Arquitectura de “resistencia”: Campos de Refugiados Saharauis

20 días sin escribir, 20 días de vacaciones, 20 días sin esta pequeña sección que intenta desgranar poco a poco ese concepto tan abstracto que es la Arquitectura. Ya tenía ganas de retomar la sección, así que no me voy a enrollar mucho en introducciones. Además, el tema que nos ocupa es tremendamente interesante, y es algo que muchos arquitectos obvian o ignoran. Estamos hablando de la Arquitectura de Emergencia, esa arquitectura que se construye con el único afán de ser solución temporal a una necesidad urgente e inmediata. Así, tras una catástrofe natural, o tras una gran migración, se hace imprescindible crear muchas viviendas de una forma muy rápida, y con el menor coste posible, garantizando unas condiciones de salubridad e higiene mínimas.

Sin embargo, el caso que nos ocupa ya no puede ser considerado como Arquitectura de Emergencia, ni como algo temporal. En el Sáhara Occidental cientos de miles de personas llevan viviendo 38 años en Campos de Refugiados, esperando una solución definitiva al conflicto en el que viven. En futuros artículos veremos mucho más en detalle en qué consiste el conflicto saharaui, sus causas, sus consecuencias,  el qué y el porqué. Por ahora, a efectos de este artículo, nos basta con saber que la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) entró en un conflicto bélico con Marruecos por la soberanía de unas tierras hace 38 años, y este conflicto todavía no está solucionado. Mientras tanto, cientos de miles de personas se han visto obligadas a vivir durante todo este tiempo en los campos de refugiados, creando una arquitectura y un urbanismo muy característicos y peculiares.

Jaimas en el Campo de Refugiados de Bojador

Jaimas en el Campo de Refugiados de Bojador

Centremos el foco de nuevo en la arquitectura. Y empecemos por definir eso de “Arquitectura de Resistencia”. Como decía, tras 38 años, difícilmente parece que la arquitectura desarrollada en Tinduf sea algo transitorio. Es, por contra, una arquitectura que resiste, una especie de reivindicación política, un querer decir “aquí estamos”. Tras 38 años las condiciones de las viviendas podrían ser mucho mejores de lo que son. Podrían tener agua corriente en todas las “jaimas”, podrían investigar nuevos sistemas constructivos… Simplemente, no interesa. Quizás por la forma de ser de los saharauis, quizás por la situación tan particular que viven… Lo cierto es que con esta arquitectura muestran que no quieren asentarse, que son conscientes de que, tarde o temprano, volverán a su tierra.

Los campos de refugiados se organizan administrativamente de la siguiente forma. Existen 5 campos de refugiados, o “Wilayas”, que, siguiendo la estructura musulmana tradicional, funcionan como provincias independientes. Así, se da la circunstancia de que cada provincia es, en sí misma, una “ciudad”. Las wilayas se subdividen en “Dhairas”, que se pueden traducir en agrupaciones de ayuntamientos o barrios. Por último, las Dhairas se subdividen en barrios que, curiosamente (o por lo menos así ocurre en Boujdour, antes 27 de Febrero), se numeran y no se nombran. Estas divisiones responden a criterios funcionales y administrativos, en el día a día no somos capaces de percibirlas.

Este aspecto es fundamental para poder llevar a cabo las tareas más elementales dentro de las wilayas. Por ejemplo, el reparto de agua. Las mujeres saharauis se encargan de esta tarea, tratando de hacer un reparto justo y equitativo. Cada barrio es coordinado por una mujer, y éstas responden ante otra, que “coordina” las Dhairas. Así, se hace necesario que los barrios tengan una escala razonable para que sean manejables. Por último, tras entender el ámbito urbanístico y administrativo, pasemos a ver la unidad básica de vivienda: la Jaima.

Jaima en 27 de Febrero

Jaima en 27 de Febrero

Aunque en un primer momento las Jaimas saharauis eran de tela, como la que se ve en la foto superior, con el tiempo los Saharauis han ido construyendo viviendas más cómodas y “permanentes”, mediante un sistema constructivo prácticamente gratuito: la construcción en adobe. Para construir con adobe son necesarias tres cosas: arena, agua para amasar, y mucho sol. Obviamente, en plena Hamada, en el desierto más árido del mundo, la arena y el sol son extremadamente fáciles de conseguir. Y gracias a la cooperación internacional, el agua es un bien escaso, pero existente. El procedimiento es muy simple. Se amasa la arena junto con el agua, de forma que se cree una pasta consistente. Esa pasta se vierte en unos moldes de madera que se colocan al sol y que se dejan unos días hasta que el ladrillo aguante por sí mismo. En ese momento se apilan, quedando al sol durante varias semanas hasta que su resistencia es máxima. Es un procedimiento laborioso, pero, como se ve, no necesita de un conocimiento exhaustivo ni de maquinaria u otros materiales muy costosos para los Saharauis. Una vez que los ladrillos son resistentes, se apilan dejando entre ellos una pequeña pasta de arena y agua, a modo de mortero, que le da a la fábrica resistencia y algo de monolitismo.

