóvenes están adquiriendo mucho compromiso  por una política mucho más ética y solidaria. No significa que lo pidan sólo para España, porque estos valores no conocen fronteras ni razas. Me he movido por toda Galicia y Asturias y he percibido una cercanía maravillosa de la juventud.

La sociedad española es una de las que más se manifestó en contra de la guerra en Iraq sin haber ni un español muerto en ella. Había una posición muy clara contraria a una guerra inmoral e injusta. No valoraron lo que podían ganar o perder, sólo los movía la justicia. Yo apuesto por una sociedad de este tipo.

-Usted apostaba porque los medios se posicionasen abiertamente a favor de Palestina. ¿Ha notado un cambio en la postura general en este ámbito?

Los medios, en general, no se posicionan favorablemente.  En el último conflicto se ha visto que  nos hacen ver que es una guerra de Hamas por un lado, apoyada por una potencia,  e Israel por otro lado. Nos dicen que los muertos de Hamas son terroristas y los actos israelíes son simple defensa.

Mi reivindicación no es que los periodistas se pongan de nuestro lado, sino que el periodista sea honesto y pueda decir la verdad. Si se alinea sólo puede hacerlo del lado de la víctima y el Derecho Internacional.

¿Es optimista con respecto al futuro?

No puedo ser categórico en eso porque soy  dos cosas al mismo tiempo. Por sentido común tengo que ser pesimista porque si analizo el poder y apoyo que tiene Israel enfrentándolo a nuestra situación, es obvio que nosotros estamos en desventaja. Pero por otra parte, soy dueño de un optimismo que nace de mi compromiso con esta causa y de la confianza que tengo en mi pueblo. Estamos trabajando para cambiar la realidad.

Es una cuestión ideológica, debo mantener mis esperanzas y creo que el futuro es nuestro, porque el mañana es para los que reivindican la libertad.

Hay muertos que todavía no saben que lo están, y el colonialismo es uno de ellos.

Ha cometido Palestina algún error en la historia del conflicto?

Todos los pueblos cometen  muchos errores, pero en la historia no existe el condicional, “si no hubiéramos hecho esto…”.  Se juzga el global, y el global es la historia de un pueblo que ha sufrido y está luchando. Acertar en un momento dado cuál es el método más adecuado de actuar es complicado y es precisamente lo que estamos intentando aprender. Hemos fallado, y seguro que lo seguiremos haciendo, pero creo que al pueblo palestino hay que juzgarlo como un pueblo valiente que mantiene la llama de la lucha.

¿Cuál es la salida que propone? 

Mucha gente dice que es lo más difícil, pero yo creo que es lo más sencillo. La solución es aplicar el Derecho Internacional. Oriente Medio no  puede seguir siendo la única zona libre de la legalidad, ni Israel el único estado  impune. Ninguna potencia puede ocupar el territorio de otro pueblo. La segunda fase es que el pueblo decida libremente el camino que quiere elegir y la tercera, que no debemos olvidar, el derecho al retorno de todos los palestinos que fueron expulsados de su territorio de sus casas. Esto está en las resoluciones de la ONU.

¿Hay posibilidades de convivir en paz con el pueblo de Israel?

Nosotros no tenemos problema con el pueblo de Israel, lo tenemos con el colonialismo del Estado de Israel. Cuando terminó la colonización de Francia a Argelia se produjeron las mejores relaciones entre ambos países. Por tanto, no es un rechazo étnico, sino que rechazamos la política colonialista, que cuando termine podremos afrontar un proyecto de vida en paz. Yo quiero vivir en paz pero ¿cómo se puede vivir en paz con alguien que está restringiendo nuestra libertad e imponiendo su poder y su fuerza sobre nuestro futuro?

Agradecimientos a Martín Pardo y Javier Sánchez por su labor en la transcripción de esta entrevista.

Fotos: Darío Domínguez