¿Y cómo son las jaimas verdaderas, las primeras viviendas que tuvieron los refugiados? Su estructura es muy simple. Dos pilares centrales que sobresalen por arriba, son los protagonistas, permitiendo hacer jaimas de gran superficie sin que las telas sean tremendamente costosas. De estos pilares cuelga la tela, que se ata a los laterales, y se tensa con cuerdas, de forma que la estructura sea estable y razonablemente rígida. El suelo de la jaima se cubre con alfombras, quedando la arena directamente bajo las mismas. Curiosamente, aunque las jaimas tienen cuatro aberturas (una en cada lado), sólo se utiliza una, aquella que tiene una alfombra más pequeña pensada para dejar los zapatos y no manchar de arena el interior.

Detalle de cubierta

Detalle de cubierta

Una vez que la fábrica está acabada y los muros ya han formado todo el perímetro y las partimentaciones interiores, se procede a colocar la cubierta. Como vemos en la foto superior, la cubierta consiste en unos travesaños de madera que atraviesan la fábrica de ladrillo, sobre los que se apoya una chapa metálica. Sobre esta chapa se vierten arena, piedras, y cascotes, de forma que no salga volando con los fuertes vientos del desierto (el Siroco). Obviamente, esta es la parte de la vivienda que resulta más cara. De hecho, todas las piezas tienen que ser compradas en Argelia, al no tener la RASD una industria que pueda fabricarlas. Por último, se encalan las paredes interiormente, para proteger la fábrica del agua y el desgaste, y darle una apariencia más amigable. El conjunto forma viviendas muy simples, que responden a criterios estrictamente funcionales. No es raro ver cómo se añaden piezas nuevas a las jaimas existentes, ya que resulta muy fácil abrir huecos en los muros.

Interior de una Jaima

Interior de una Jaima

El resultado final es el que vemos en la imagen. Podemos apreciar incluso la existencia de enchufes o de un frigorífico, garantizando unos niveles de vida mínimos. Incluso los suelos son de terrazo en las zonas comunes (en las habitaciones el suelo es la propia arena, cubierta por alfombras, intentando que sea lo más cómodo posible para dormir o sentarse). Son viviendas mínimas, pensadas para pasar la mayor parte del tiempo en las amplias habitaciones de que disponen, fomentando una vida en común con el resto de la familia y los vecinos. Porque esa es una característica muy curiosa que se tratará en otros artículos: las puertas responden a la necesidad de evitar que la arena entre en la casa, pero no disponen de pestillos. Las jaimas son viviendas frías por la noche, ya que el adobe no tiene inercia térmica, y libera el calor que acumula al estar al sol muy rápido. Por contra, las altas temperaturas se ven algo controladas en los interiores, permitiendo resguardarse de las temperaturas extremas del verano (unos 50º a la sombra en Agosto).

Vistas Interiores de una Jaima

Vistas interiores de una Jaima

En definitiva, las condiciones extremas a las que se tienen que enfrentar los saharauis han modelado en gran medida sus viviendas y su forma de habitar. Es, sin duda, la solución más económica, y una de las que mejor funcionan térmicamente. Aún así, los veranos son tremendamente rigurosos, y, aunque cualquier pequeña sombra se agradece, lo cierto es que las jaimas difícilmente resguardan a los saharauis del calor. La estructura de las mismas fomenta la interrelación de los habitantes de la jaima, y de éstos con los vecinos. En mi experiencia particular, raro era el día en el que no había unas 15 personas compartiendo el té con nosotros… Pero eso vendrá más adelante, en una serie de artículos que está por llegar. Arrancamos el 2013 y lo arrancamos con fuerza, espero que  cada artículo sea un poco mejor que el anterior y guste un poco más. Veremos qué nos depara este nuevo año, o, como dicen los Saharauis, Insha’Allah…